La prima de riesgo francesa roza los 80 puntos básicos, máximos de 2012

Los expertos descartan que a corto plazo el diferencial con Alemania retorne a los niveles previos al adelanto de las elecciones

Los inversores vigilan de reojo la escena política francesa. Después del sobresalto vivido con la convocatoria de elecciones, esta semana el mercado ha tenido que hacer frente a la apertura de un expediente por exceso de déficit. Francia tiene que empezar a tomar decisiones e implementar reformas para evitar las sanciones cuando entren en vigor las reglas fiscales, escenario que está previsto para 2025. A la espera de ver de cómo evolucionan los acontecimientos, el 30 de junio se celebra la primera vuelta, los inversores han frenado la venta de bonos franceses.

La rentabilidad de la deuda a diez años se mantiene estable en el 3,16%, por encima del 3,14% de la portuguesa al mismo plazo, y su prima de riesgo roza los 80 puntos básicos, máximos de 2012, coincidiendo con los peores momentos de la crisis de deuda en la eurozona. A las promesas de bajar los impuestos y recortar la edad de jubilación que propone la formación de Marine Le Pen se suman los planes de la alianza de izquierdas de revertir las medidas de Macron. Deshacer la reforma de las pensiones y del seguro de desempleo generaría unos costes de al menos 25.000 millones de euros.

Con este escenario como telón de fondo, el consenso del mercado descarta retornar a los niveles previos a los comicios europeos. Antes de la consulta el diferencial entre la deuda francesa y alemana se situaba en los 47 puntos básicos. Alex Everett, director de inversiones de Abrdn, espera que el comportamiento de los bonos franceses siga siendo inferior al de sus comparables europeos a medida se acerca la consulta. “Incluso si los centristas franceses sorprenden con unos resultados mejores de lo esperado, Macron ha abierto la caja de Pandora, y es poco probable que los diferenciales vuelvan a reducirse hasta sus recientes mínimos”, remarca. Entre los más negativos están los analistas de Federated Hermes que creen que a medida que se acerquen las elecciones la prima de riesgo se podría ampliarse hasta los 90 puntos básicos, ”Todavía podría haber mucha volatilidad. Es difícil volver a la situación que existía hace tres o cuatro semanas”, remarca Chris Igo, director de inversiones de AXA IM.

La posibilidad de que los bonos franceses se estabilicen en los niveles actuales puede tener unas consecuencias nefastas para unas finanzas públicas que ya estaban tocadas. A cierre de 2023 el déficit francés se situó en el 5,5% mientras la ratio de deuda sobre PIB rondaba el 112%, lejos del 3% y el 60% que establece Bruselas. Según cálculos del ministerio de Finanzas francés, unos tipos de interés altos durante más tiempo generarían un coste adicional de 850 millones al año. Después de cinco años, el importe se dispararía a entre 4.000 y 5.000 millones de euros.

Los nervios están a flor de piel y la incertidumbre es elevada, pero los analistas descartan una reedición de la crisis de deuda de la zona euro. Los expertos reconocen que un diferencial entre la deuda alemana y francesa en los 120 puntos básicos sería una señal preocupante. Aunque la prima de riesgo se ha ampliado con fuerza, estos niveles están lejos.

Al margen de la tensión que está viviendo el mercado francés, la deuda del resto de la zona euro respira algo más aliviada. El bono español a 10 años se mantiene estable en el 3,28% mientras la referencia italiana aguanta el tipo y continúa estando por debajo de la barrera del 4%. Los bonos alemanes, que en los momentos de más agitación volvieron a hacer valer su perfil de activo refugio, corrigen cinco puntos básicos en la semana, hasta el 2,4%.

El terremoto político de Francia seguirá tensionando a los mercados en las próximas semanas. Como escudo a lo que pueda suceder los inversores han acelerado el ajuste de carteras. Según la última encuesta de gestores de Bank of America, los participantes cambian Francia por España. El mercado francés, que el mes pasado era el preferido del Viejo Continente, es ahora el que menos gusta. Su puesto ha sido ocupado por el español.

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