Larry Fink (BlackRock): “Ningún otro modelo económico puede sacar a tanta gente de la pobreza como el capitalismo”
El presidente de la mayor gestora de fondos del mundo defiende la importancia de tener un mercado fuerte para afrontar retos como el envejecimiento y la inversión en infraestructuras
Puntual a su cita, Larry Fink, el hombre más poderoso de la Bolsa, ha publicado su carta anual dirigida a inversores. En esta ocasión, la misiva del fundador y presidente de BlackRock, la principal gestora de activos del mundo, hace una ferviente defensa del capitalismo y los mercados. Son la solución, o al menos así lo cree él, a dos de los principales problemas a los que se enfrentan las sociedades contemporáneas: la presión sobre los sistemas públicos de pensiones por el envejecimiento de la población; y la necesidad de buscar financiación privada para desarrollar los ambiciosos problemas de infraestructuras que conllevan transiciones como la energética y la digital, aliviando así la carga de unas exhaustas y endeudadas arcas públicas.
Fink, cuya firma administra cerca de 10 billones de dólares, cree que, tras la crisis financiera de 2008, la recuperación de la economía estadounidense fue más rápida que la de otras naciones en buena medida a la fortaleza de sus mercados de capitales. “Los países que buscan la prosperidad, no solo necesitan sistemas bancarios fuertes, sino también mercados de capitales robustos”, asegura.
Para explicar la primacía de EE UU como primera potencia económica mundial, destaca que el mercado de acciones y bonos satisface el 70% de las necesidades de financiación de las empresas nacionales, mientras que en China las compañías dependen en un 65% de los préstamos bancarios. “A pesar de la tensión anticapitalista en los políticos modernos, la mayoría de los líderes mundiales todavía aprecian lo obvio: ninguna otra fuerza puede sacar a tanta gente de la pobreza o mejorar el nivel de calidad de vida como el capitalismo. Ningún otro modelo puede ayudarnos a lograr nuestras mayores esperanzas de libertad financiera, tanto como individuos como nación”.
Vivir más, vivir mejor
En opinión de Fink, el desarrollo de los mercados de capitales es clave para poder buscar soluciones a uno de los principales retos a los que se enfrentan nuestras sociedades: el aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la población. “En el mundo, una de cada seis personas en el mundo tendrá 65 o más años, lo que supone un aumento significativo respecto al ratio de uno de cada 11 del año 2019. Para poder enfrentarse a semejante cambio, los gobiernos tendrán que dar prioridad a reforzar sus mercados de capitales como ha hecho EE UU”, explica en su carta. “Sin embargo, con esto no quiero decir que el sistema de jubilación estadounidense sea perfecto, también necesita modernizarse”.
El presidente de BlackRock pone como ejemplo el desarrollo de innovaciones en el ámbito sanitario con productos como Ozempic que en su búsqueda de combatir la obesidad también tiene el efecto secundario de ampliar la esperanza de vida. “Como sociedad, dedicamos una cantidad tremenda de energía a ayudar a la gente a vivir más. Sin embargo, no destinamos ni una fracción de este empuje a ayudar a las personas a sufragar esos años de vida extra”, reflexiona.
El fundador de la megagestora de activos, que tiene en los planes de pensiones privados una de sus principales líneas de negocio, advierte de que el sistema de seguridad social en EE UU es insostenible si no se acometen reformas. Y ahí es donde su carta introduce el debate sobre la conveniencia de retrasar la edad de jubilación. “Nadie debería trabajar más allá de la edad en la que le apetecería retirarse. Pero creo es algo loco que nuestra referencia sobre la edad de jubilación, los 65 años, tenga sus orígenes en el Imperio Otomano”.
En relación con el ahorro para la jubilación, Fink cree que una de las principales barreras que tiene la inversión a largo plazo es el miedo. Si la gente tiene miedo a que el futuro sea peor que el presente, razona, es cuando “guarda el dinero en el banco o debajo del colchón” en lugar de tratar de maximizar sus ahorros a través de productos financieros. En este sentido, el directivo se muestra especialmente preocupado con las expectativas de las generaciones más jóvenes.
“Comparado con hace 20 años, los jóvenes estadounidenses tiene un 50% más de probabilidades de cuestionarse si la vida tiene un propósito. Además, cuatro de cada 10 reconocen que es difícil tener esperanza sobre el futuro del mundo”, advierte. Este desencanto vital, según Fink, explica en buena medida cómo la ira y la polarización se han hecho fuertes en el país. “Si las futuras generaciones no tienen esperanzas sobre su porvenir ni el de su país, entonces EE UU no solo pierde la fuerza que hace a la gente querer invertir. EE UU pierde lo que le hace ser EE UU. Sin esperanza corremos el riesgo de convertirnos en un país donde la gente guarda el dinero en el colchón y sus sueños no salen de su habitación”, advierte.
Apuesta por las infraestructuras
Fink también hace énfasis en su carta a inversores en que los mercados de capitales jugarán un papel clave en la financiación de infraestructuras. Con transiciones en marcha como la energética y la digital, el sector de las infraestructuras, valorado globalmente en un billón de dólares, es uno de los segmentos dentro de los mercados privados que más está creciendo. En los países en desarrollo, la población, a medida que su poder adquisitivo aumenta, demanda mejores conexiones a internet, aeropuertos con mayor capacidad o mejores carreteras. Por su parte, en los países más ricos, los gobiernos necesitan tanto construir nuevas infraestructuras como reparar las existentes.
Esa necesidad de gasto casa mal, según Fink, con los problemas presupuestarios de muchos Estados. “Desde Italia a Sudáfrica, muchas naciones sufren las mayores cargas de deuda pública de su historia. En el endeudamiento público global se ha triplicado desde 1970, alcanzado un ratio equivalente al 92% del PIB mundial. Y en EE UU, la situación es la más urgente que yo recuerdo. Desde el inicio de la pandemia, el país ha emitido cerca de 11,1 billones de dólares en nueva deuda, a lo que hay que añadir los crecientes intereses”, subraya.
El presidente de la principal gestora de activos reclama pragmatismo a los gobernantes a la hora de financiar puentes, carreteras, puertos, aeropuertos o torres de telecomunicaciones, buscando la complicidad del sector privado. En este enorme negocio que se abre para la inversión en infraestructuras es donde enmarca la apuesta de BlackRock con la compra de Global Infraestructure Partners (GIP). “¿Por qué GIP?”, se cuestiona el propio Fink en su carta, y él mismo se responde: “El negocio de infraestructuras de BlackRock ha crecido de manera muy rápida en los últimos años. Sin embargo, para poder satisfacer la demanda que hay para invertir en este sector, nos dimos cuenta de que necesitábamos crecer aún más rápido. Por eso hemos decidido unir fuerzas con GIP. Creo que el resultado traerá más y mejores oportunidades de inversión para nuestros clientes”. Con la adquisición de GIP, fundada por Bayo Oguniesi, con el que Fink compartió inicios profesionales en First Boston y que tras la operación tendrá un puesto en el consejo de BlackRock, la firma con sede en Nueva York se convierte, salvo que el Gobierno de Pedro Sánchez ponga trabas, en uno de los principales accionistas de Naturgy con el 20% del capital.
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