La cartera del futuro según Citi: no más de un 20% en bonos

El banco defiende que el modelo clásico de cartera de 60% en Bolsa y 40% en deuda debe quedar atrás y abrir paso a estrategias más defensivas y flexibles ante la inflación

Señal de Wall Street en el distrito financiero de Nueva YorkBRENDAN MCDERMID (REUTERS)

El 60/20/20 es el nuevo 60/40. Las medidas no aluden a ningún patrón estético sino a la asignación de activos con la que en opinión de Citi deberán construirse las carteras de inversión de cara al futuro. La combinación de un 60% de renta variable y un 40% de renta fija había sido el modelo clásico durante décadas, que quedó sepultado por las fuertes pérdidas que causó en la deuda la fulminante subida de tipos de interés iniciada en 2022. La perspectiva de rebajas de tasa prevista pa...

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El 60/20/20 es el nuevo 60/40. Las medidas no aluden a ningún patrón estético sino a la asignación de activos con la que en opinión de Citi deberán construirse las carteras de inversión de cara al futuro. La combinación de un 60% de renta variable y un 40% de renta fija había sido el modelo clásico durante décadas, que quedó sepultado por las fuertes pérdidas que causó en la deuda la fulminante subida de tipos de interés iniciada en 2022. La perspectiva de rebajas de tasa prevista para este año había recuperado la fórmula 60-40, en la idea de las ganancias que estarían por venir para los bonos. Pero Citi avisa de un futuro en el que no se pueden descartar nuevos shock inflacionistas, capaces de dejar notables pérdidas en la renta fija, como tampoco sorpresas deflacionistas. Y ante ese horizonte incierto, aconseja una cartera más flexible y con menos bonos.

El banco estadounidense propone una cartera con un 60% de renta variable, un 20% de bonos y otro 20% en el que incluir estrategias de inversión capaces de dar protección frente a la inflación, un papel que ya quedó demostrado en 2022 que los bonos no pueden asumir. En ese 20%, Citi incluye inversiones más alternativas, como los denominados CTA (commodity trading advisors), fondos con una visión global sobre los movimientos del mercado y que invierten para ello en contratos de futuros sobre acciones, bonos, materias primas y divisas. La estrategia en dólares y en infraestructuras es también otra de las fórmulas que propone Citi para rebajar el peso que tradicionalmente se ha asignado a los bonos en las carteras.

El banco estadounidense incluso apunta a hacer un hueco a los criptoactivos. “Aunque los criptoactivos no han servido como cobertura ante la inflación, las estrategias en criptos bien pueden merecer un lugar en las carteras”, aseguran en Citi. Según explican desde la entidad, el hecho de que este tipo de activo sobreviviera al denominado criptoinvierno sugiere que ha llegado para quedarse. Además, “la SEC parece que ha llegado a esa conclusión y con los reguladores facilitando la inversión en bitcoin, el riesgo de una ofensiva regulatoria ha descendido significativamente”. No en vano, la SEC aprobó en enero el lanzamiento de los primeros ETF o fondos cotizados sobre bitcoin.

Citi apunta que desde julio de 2022, ya en pleno cambio de rumbo al alza de los tipos de interés, el S&P 500 se ha revalorizado el 11%, por debajo del 17% de revalorización del índice que engloba al dólar frente a una canasta de divisas internacionales y del 14% de las estrategias con fondos CTA. El balance para la inversión en bonos de EE UU a una década es cero. “Las rentabilidades actuales (de los bonos) no son aún suficientes para competir con los retornos de la renta variable, y las posiciones largas en bonos necesitarían estrategias de cobertura para merecer un peso del 40% en la cartera”, defienden en Citi.

El banco estadounidense recuerda que lo que sucedió en el mercado tras la pandemia, con la espiral alcista de precios, fue todo un recordatorio de que las estrategias de 60% en Bolsa y 40% en renta fija solo ofrecen protección en caso de entornos deflacionistas pero no ante shocks inflacionistas. En su opinión, de cara al futuro pueden ser igual de probables los fenómenos inflacionistas como los deflacionistas. Por un lado, como elementos inflacionistas aparecen el mayor gasto en defensa que se espera y la agresividad fiscal con que los gobiernos pueden responder ante un nuevo shock. Por el lado contrario, el auge de la inteligencia artificial y su contribución a la mejora de la productividad sería un factor deflacionista.

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