La Casa Blanca pone a la industria relojera suiza contra las cuerdas
Las acciones del distribuidor de Rolex y Patek-Philippe encajan el golpe con una caída del 7% en Bolsa


Nadie está a salvo de la cruzada proteccionista de Donald Trump. Entre los nuevos gravámenes aprobados ayer a puerta cerrada por la Casa Blanca —muy lejos del espectáculo que protagonizó Donald Trump el pasado 2 de abril en el jardín de las Rosas— destaca un arancel del 39% sobre las importaciones suizas, uno de los más altos impuestos hasta la fecha. Con el mercado helvético cerrado por festivo nacional, son las firmas que cotizan en Londres las encargadas de recoger el impacto. Watches of Switzerland, que comercializa enseñas como Rolex, Patek-Philippe o Breitling, retrocede cerca del 7% en Bolsa. La compañía, ya castigada por el enfriamiento de la demanda global de lujo, acumula una caída de más del 40,6% en lo que va de año.
La evolución de las ventas de Watches of Switzerland se ha convertido en un termómetro de los temores arancelarios sobre Suiza. Salvo por el repunte puntual en primavera —cuando los clientes adelantaron compras para esquivar las tarifas—, las exportaciones de relojes suizos se han ido frenando. El nuevo arancel es un golpe más para una industria que ya sufría por el deterioro de la demanda del lujo, por la caída del mercado asiático, y el cambio en las preferencias de los consumidores. Según cálculos de Jefferies, si se aplica finalmente el arancel del 39%, los precios en EE UU podrían subir más de un 20%, un aumento difícil de digerir en un entorno de menor apetito por el lujo.
A esta presión se suman los elevados costes de los metales preciosos y la fortaleza del franco suizo, que resta competitividad a las exportaciones. Todo ello compone un cóctel que amenaza con debilitar aún más a uno de los sectores más emblemáticos de la economía suiza.
Mientras la UE, Japón y Corea del Sur han logrado rebajar la factura que pagarán a EE UU, Suiza la ha visto incrementada. La nueva orden ejecutiva incluye un gravamen del 39%, superior al 31% anunciado en abril. El Gobierno suizo ha manifestado su pesar. Según la agencia ATS, el portavoz de Finanzas, Pascal Hollenstein, ha lamentado que EE UU no haya tenido en cuenta los progresos alcanzados en mayo y afirmó que el Ejecutivo estudiará la situación antes de adoptar medidas, confiando en lograr un acuerdo más favorable.
Este escenario no solo pone en jaque al sector relojero, sino que también refleja la creciente vulnerabilidad de Suiza en un contexto global marcado por la fragmentación comercial. La ofensiva arancelaria amenaza con desdibujar una industria que durante décadas fue símbolo de prestigio y fortaleza económica, dejando claro que, en la guerra comercial de Trump, nadie está realmente a salvo.
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