Las criptomonedas ya no son cosa de frikis: los grandes fondos bendicen a los activos digitales

La aprobación de los fondos cotizados abre la puerta a los ‘traders’ profesionales en la inversión en criptoactivos

Un panel de la Bolsa de Nueva York muestra uno de los ETF de Bitcoin, en una imagen de archivo.SPENCER PLATT (AFP)

Desde que ganaron notoriedad, a las criptomonedas les ha perseguido la fama de ser un producto de inversión de escasa seriedad, especulativo y de “valor real cero”, en palabras del Banco Central Europeo (BCE). Poco menos que una apuesta de casino realizada a través de aplicaciones móviles por inversores minoristas. Aunque muchas de las dudas que generan no se han disipado, el visto bueno del regulador estadounidense a los fondos cotizados de bitcoin, en enero, fue el primer indicio de que los mercados los tenían en su mira. En las últimas semanas,...

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Desde que ganaron notoriedad, a las criptomonedas les ha perseguido la fama de ser un producto de inversión de escasa seriedad, especulativo y de “valor real cero”, en palabras del Banco Central Europeo (BCE). Poco menos que una apuesta de casino realizada a través de aplicaciones móviles por inversores minoristas. Aunque muchas de las dudas que generan no se han disipado, el visto bueno del regulador estadounidense a los fondos cotizados de bitcoin, en enero, fue el primer indicio de que los mercados los tenían en su mira. En las últimas semanas, la aprobación de un nuevo fondo, esta vez sobre Ethereum, y el apetito mostrado por los inversores institucionales estadounidenses en sus informes trimestrales han venido a confirmar que estas criptomonedas ya no son solo cosa de frikis. Mientras, el bitcoin cotiza cerca de sus máximos históricos.

Los ETF, o fondos cotizados, han sido el catalizador que los criptoactivos necesitaban para dejar atrás un criptoinvierno plagado de quiebras, desplomes y estafas multimillonarias. Mientras los cripto gurúes terminaban entre barrotes, como los fundadores de Binance y FTX, el sector necesitaba nuevos socios para retomar la bonanza alcanzada vivida en plena crisis sanitaria. En enero de este año, la SEC, el regulador estadounidense, se convirtió en un aliado inesperado al dar luz verde a los primeros ETF al contado de bitcoin. A ello se ha sumando el nuevo fondo cotizado de la criptomoneda Ethereum. Lo que hacen los ETF al contado es replicar el rendimiento de un activo. Se popularizaron en los años 2000 para emular el precio del oro o del petróleo, y ofrecen una serie de ventajas a los inversores, en términos de costes, de accesibilidad y, sobre todo, de seguridad, al comercializarse dentro de un mercado regulado.

Los reguladores están pavimentando el camino: en Europa, las puertas se abrieron a través de ETP (productos cotizados, que no fondos), productos que desembarcaron en 2019 aunque no gozaron de popularidad entre las grandes gestoras. Ya hay alrededor de 130 sobre criptodivisas listados en diversas Bolsas del Viejo Continente, como París, Ámsterdam y Zúrich. Sin embargo, el verdadero cambio llegará en diciembre, con la puesta en marcha del reglamento europeo de criptoactivos, conocido como MiCA. Entre las novedades de esta directiva europea, los proveedores de servicio cripto podrán desempeñar su actividad en todo el bloque comunitario sin necesidad de obtener 27 licencias distintas. Hay, como señalan los analistas de Citi, un “cambio de los vientos regulatorios”.

Eso sí, todos los grandes reguladores inciden en la desconfianza que les generan los criptoactivos. Cuando aprobó los primeros fondos sobre bitcoin, la SEC lo hizo con un asterisco: “El bitcoin es principalmente un activo especulativo y volátil que también se utiliza para actividades ilícitas como el ransomware, el blanqueo de dinero, la evasión de sanciones, y la financiación del terrorismo”. El BCE, por su parte, apuesta por una regulación del bitcoin “hasta prácticamente prohibirlo” e incide en que “ha fracasado en su promesa de ser una moneda global y descentralizada”, señalaban este febrero en un documento con un título muy revelador: Aprobación de los ETF de bitcoin: el nuevo ropaje de un emperador que está desnudo. Todo ello mientras prepara el lanzamiento del euro digital.

Especulativos o no, los inversores profesionales ven una oportunidad en ellos. La semana pasada se hicieron públicos los informes de activos trimestrales que deben presentar los grandes fondos estadounidenses. Este trimestre eran especialmente importantes, porque es el primero tras la aprobación este enero de los ETF de bitcoin. Y el activo ha pasado la prueba de algodón del inversor profesional: desde hedge funds hasta fondos de pensiones, más de 600 inversores institucionales han aflorado posiciones en bitcoin. Especialmente relevante fue el informe del fondo del estado de Wisconsin, que destinó en este periodo 160 millones al bitcoin. Esto es, un 0,1% de sus 146.000 millones de dólares en activos.

