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El número de ‘hedge funds’ familiares se cuadruplica en cinco años de la mano de la banca privada

Las sociedades de inversión libre ganan peso entre las grandes fortunas que apuestan por inversiones de más riesgo

Las grandes fortunas han decidido doblar su apuesta por activos de riesgo, y los departamentos de banca privada de las entidades financieras han sacado a los escaparates un vehículo que hasta ahora apenas se utilizaba en España: las sociedades de inversión libre (SIL), una especie ...

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Las grandes fortunas han decidido doblar su apuesta por activos de riesgo, y los departamentos de banca privada de las entidades financieras han sacado a los escaparates un vehículo que hasta ahora apenas se utilizaba en España: las sociedades de inversión libre (SIL), una especie de hedge funds familiares. Las restricciones para que las sociedades de inversión de capital variable (sicav) mantuvieran su tributación en el Impuesto sobre Sociedades al 1% han impulsado su creación. Ahora, cotizan 77 en MTF Equity, la plataforma de BME para que estas sociedades se negocien, cuando a cierre de 2020 eran tan solo 20.

“Es una de las fórmulas más populares entre las grandes fortunas para rentabilizar sus ahorros y les permite mantener la tributación reducida del 1%, la que gozan los fondos de inversión y las sociedades de inversión de capital variable (sicavs), sin la necesidad de cumplir con los requisitos que se les exigen a estas últimas”, señala un directivo del departamento de banca privada de una entidad española. Desde finales de 2022, las sicavs han de contar con más 100 socios que tengan una inversión de al menos 2.500 euros cada uno para mantener el gravamen reducido. Los denominados mariachis, o inversores de paja, fueron invalidados, y el Gobierno puso el punto final a una figura que había sido considerada en muchas ocasiones un artefacto fiscal para pagar menos impuestos.

Como consecuencia, el número de sicavs se ha hundido, hasta situarse ligeramente por encima de las 400, frente a las más de 3.000 de su momento álgido en 2019. Una parte de las grandes fortunas que las empleaban para invertir en Bolsa o deuda, entre otros activos, optó por traspasar el dinero a fondos de inversión a través de mandatos de gestión discrecional de carteras, lo que les permitió no tributar por las plusvalías latentes. Otro grupo prefirió convertirlas en sociedades limitadas (SL), elevando su tributación hasta el 25% en sociedades, y otra pequeña porción decidió su metamorfosis en SIL.

La banca privada ha decidido seguir apostando por estos vehículos como una fórmula para aquellos inversores más abiertos a tomar riesgos. Apenas tienen límites, como ocurre con los fondos de inversión o las sicavs clásicas, pueden invertir en cualquier tipo de activo o instrumento financiero derivado —incluidos criptoactivos— y cuentan con la ventaja añadida de una tributación del 1% en Sociedades.

Jorge Ferrer, socio cofundador de finReg360, señala que “el proceso de constitución de una SIL exige 25 accionistas profesionales o minoristas, pero estos últimos, para poder invertir, han de comprometer una cantidad igual o superior a los 100.000 euros o, con ciertos límites, recibir una recomendación de inversión bajo un servicio de asesoramiento”. “Además, las estrategias de inversión de este tipo de fondos son más arriesgas que las de las sicav, algo que verifica la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) no solo desde un plano teórico sino práctico. Todo ello acentúa, como puede observarse en los datos comparados, que las SIL ni han sustituido, ni sustituirán a las sicavs”, añade.

Otro directivo de una gran firma de banca privada indica que las capacidades de las SIL deben exprimirse en su totalidad. Estos vehículos, a diferencia de las sicavs y de los fondos clásicos, cuentan con capacidad para dedicar más del 10% a un activo, de comprar activos ilíquidos o incluso de endeudarse por hasta cinco veces su patrimonio, entre otras opciones. “Estas sociedades tienen que diferenciarse, no pueden ser sicavs disfrazadas; en caso contrario, la CNMV rechazará el proyecto”, explica.

Lo cierto es que, aunque reguladas desde inicios de los años 2000, son ahora cuando las SIL han pasado a estar en el radar y se han convertido en vehículos adecuados para algunas grandes fortunas que quieren asumir más riesgos. “En los últimos años han crecido en número, especialmente en casos de clientes con estrategias de inversión más descorrelacionadas con el mercado y con patrimonios medios significativamente más altos que el de las sicav”, reconoce Jorge Ferrer.

En concreto, la gestora del grupo de banca privada Andbank cuenta con 31 SIL, casi el 40% del total, y entre ellas destaca Masira Inversion, con un patrimonio de unos 80 millones de euros y una rentabilidad a cinco años superior al 500%, lo que supone la medalla de oro en cuanto a rentabilidad en su categoría, según la firma VDOS.

Masira afirma en su folleto que puede no ser adecuada para inversores que prevean retirar su dinero en un plazo inferior a siete años y se abre a todo tipo de activos: “No existe objetivo predeterminado ni límites máximos en lo que se refiere a la distribución de activos por tipo de emisor, ni por rating de emisión/emisor, ni por emisores y mercados, ni duración, ni por capitalización bursátil, ni por divisa, ni por sector económico, ni por países. Se podrá invertir en países emergentes”, indica.

En su cartera destacan las compras realizadas en el primer semestre compañías asiáticas como la compañía de comercio electrónico JD.com; Pinduoduo, dueña de la plataforma de comercio electrónico Temu, o la plataforma de mobilidad DidiGlobal, una suerte de Uber chino. También adquirió posiciones en el holding neerlandés especializado en inversiones tecnológicas Prosus y en la compañía de transporte a granel Golden Ocean Group. Ni Inditex, ni Santander, ni Iberdrola. Son inversiones muy diferentes a las de un fondo clásico español.

Bajo la batuta de la misma gestora está Azahar Inversiones, una SIL controlada por los Conesa, la familia fundadora de la compañía de transporte frigorífico Primafrio y todavía máxima accionista con el 51% —el otro 49% está en manos de la gestora de capital privado Apollo—, que exhibe un patrimonio de más de 400 millones de euros, según los últimos datos registrados en la CNMV.

Al igual que Masira, el abanico de inversiones de Azahar Inversiones abarca casi todo, con varios activos sobre los que se estructura su política de inversiones. Entre ellos, los derivados —sobre el Euro Stoxx 50 o el Russell 2000—, los activos ilíquidos, como vehículos de Elliot, KKR o Solventis, o la renta variable, con socimis o la empresa dedicada a los ingredientes naturales Natac, que cotiza en BME Growth. En renta fija, apuesta por productos estructurados de Nomura y obligaciones de Ford o del banco británico Natwest.

EDM Gestión, gestora perteneciente a Mutua Madrileña y centrada en grandes fortunas catalanas, cuenta con dos SIL de gran tamaño. Pointer, con un patrimonio cercano a los 70 millones de euros, está especializada en compañías de mediana capitalización. Cuenta con inversiones significativas en la francesa Elis, dedicada a las áreas de limpieza, imagen, higiene y bienestar; en la italiana Newlat, que se centra en productos de alimentación, o en la compañía de seguridad británica Babcock. En su último análisis, la sociedad especifica que con esta última firma, “presente en cartera desde los inicios de Pointer [registrada en la CNMV a finales de 2021], hemos multiplicado por más de cuatro nuestra inversión inicial”. La otra SIL de EDM Gestión es Infanzón de Bergua, con unos 30 millones de euros de patrimonio e inversiones y 35 accionistas.

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