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Tribuna
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Humanizar la tecnología, el verdadero reto de la transformación legal

Automatizar tareas repetitivas no deshumaniza el trabajo legal; al contrario, lo dignifica, porque permite concentrarse en aquello que genera verdadero valor: pensar, asesorar, negociar y decidir

El sector legal atraviesa una de las mayores transformaciones de su historia. La digitalización, la automatización y la inteligencia artificial están redefiniendo la manera en que los equipos jurídicos trabajan, colaboran y crean valor. Sin embargo, en medio de esta revolución tecnológica hay algo que permanece inalterable: las personas siguen siendo el motor del cambio. La clave no está solo en implantar tecnología, sino en humanizarla, para que impulse realmente la evolución del sector.

En los últimos años, el ámbito jurídico ha vivido una auténtica avalancha de soluciones tecnológicas. Plataformas de gestión de contratos, herramientas de automatización documental o sistemas de inteligencia artificial forman parte del vocabulario habitual en los despachos y departamentos jurídicos. Pero detrás de este progreso técnico late una realidad: la transformación digital en el entorno legal es, sobre todo, un reto de conexión.

No se trata solo de conectar sistemas o procesos, sino de conectar personas, y es precisamente en ese punto de encuentro entre lo técnico y lo humano donde la función de legal operations adquiere un papel esencial. Su reto va mucho más allá de la eficiencia o la gestión: consiste en traducir la complejidad técnica al lenguaje humano, las necesidades del negocio al jurídico y las aspiraciones de los equipos a soluciones tangibles. Esa capacidad de conectar es la que permite que la tecnología sea útil y aceptada.

En demasiadas ocasiones, la adopción tecnológica se percibe como un fin en sí mismo. Muchas organizaciones invierten en plataformas o dashboards con la esperanza de “modernizar” su departamento legal. Sin embargo, se implementan soluciones sin repensar los procesos, sin alinear expectativas o sin escuchar ni formar adecuadamente a los equipos. El resultado es conocido: herramientas infrautilizadas y frustración generalizada.

He visto proyectos técnicamente impecables que no prosperan porque los equipos no se sienten parte del cambio o no comprenden el propósito detrás de la digitalización. Humanizar la tecnología implica devolverle sentido. Significa diseñar sistemas que se adapten a las personas y no al revés, que simplifiquen la vida profesional en lugar de añadir complejidad.

En el ámbito de legal operations, el desafío no es solo implementar soluciones, sino facilitar la transición emocional y cultural que la innovación implica. Para ello, debe actuar como un puente entre tres mundos que, a menudo, no hablan el mismo idioma: el jurídico, el tecnológico y el del negocio. Humanizar la tecnología pasa por construir esos puentes, garantizando que cada parte entienda el valor que aporta la otra.

Esto requiere algo más que habilidades técnicas. Requiere empatía, escucha activa y liderazgo colaborativo, la capacidad de involucrar a todos los actores desde el diseño del cambio, no solo al final del proyecto.

El concepto de diseño centrado en las personas se ha consolidado en otros sectores, pero aún tiene recorrido en el ámbito legal. No se trata de preguntar si una herramienta es útil, sino si resuelve un problema relevante para quienes la usan. Escuchar a los equipos, mapear sus flujos de trabajo y co-crear soluciones son pasos sencillos que cambian radicalmente la adopción y el impacto.

Cuando un equipo jurídico comprende por qué una nueva herramienta mejora su día a día la resistencia desaparece. Pero cuando la tecnología se impone sin contexto, se convierte en un obstáculo más.

No se trata de sustituir el criterio jurídico, sino de liberarlo. Automatizar tareas repetitivas no deshumaniza el trabajo legal; al contrario, lo dignifica, porque permite concentrarse en aquello que genera verdadero valor: pensar, asesorar, negociar y decidir.

En última instancia, humanizar la tecnología es una cuestión de liderazgo. Los responsables de las funciones y operaciones legales debemos recordar que la innovación no empieza con un software, sino con una conversación. Escuchar, entender el contexto y conectar la estrategia tecnológica con la motivación humana son las claves que diferencian un proyecto exitoso de una simple implantación.

Legal operations se ha consolidado como el punto de encuentro entre la estrategia, la tecnología y la cultura corporativa. Su mayor éxito no reside en implementar sistemas más rápidos, sino en crear organizaciones legales más humanas, colaborativas y sostenibles.

El futuro del sector legal será cada vez más digital, pero eso no lo hace menos humano. Al contrario, cuanto más avance la tecnología, más necesitaremos habilidades de comunicación, empatía y liderazgo para hacerla realmente útil. Humanizar la tecnología no significa ralentizar el cambio; significa asegurar que ese cambio tenga sentido para las personas que lo hacen posible.

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