La participación del estado del Medio Oeste se ha hecho en buena parte a través del mayor ETF de bitcoin del mundo, con un valor de más de 20.000 millones de dólares, e impulsado por el que es, a su vez, el mayor gestor del mundo: Black Rock. En la misma semana, UBS, el banco más grande de Suiza, también reveló que mantiene una posición valorada en 145.000 dólares en el ETF de bitcoin gestionado por BlackRock. Otros gigantes como JP Morgan, Wells Fargo, BNP o Royal Bank of Canada han aflorado sus inversiones. Son, en su mayoría, posiciones pequeñas, pero que indican un cambio de paradigma entre los gigantes de la inversión.

Los ETF han supuesto una “autopista de entrada y salida” entre el mundo financiero tradicional y los criptoactivos, señala Román González, gestor del fondo especializado en estos productos de A&G. “Antes eran difícilmente comprables”, apunta el gestor, que subraya, junto a su compañero Rubén Ayuso, “el cambio de paradigma” que ha supuesto la aprobación de los vehículos de inversión regulados en criptomonedas. Con estas exposiciones pequeñas, de alrededor del 1%, los inversores “están empezando a meter la patita”. “Es como quitarle los ruedines a la bicicleta cuando aprendes a montar”, señalan los gestores.

Y todo a pesar de las acusaciones sobre su carácter especulativo o la ausencia de un valor real detrás. Y las dudas generadas por el hundimiento de gigantes como FTX. “La seriedad de un activo es subjetiva”, apunta Manuel Villegas, analista del banco suizo Julius Baer. “Lo que interesa es su rol en una cartera de inversión”, subraya el analista de activos digitales, que apunta que, con los números en la mano, una cartera tradicional, de 60% renta variable y 40% fija, “se beneficia históricamente” de un 1% de bitcoin. “Los inversores quieren tener exposición”, subraya. Para Ayuso, de A&G, la participación de los inversores institucionales irá aumentando, porque “es un activo soñado”, que mejora cualquier perfil de inversión, ya sea “conservador, equilibrado o agresivo”.

Por lo pronto, las criptomonedas respaldadas por ETF o ETP están respondiendo: el bitcoin, buque insignia de los criptoactivos, cotizaba este viernes por encima de los 68.100 dólares, cerca del máximo histórico marcado en marzo y muy lejos ya del criptoinvierno atravesado en la primera mitad de 2022. Desde enero se ha revalorizado más de un 55%, y en los últimos 365 días su valor se ha más que doblado (+ 147%). Ethereum, por su parte, ha subido un 60% en lo que va de año. “Se están volviendo activos globales”, matiza Villegas desde Julius Baer, que señala que han adquirido un rol en el ecosistema financiero: el de medir, como el oro, el sentimiento de riesgo del mercado.

Acceso a los productos

En España, la explosión provocada por los ETF y el interés de nuevos grupos en ganar exposición a las criptomonedas se topa con la cautela de las entidades tradicionales. El BBVA es uno de los pocos bancos locales que ofrecen algún tipo de producto cripto a sus clientes, a través de un bono que cotiza en Bolsa (ETN, por sus siglas en inglés), emitido por Fidelity, que replica el rendimiento de bitcoin. En otras geografías, el banco de origen vasco ofrece servicios de compra y venta de monedas digitales a sus clientes de banca privada. Algo similar sucede con el Grupo Santander, que ofrece a través de su banca digital Openbank acceso a 13 productos negociados (ETP) que ofrecen exposición a monedas cripto o empresas relacionadas.

Mientras la gran banca española aún se muestra recelosa de ofrecer productos cripto, las gestoras españolas buscan posicionarse rápidamente en lo que esperan sea un mercado muy rentable. A&G Fondos lanzó, a finales de 2023, el primer fondo de inversión libre orientado a activos digitales, el primero de su tipo en ser comercializado en Europa. Posteriormente, en abril de este año, Renta 4 se sumó a la competencia con un fondo similar que invierte también en divisas digitales, con el que también abre la puerta a los clientes de gestión discrecional de carteras.

Ambos fondos comparten un mismo enfoque: invierten en instrumentos cotizados en Bolsa con exposición a bitcoin, ethereum y, en menor medida, a otros activos digitales secundarios. Ambos vehículos de inversión — solo disponibles para inversores profesionales y con un mínimo de entrada de 10.000 euros en el caso de A&G y de 30.000 euros para Renta 4— aprovechan los ETPs para evitar así responsabilizarse de forma directa de la custodia cripto, un aspecto particularmente sensible tras el escándalo de FTX. Al mismo tiempo, precisan desde ambas gestoras, los fondos brindan a los clientes una opción “eficiente y sencilla” para ganar exposición a las criptomonedas, sin necesidad de operar en nuevas plataformas. A su vez, resaltan la importancia de una “gestión profesional” que proteja al inversor, muchas veces sin conocimientos específicos de activos digitales, ante los cantos de sirena de las criptomonedas meme.

Esto no quita que las grandes plataformas cripto no intenten acrecentar su alcance más allá de los pequeños ahorradores. Bitpanda, uno de los mayores brokers cripto de origen europeo, lanzó a finales de enero un servicio enfocado a las necesidades específicas de los grandes patrimonios, family offices y tesorerías corporativas. Bit2Me, la firma española participada por Telefónica y BBVA, presentó también en mayo su propio servicio para atraer inversores con más recursos, así como clientes corporativos. De momento, según ha revelado la compañía, cuenta con más de 4.000 empresas registradas, así como más de 1.500 clientes con saldos por encima de 100.000 euros.

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