Los inversores castigan la inestabilidad política de Alemania: el bono sube a máximos de julio
La rentabilidad del ‘bund’ se sitúa en el 2,45% ante las expectativa de un aumento de la oferta de deuda
Las tensiones en el mercado de deuda no paran de aumentar. Después de la negativa reacción que tuvo ayer la renta fija estadounidense tras conocerse la victoria de Donald Trump frente a Kamala Harris, hoy Alemania le toma el testigo. La destitución del ministro de Finanzas y líder del partido liberal, Christian Lindner, agrava la crisis del gobierno de coalición. Mientras las organizaciones empresariales urgen al primer ministro Olaf Scholz, del SPD, a adelantar las elecciones, los inversores aceleran la venta de deuda germana. La rentabilidad del bono alemán a 10 años, el activo refugio por excelencia, logra moderar las subidas de primera de la mañana y se anota cuatro puntos básicos hasta el 2,45%, máximos del pasado julio, un periodo marcado por el temor al ascenso de la ultraderecha en Francia. A pesar del nerviosismo inicial, desde DWS, la gestora vinculada a Deutsche Bank, creen que el efecto en el mercado será reducido, siendo la renta fija el activo más sensible.
Uno de los puntos que ha desencadenado la ruptura de la coalición tripartita ha sido la negativa de la Unión Demócrata Cristina a la reforma del freno constitucional a la deuda. La destitución de Lindner es vista por los inversores como una señal de que Alemania podría acelerar su endeudamiento con la emisión de más bonos. “El camino hacia una mayor deuda probablemente será más fácil sin el ministro Lindner”, señala a Bloomberg Hauka Siemssen, estratega de Commerzbank. Scholz insistió este miércoles que las finanzas públicas de Alemania estaban sanas y la deuda gubernamental era una de las más bajas de Europa después de que la pasada semana Lindner describiera un panorama de finanzas públicas alemanas preocupantes, según apuntan los estrategas de ING.
La subida de las rentabilidades de la deuda se producen en un momento en el que el mercado no para de recibir nuevas señales de aumento de la oferta de bonos. A la posibilidad de que Alemania incremente las necesidades de financiación se suma las propuestas de la nueva administración Trump que contempla la rebaja de impuestos y aumento del gasto, algo que añade presión a unas finanzas en las que la deuda y el déficit empiezan a poner nerviosos a los inversores. Este año la atención de los mercados está puesta en los abultados niveles de endeudamiento que acumulan economías como la británica, la francesa o la estadounidense. Alemania, que tradicionalmente ha sido un ejemplo de disciplina fiscal, dispone a día de hoy una ratio de deuda sobre PIB del 63%, unos niveles mucho más asumibles que el 112% de Francia. El mercado está poniendo en precio la posibilidad de que Alemania dispare hasta niveles récord las emisiones de financiación netas el próximo año.
La ruptura de la coalición germana complica la capacidad de llegar a un acuerdo sobre los presupuestos de 2025. No obstante, la dependencia de los conservadores para formar una nueva coalición podría tranquilizar algo a los más escépticos porque limita la posibilidad de que haya déficits significativamente más elevados. Alemania cerró 2023 con un déficit del 2,6%, por debajo del 3% que fijan las reglas de la Unión Europea.
El próximo 15 de enero Scholz se someterá a un voto de confianza, lo que podría desembocar en la celebración de unas elecciones anticipadas en marzo, en lugar de septiembre como estaba previsto. Se trataría de las primeras elecciones anticipadas en el país en 20 años. Según las encuestas recopiladas por Citi de un posible resultado electoral, el partido conservador liderado por Friedrich Merz, la CDU, tendría alrededor del 33% de los votos; la ultraderechista conseguiría cerca del 17%; los socialdemócratas de Scholz, un 16%; los Verdes, el 10%; el izquierdista BSW, el 8% y el partido democrático libre el 4%, es decir, por debajo del umbral del 5% que permite entrar en el parlamento. Merz podría convertirse en canciller en una coalición con los socialdemócratas (menos probable según las últimas declaraciones de los conservadores), o con los verdes.
Los estrategas de ING sugieren que el SPD de Scholtz y los Verdes tratarán de convencer a la oposición del CDU para que apoye otro año de pausa para el freno constitucional a la deuda. En caso contrario, creen que el país entraría en 2025 con un presupuesto prorrogado. Stefan Hofrichter, director de economía y estrategia global de Allianz GI, cree que Alemania necesita una reorientación estructural para abordar problemas como los altos costes energéticos, la escasez de mano de obra cualificada y la baja inversión. “Hace poco más de 20 años, el país logró una reestructuración exitosa con la “Agenda 2010″. Entonces conocida como el “enfermo de Europa”, Alemania se transformó en líder exportador mundial. Hoy, además, contamos con una ventaja significativa: la deuda pública es baja, lo que permite margen para financiar estímulos al sector privado”, señalan desde Allianz.
Desde la Scope Ratings señalan que el colapso del gobierno de Alemania llega en un momento especialmente difícil para el país, en medio de los resultados de las elecciones estadounidenses. Eiko Sievert, analista de la firma, cree que es imprescindible que el país cuente con un gobierno estable y reformista porque muchas de las medidas que espera aplicar Trump afectará a las políticas comerciales, fiscales y de defensa alemana. El experto señala que aunque Alemania cuenta con unas finanzas más saneadas que la de países vecinos como Francia, el gasto adicional en defensa será difícil de acomodar. “La necesidad de mayores inversiones públicas para defensa, pero también para la transición ecológica, podría dar lugar a nuevos debates sobre reformas del freno de la deuda, el posible uso de fondos extrapresupuestarios o el traslado de al menos parte del gasto al ámbito europeo”, destaca Sievert. Entre los principales riesgos en Scope Rating señalan los débiles datos de crecimiento. Según sus cálculos, Alemania podría contraerse un 0,1% este año seguido de un estancamiento continuado el próximo año con un avance del 0,1% para 2025, inferior al 0,9% previsto anteriormente.