El crudo mira hacia Irán en su nueva escalada alcista
Los expertos apuntan al vínculo de Teherán con Hamás, que hace temer por la extensión del conflicto, el freno a sus exportaciones o incluso un bloqueo del estrecho de Ormuz
Otra guerra más ha estallado en el mundo. El ataque sorpresa de la milicia Hamás sobre Israel ha vuelto a poner en el mapa de la geopolítica mundial el conflicto palestino-israelí con una virulencia no vista en décadas. Israel ha sufrido por parte de sus vecinos el mayor ataque de su historia, ante lo que ha prometido una respuesta militar que, según señaló ayer su primer ministro Benjamin Nethanyahu “va a cambiar Oriente Próximo”.
El conflicto, enquistado desde hace más de 70 años, estalla en un momento frágil para la economía mundial, que acusa el impacto de las subidas fulminantes de los tipos de interés emprendidas hace año y medio y que aún sigue en lucha frente a la inflación. Además del enorme impacto en pérdidas humanas, en una zona castigada desde hace décadas por la violencia, la guerra declarada entre Israel y Gaza abre un nuevo frente de inestabilidad financiera que tiene en el precio del petróleo su elemento más sensible.
El precio del crudo reaccionó ayer al inicio del conflicto con un alza que llegó en principio a superar el 5%, hasta los 89 dólares el barril brent, para luego estabilizarse entorno a los 88 dólares, con una subida del 4%. El futuro del gas a un mes también se disparó ayer más del 20% en el mercado holandés, el de referencia en Europa, a máximos de abril. Este avance se produce después de que Israel haya suspendido la producción en el campo de gas Tamar, situado en su costa sur, a causa de los combates con Hamás.
Ni Israel ni los territorios de Gaza o Cisjordania son países productores de crudo, tampoco sus países limítrofes son grandes exportadores, pero el mercado petrolero contiene el aliento ante la posibilidad de una escalada bélica que pueda implicar a Irán, aliado de la causa palestina y rival en el mundo árabe de Arabia Saudí, país que cada vez está más próximo a Estados Unidos y que ha mantenido avanzadas conversaciones para el reconocimiento de Israel como estado.
Los expertos coinciden en que el precio del petróleo va a revertir el descenso que había registrado en la última semana y señalan que va a afrontar un nuevo escenario de presiones al alza de una duración ahora imposible de predecir. En la memoria está el alza del 240% que registró el petróleo con la guerra del Golfo en 1990, del 45% con la guerra de Irak en 2003 o del 40% en 2011 con la guerra en Libia. También los 128 dólares que alcanzó en marzo de 2022, tras el inicio de la guerra en Ucrania
El papel de Irán va a ser clave en la evolución geopolítica del conflicto y en la cotización del oro negro. El régimen de Teherán no ha ocultado su simpatía hacia el ataque lanzado por Hamás, que ha recibido el aplauso de la cúpula militar iraní. Y para una país petrolero como Irán la primera lectura del conflicto podría ser una reducción de sus exportaciones, cuando no un regreso a las sanciones por parte de EE UU, aliado fiel de Israel.
Para Goldman Sachs, uno de los riesgos claros del conflicto respecto al petróleo es un descenso en la producción iraní. El banco estadounidense mantiene su estimación de un ascenso del precio del barril brent a 100 dólares en junio de 2024, ya que, de entrada, no aprecia un impacto en la producción actual de crudo y cree improbable un efecto inmediato en la demanda o los inventarios a corto plazo. Pero sí asume en sus previsiones un descenso significativo en la producción iraní de petróleo y añade que a raíz del conflicto, también se reduce la probabilidad de un incremento de la producción de Arabia Saudí en 2024, que considera habría sido más factible con una normalización de las relaciones entre Israel y el gigante petrolero.
En Citi señalan que “es probable que el continuado ascenso de las exportaciones de crudo iraní termine pronto”. El banco estadounidense avisa de que es probable que Estados Unidos sea menos permisivo con Teherán y pueda imponer sanciones que incluso impidan sus exportaciones. Pero advierte de que el gran riesgo para un repunte del crudo “se deriva de una mayor probabilidad de un ataque israelí contra las instalaciones nucleares de Irán, que probablemente se prolongaría hasta bien entrado 2024″. Franco Macchiavelli, responsable de análisis en Admirals España, sí cree que el brent podría superar los 100 dólares el barril a corto plazo. La producción de crudo iraní se ha incrementado en casi 700.000 barriles por día este año, convirtiéndose en la segunda fuente más importante de suministro adicional en 2023, después del petróleo estadounidense. “Es conveniente recordar que una de las razones por las que la Casa Blanca toleró las exportaciones de petróleo iraní en el pasado fue debido al impacto negativo que tenían en Rusia, pero el contexto actual cambia el paradigma del escenario, por lo tanto, la reactivación del conflicto en Oriente Medio podría llevar a que la administración de Biden refuerce las sanciones”, explica. Una situación de la que podría salir beneficiada la exportación de petróleo de Venezuela e incluso de Rusia.
Si el conflicto se extiende por la región, el papel de Irán sobre el precio del crudo no solo es clave por sus exportaciones. Como señala Benjamin Melman, director de inversiones de Edmond de Rothschild AM, “Irán no sólo es un importante productor de petróleo, sino que también tiene capacidad para bloquear el estrecho de Ormuz, como ya ha hecho en el pasado y, puede destruir fácilmente los yacimientos petrolíferos vecinos”.
Geopolítica e inflación
La geopolítica es determinante en el precio del petróleo y un factor que se escapa a los bancos centrales. El encarecimiento que se espera para el alza del petróleo es por tanto un preocupante obstáculo para la Fed y el BCE en su objetivo de alcanzar el 2% de inflación y da renovados argumentos para que, según han avanzado los bancos centrales, los tipos de interés se mantengan a niveles elevados durante tiempo. La tensión geopolítica va a ser motivo para mantener la tensión alcista del petróleo en el corto plazo. Y para el largo, lo puede ser también el aumento de la demanda que espera la OPEP.
En el informe de perspectivas que dio a conocer ayer, el cartel petrolero vaticinó -que el consumo mundial de petróleo seguirá aumentando al menos hasta 2045, una previsión que contrasta con la de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que ve posible el pico y declive definitivo de la demanda mundial de combustibles fósiles antes de 2030.
En sus perspectivas, la OPEP prevé que la demanda mundial de energía aumente un 23% hasta 2045, es decir, en una media de unos tres millones de barriles de petróleo al día cada año. A largo plazo, la OPEP prevé que la demanda mundial de petróleo aumente en más de 16 millones de barriles entre 2022 y 2045, hasta los 116 millones. “Los llamamientos a detener las inversiones en nuevos proyectos petrolíferos son erróneos y podrían conducir al caos energético y económico”, defendió ayer el secretario general de la OPEP, el kuwaití Haitham Al Ghais.
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