La aversión al riesgo se abre paso y debilita a las Bolsas

El Ibex firma su quinta semana a la baja, con una caída del 2,2%, y retrocede al nivel de mayo 

Carlos Cortinas Cano

El recrudecimiento del conflicto entre Israel y Hamás ha abierto un frente no esperado en los mercados financieros. Ante este nuevo riesgo geopolítico, las Bolsas parecen haber aguantado, a la espera de corroborar que el conflicto no escale y no intervengan otros países como Irán, uno de los principales exportadores de petroleo. Junto a esto, los inversores siguen preocupados por los tipos de interés. Los mercados quieren que el ciclo de subidas se acabe, pero las señales, al menos en Estados Unidos, van en sentido contrario. La resiliencia de la economía del país norteamericano, así como las palabras del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, que reiteró el jueves que las tasas se mantendrán altas durante más tiempo, ha hecho que el pesimismo fuera la tónica de la semana en las Bolsas, Ibex incluido.

El selectivo español cerró la sesión del viernes con una caída del 1,29% hasta los 9.029,1 puntos. El índice, que estuvo a punto de perder los 9.000 puntos a niveles intradía, encadenó así cinco semanas a la baja por primera vez desde la pandemia y volvió a niveles de mayo. No obstante, fue el que menos cayó entre los selectivos europeos, aunque solo Unicaja escapó las venta, con una subida del 0,1%.

Los recortes fueron generalizados el viernes, pero por encima de todas destacaron las caídas de ArcelorMittal, que se dejó un 4,14%, seguido por Acciona, que retrocedió un 3,17% e IAG, que cayó un 2,67%. Grifols también fue castigado por los inversores y cedió un 2,61%. Los inversores reaccionaron negativamente al anuncio de que la firma modifica la política de remuneraciones para su alta dirección para adaptarse a las normas sobre recuperación de estos ingresos adoptadas por el Nasdaq Stock Market, en el que cotiza la multinacional. Repsol también cayó ayer un 0,7% y en la semana es el cuarto valor que más sube (0,64%), gracias al impulso del precio del petróleo, que avanza un 1,37% en los últimos cinco días y cotiza en los 92,14 dólares por barril.

El crudo está en el centro de la atención de los inversores. La incertidumbre sobre la escalada del conflicto en Oriente Próximo, y el riesgo de que otros países como Irán, uno de los principales exportadores de crudo, intervengan presiona al alza al oro negro. Firmas de análisis como Bank of America otorgan solo un 5% de probabilidades de que pueda ocurrir una crisis del crudo y de que los precios puedan escalar. Sin embargo, el riesgo persiste y los inversores no lo descartan. El temor más grande para los mercados es que el incremento de los precios energéticos frustre los esfuerzos de los bancos centrales, comprometidos en llevar la inflación al 2%, y acelere la recesión económica.

Ante todos estos frentes abiertos los mercados no encuentran alivio y se ha avivado la aversión al riesgo entre los inversores, que han preferido buscar protección en el activo refugio por excelencia, es decir, el oro. El metal amarillo sigue al alza y se acerca a los 2.000 dólares la onza. Desde que estalló el conflicto en Israel, se aprecia más del 8%. En paralelo, el índice Vix de volatilidad del mercado de Chicago, termómetro habitual para medir el grado de nerviosismo de los inversores, se sitúa ya en niveles que no se veían desde marzo, en los 23,3 puntos.

La deuda también fue la gran protagonista de la semana, especialmente el bono americano, cuya rentabilidad se disparó hasta niveles no vistos en 16 años. El bono a 10 años de EE UU tocó el jueves el 5% por primera vez desde 2007, aunque luego aflojó y el viernes se situó en torno al 4,91%. La deuda española con vencimiento en 2033 cotiza con una rentabilidad del 4,03% y la alemana a igual plazo, del 2,93%.

La búsqueda de activos refugio y los altos rendimientos de los bonos lastraron a la renta variable en los principales mercados. Entre el resto de las Bolsas del Viejo Continente ninguna se salvó. El Mib italiano fue el peor de la semana, con una caída del 3,1%, seguido por el Cac francés (2,67%) y el FTSE británico (2,60%). El Dax alemán retrocedió un 2,56% mientras el Euro Stoxx un 2,69%.

Al otro lado del Atlántico, al cierre de los mercados europeos, Wall Street cotizaba con signo negativo. En los últimos cinco días los índices estadounidenses también se encuentran en terreno negativo, con pérdidas de entre un 1% y un 2,5%. Las dudas sobre cuál será el final en las subidas de tipos sigue siendo un interrogante especialmente en EE UU, donde el consenso otorga 21% de probabilidades de que el alza se produzca en la reunión de diciembre. El Consejo de Gobierno del BCE se reunirá el próximo jueves, aunque el mercado esta vez no espera subida de tipos.

Si bien a lo largo de estas últimas semanas algunos miembros de la Fed se mostraron a favor de una pausa en la subida de tipos, los últimos datos de creación de empleo apuntan que la entidad dirigida por Powell todavía tiene tarea por hacer. De hecho, la creación de empleo se disparó el mes pasado más del doble de lo previsto por los analistas y la tasa de paro quedó sin cambios respecto a agosto (3,8%). Estas cifras demuestran la fortaleza del mercado laboral estadounidense, que acumula ya 33 meses consecutivos generando empleo. Para Bank of America, la resiliencia del crecimiento estadounidense es el verdadero rompecabezas al que se enfrentan los inversores. “Esto sugiere que su resolución y, por lo tanto, el retorno a un entorno de mercado más ‘normal’ probablemente requerirá un desvanecimiento de los factores que han sostenido la fortaleza macroeconómica de Estados Unidos”, destacan.

En un contexto de mayor aversión al riesgo ante la tensión geopolítica, el inicio de la temporada de resultados esta semana ha quedado en segundo plano. Para los analistas de MacroYield, esta podría perder parte de su tradicional componente positivo como catalizador de las alzas bursátiles. Tom Fahey, estratega macroeconómico global de Natixis, considera que el mercado parece esperar un fuerte repunte de los beneficios para 2024, cercano al 10%. Una visión con la que no coincide. “Las empresas han ido perdiendo poder de fijación de precios y parece que el crecimiento económico seguirá ralentizándose. Creemos que será más difícil generar crecimiento de los ingresos y sospechamos que se avecina una mayor compresión de los márgenes de beneficio”, concluye.

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