Las pymes: el motor de nuestra economía, en proceso de adaptación
Uno de los problemas crónicos es la complejidad normativa y la inseguridad jurídica, a esto se le suma el acceso a la financiación

Son más de tres millones de pequeñas y medianas empresas las que, desde los barrios de nuestras ciudades hasta los rincones más rurales, generan el 66% del empleo de nuestro país, aportando cerca del 62% del valor añadido bruto en sectores clave para la economía. Las pymes representan más del 90% del tejido empresarial de España, según CEPYME, y son el rostro de la proximidad y el esfuerzo diario. Sin embargo, los retos a los que se enfrentan a diario no siempre les permiten sobrevivir.
Hay algunos retos o males que son conocidos desde esde hace años, pero no por ello menos urgentes o necesarios de solucionar. Otros, consecuencia de la transformación acelerada en la que vivimos. Todos requieren de una respuesta.
Uno de los problemas crónicos es la complejidad normativa y la inseguridad jurídica. Una pyme debe cumplir con casi las mismas obligaciones que una gran empresa, pero sin sus recursos. La hiperregulación y la falta de armonización entre normativas autonómicas y estatales generan cuellos de botella que restan competitividad. A esto se suma la sobrecarga que puede representar la adaptación a nuevas regulaciones laborales, como la prevista reducción de la jornada a 37,5 horas semanales. Medidas que deberían ejecutarse de forma escalonada y con apoyos específicos para no desbordar aún más a las estructuras más frágiles. Una simplificación administrativa y una fiscalidad adaptada a la realidad de las pymes permitiría la viabilidad de un gran porcentaje de estas.
Otro problema que asola a las pymes es el acceso a la financiación. Y esto se debe en parte a la aversión al riesgo por parte del sistema bancario, especialmente tras los recientes ajustes regulatorios, y al escaso conocimiento de las pymes de las diferentes ayudas y subvenciones disponibles que muchas veces podrían solucionar ciertas situaciones o permitir el desarrollo de proyectos que llevan años en un cajón. Por eso, es importante que las pymes y sus responsables tengan conocimientos financieros y planifiquen su ejercicio con una estrategia clara que demuestre su solidez, siendo capaces de presentar a las entidades unas cifras detalladas y creíbles.
Si fueran pocos estos retos mencionados, diría que no puede faltar el de la transformación digital. Y no es ni una moda ni que haya que decirlo. La transformación digital no puede limitarse a la simple instalación de un software o al uso de un ordenador, como muchas empresas lo entienden. Va más allá: es cuestión de cultura, de nuevos procesos, de eficiencia. Implica repensar modelos de negocio, canales de venta, sistemas de información y liderazgo. Y, un ejemplo claro, es la inminente obligatoriedad de la facturación electrónica, que más allá de pensarla como una obligación, puede suponer una oportunidad para profesionalizar procesos.
Tampoco podemos obviar el problema del relevo generacional al que se ven avocadas actualmente las pymes. Un gran porcentaje de propietarios de estas tienen más de 55 años y muchos carecen de un plan de sucesión. Y esta falta de preparación para ese tránsito puede suponer el cierre de negocios viables, por lo que debería promoverse una cultura de la continuidad, que incluya formación, incentivos y apoyo en los procesos de transmisión de estos negocios.
Otro fenómeno creciente que golpea directamente a las pymes es el absentismo laboral. Esta realidad, presente en empresas de todos los sectores y territorios, genera sobrecostes y pérdida de competitividad. Las pequeñas estructuras, con menor capacidad de sustitución, son especialmente vulnerables. Afrontar el absentismo exige una estrategia integral que combine prevención, mejora del clima laboral y eficiencia en los sistemas de control y gestión, aspectos que muchas veces no son tenidos en cuenta por las pymes.
Y a todos los retos mencionados, sumaría una coyuntura que no da tregua: tensiones geopolíticas, escasez de talento, costes energéticos... En este escenario, la resiliencia de nuestras pymes es heroica. Pero no podemos pedirles más sin un entorno adecuado que les permita responder con el mismo compromiso y dedicación como lo vienen haciendo desde hace años.
Detrás de cada pyme hay un proyecto de vida, una red de empleo, una apuesta por el territorio. Cuidarlas no es un gesto simbólico, es una decisión estratégica para el futuro de nuestro país.