Por qué lo que puede ser bueno para la economía de EE UU, puede ser muy negativo para su Bolsa
Revertir los errores acumulados en materia de política fiscal pueden provocar que se desinfle drásticamente el gran mercado alcista nacido en 2009
Puede sonar raro, pero a veces lo mejor para los mercados es una economía que presenta grandes desequilibrios. Y, viceversa, cuando la economía crece con fundamentales sólidos, puede que no sea el mejor escenario futuro para las Bolsas.
Al fin y al cabo, recuérdese, los mercados alcistas más rentables nacen en medio de las peores circunstancia y expectativas y, los mercados bajistas más severos, suelen nacer justo de las circunstancias contrarias: cuando todo aparenta ser maravilloso y no existe ninguna sensación de peligro en la sociedad. O, como decía el célebre inversor sir John Temp...
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Puede sonar raro, pero a veces lo mejor para los mercados es una economía que presenta grandes desequilibrios. Y, viceversa, cuando la economía crece con fundamentales sólidos, puede que no sea el mejor escenario futuro para las Bolsas.
Al fin y al cabo, recuérdese, los mercados alcistas más rentables nacen en medio de las peores circunstancia y expectativas y, los mercados bajistas más severos, suelen nacer justo de las circunstancias contrarias: cuando todo aparenta ser maravilloso y no existe ninguna sensación de peligro en la sociedad. O, como decía el célebre inversor sir John Templeton: “los mercados alcistas nacen en el pesimismo, crecen en el escepticismo, maduran en el optimismo y mueren en la euforia”.
La economía y en especial los mercados están repletos de paradojas que hay que entender para saber reconocerlas cuando tienen lugar. ¿Por qué estoy hablando de todo esto? porque recientemente el próximo presidente de los Estados Unidos, Donal Trump, que retoma el poder a partir del mes de enero, ha anunciado cuál es su elección como próximo secretario del Tesoro: Scott Bessent, un inversor de hedge funds macro que en su día trabajó para George Soros. Su elección ya se venía rumoreando desde hace semanas. De hecho, el día que se corrió otro rumor de que finalmente podría no ser él, los mercados tuvieron un mal día. Y, ahora cuando finalmente Trump ha confirmado su elección, ha habido importantes movimientos en los mercados. Y es que en el volátil mundo de Trump, el que se decida para un cargo por una u otra persona, suele ser la mejor pista de lo que a priori intenta conseguir con esos nombramientos.
¿Y cuál es el plan de Bessent para la economía estadounidense? Como él mismo dice, su plan es el del “Triple 3″, que consiste en recortar el déficit fiscal al 3% para el año 2028, mantener el crecimiento económico elevado sobre el +3% y producir 3 millones de barriles más al día dentro de los Estados Unidos.
El recorte del déficit fiscal, es la medida más importante de las tres, toda vez que actualmente el déficit ronda un elevado 6% y la proyección es (o era) que continúe así durante los próximos años. La situación actual es tan disparatada, y esto es importante, que la política fiscal ya tiene más importancia y efecto sobre la economía y los mercados, que la propia política monetaria. Todo el mundo es consciente, porque es lo que ha visto durante toda su vida inversora, que las palabras y decisiones de la Reserva Federal en materia de política monetaria tienen importantes repercusiones en los mercados financieros. Unas determinadas palabras o un determinado recorte o aumento de tipos de interés, pueden disparar o “hundir” los mercados según sea el caso. Pero es que, desde hace pocos años, desde que el déficit se disparó hasta casi un 15% del producto interior bruto durante la pandemia, nivel no visto desde la II Guerra Mundial, el que haya mayor o menor déficit es la principal influencia en el ciclo económico-bursátil. Esto es así porque, el que haya más o menos déficit, significa que el gobierno de los Estados Unidos estará estimulando más o menos la economía de su país, porque con un mayor déficit tendrá más dinero, por ejemplo, para pagar sueldos, construir infraestructuras y gastarlo de cualquier manera en la que un país lo puede gastar. Y, a mayor gasto, más son los dólares recorriendo la economía y, obviamente, más garantizado que haya crecimiento y más difícil es caer en recesión económica.
Cuando el déficit es reducido, sus variaciones tienen un impacto relativamente menor, pero cuando es tan elevado como en la actualidad, se convierte en el principal factor del ciclo económico de forma determinante y profunda.
Es precisamente por esto, por este déficit tan elevado, que nunca llegó la recesión económica que todo el mundo esperaba en 2022 cuando la inflación se disparó y la Fed comenzó a subir los tipos de interés al ritmo más elevado en décadas. Es por esto que tanta y tanta gente se perdió este mercado alcista, o al menos su comienzo, porque seguían pensando en cómo funcionaban los ciclos económicos durante las décadas previas y no podían imaginar que todas las reglas que conocían, podían quedar en papel mojado cuando el gobierno gasta dinero a espuertas, al ritmo que lo ha hecho y que lo sigue haciendo. Es por esto, que tantos indicadores económicos tradicionales hablaban de recesión, pero esa recesión nunca llegó. Y, es por esto, que escuchar lo que hacía el mercado en vez de a los opinadores, fue la mejor decisión.
Visto como funcionan las cosas hoy en día, el plan de Bessent de cuadrar las finanzas del país para obtener un déficit primario positivo (3% incluyendo el pago de intereses) mientras se fomenta el crecimiento económico, es en cierto sentido una contradicción en términos. Si el Gobierno gasta menos, ¿de donde va a salir ese crecimiento? Esto suena maravilloso, pero fiar el recorte del déficit para no caer en recesión económica a la desregulación y a “una mentalidad de crecimiento”, no dejan de ser promesas que habrá que demostrar. Más cuando la administración Trump, a la vez, quiere limitar drásticamente la inmigración que recibe el país e incluso deportar inmigrantes ya residentes en los Estados Unidos, algo que podría comprometer el crecimiento que en parte se genera por esa nueva mano de obra barata que recibe cada año. Si esas promesas de desregulación, ahorro y crecimiento sin inmigración no se materializan en magnitud suficiente, recortar el déficit podría tener un impacto altamente negativo sobre el ciclo económico-bursátil.
Igual que la economía se recupera (o no cae en recesión) y los mercados vuelan cuando el déficit se dispara, la Bolsa odia que no haya estímulos y tiende a perder fuelle cuando el déficit se reduce o incluso cuando se llega a una situación de superávit. En el último cuarto de siglo, los dos picos de más equilibrio de las finanzas públicas de los Estados Unidos, fueron los momentos previos de mayor fragilidad para las Bolsas, los años 2000 y 2007. No estoy diciendo que haya una relación causal, que no la hay como tal, pero sí que un déficit bajo o incluso o un superávit no es el entorno ideal para las acciones en el medio plazo ya que cuando por fin llegan los problemas, no hay estímulos suficientes para sostener las acciones. Y, paradójicamente, como inversores de medio y largo plazo, las mejores rentabilidades se generan cuando el desequilibrio fiscal es absoluto por que sí existen estímulos suficientes.
Dicho de otra manera, revertir los errores acumulados en materia de política fiscal que han llevado al país a un camino fiscal insostenible (Powell dixit), pueden provocar que se desinfle drásticamente el gran mercado alcista nacido en 2009 e interrumpido brevemente en 2020 y 2022. Lo que sería bueno y equilibrado a nivel económico para el país en el largo plazo, podría ser el detonante para que su sobrevalorada Bolsa empezara a hacerlo mal, tanto en términos absolutos, como relativos con respecto a las acciones del resto del mundo.
Hugo Ferrer es gestor GPM S.V. y director Club Bursátil Confidencial