Sector legal y sostenibilidad: entre la regulación y la oportunidad estratégica
Su doble rol, como organizadores y asesores de compañías que son críticas en esta transición, otorgan fuerza al papel de las firmas de abogados y le ofrecen una ventaja competitiva
Hace no mucho tiempo escuché en un encuentro informal con un representante de un despacho de abogados que la sostenibilidad había pasado de moda. Es cierto que la vuelta de Trump al poder y el nuevo discurso centrado en el proteccionismo económico, la seguridad nacional y la priorización de la competitividad pueden suponer ajustes en la narrativa de la sostenibilidad de gobiernos y empresas (los veremos, seguro), pero también es innegable que pese a los grandes titulares que anuncian el fin de la era verde, la transformación de las empresas en términos de la sostenibilidad hace tiempo que comenzó con una inercia que parece lejos de parar.
La sostenibilidad ya es algo tangible y sustancioso para una gran mayoría de empresas y está vinculada directamente con la estrategia de las organizaciones. El 78% de los CEO españoles aseguraban en un reciente estudio (KPMG Outlook, 2024) que ya han integrado los asuntos ESG en sus estrategias corporativas como palanca de generación de valor, y una amplia mayoría de los líderes del Ibex-35 tienen su remuneración vinculada al desempeño en sostenibilidad.
Otro dato: a partir de 2025, más de 50.000 empresas en toda Europa, incluyendo firmas de abogados, estarán obligadas a reportar bajo la directiva CSRD de información corporativa sobre sostenibilidad frente a las 11.600 actuales. De hecho, este año ya veremos los primeros informes bajo las nuevas directrices europeas, y estaremos muy pendientes del paquete europeo Omnibus, previsto para finales de febrero, que promete una revisión de los grandes pilares de la regulación europea sobre sostenibilidad para garantizar la coherencia y simplificar la carga administrativa del reporte.
Algunos ven en esta revisión un punto de inflexión en el enfoque de las autoridades europeas, pero más allá de nuestras opiniones, es importante recordar que simplificar no es hacer desaparecer las obligaciones en términos ESG. Más allá del cumplimiento normativo, la sostenibilidad sigue exigiendo trabajar en varios frentes y es importante estar preparado para adaptarse a los cambios que puedan suceder y, sobre todo, para abrazar un proyecto verdaderamente transformador para las organizaciones. Quedarse parado mientras ves llegar la ola no parece la mejor opción.
En este escenario, ¿cuál sería la hoja de ruta para aquellas firmas legales que se adentran por primera vez en el mundo de la sostenibilidad o que necesitan revisitar su estrategia?
Ciertamente, los despachos tienen una oportunidad única de liderar los esfuerzos sostenibles y convertir al sector en un referente. Su doble rol, como organizadores y asesores de compañías que son críticas en esta transición, otorgan fuerza al papel de las firmas de abogados y le ofrecen una ventaja competitiva. El enfoque no debe ser únicamente cumplir los requerimientos regulatorios y las exigencias de clientes y otros grupos de interés, sino marcar el camino.
El primer paso es elaborar un exhaustivo ejercicio de análisis y reflexión bajo la perspectiva de doble materialidad, impactos, riesgos y oportunidades. A partir de ahí, entra en juego la planificación estratégica, definiendo objetivos claros y medibles, con el propósito de integrar los criterios ESG en toda la actividad y operaciones de la firma. Y no menos importante, la creación, capacitación y formación de equipos en un área cada vez más profesionalizada. Ya hay un 76% de empresas españolas que cuentan con un departamento o responsable específico de sostenibilidad. También es importante la implantación de herramientas tecnológicas que permitan hacer seguimiento del plan y objetivos estratégicos, y gestionar el alto volumen de información que requiere el reporte en sostenibilidad.
Con el actual marco regulador ya no basta con construir una narrativa que explique la estrategia y los objetivos en materia de sostenibilidad, sino que el discurso de las organizaciones deberá apoyarse en fuentes de datos fiables y homogéneos que garanticen la calidad de la información y el seguimiento de los impactos, evitando el censurable greenwashing. Ahora mismo está en desarrollo la futura directiva sobre alegaciones ecológicas de la Unión Europea, que obligará a las empresas a justificar sus afirmaciones medioambientales, asegurando que estén respaldadas por metodología y estudios exhaustivos y verificables.
Todo lo que se comunique en términos sostenibilidad se mirará con lupa, de manera que la narrativa e información cualitativa deberán estar respaldadas por datos contrastables. Este sin duda será un punto clave en el que las firmas ya pueden trabajar y que exigirá la colaboración de los abogados con las áreas de sostenibilidad y marketing para adaptar la comunicación ESG de manera que sea creíble y confiable. Quedarse callado tampoco parece una opción porque la sostenibilidad tiene un impacto directo en la relación con clientes, empleados y demás grupos de interés, así como en la reputación de las firmas.
Volviendo a la reflexión del principio, ¿la sostenibilidad ha dejado de estar de moda? Definitivamente, no. Los despachos deberán tener claro, más que nunca, cuál es su hoja de ruta y cómo prepararse para integrar la sostenibilidad como un verdadero pilar estratégico. El reto no es subirse a la ola de la sostenibilidad, sino saber liderarla.