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En colaboración conLa Ley

Las marcas piden más esfuerzos para tapar los agujeros por los que se cuelan las falsificaciones

El correo postal y la mensajería urgente se han convertido en el principal medio de transporte, lo que complica los procesos de control de las aduanas

GETTY IMAGES
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Las bandas que trafican con productos falsificados han adaptado su modus operandi a la digitalización de la economía. Paquete a paquete, el correo postal y la mensajería urgente se han convertido en el principal medio de transporte de las copias detenidas. No obstante, con el auge del comercio electrónico, especialmente a raíz de la pandemia, zapatos, bolsos o perfumes falsos han llegado directamente a la puerta de los consumidores. Organismos como la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) o la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) han alertado de este coladero en los últimos años, que se ha vuelto insostenible para las marcas debido a que complica los procesos de control y detección que llevan a cabo las autoridades aduaneras.

Y es que, aunque el número de artículos detenidos en las fronteras de la Unión Europea no ha dejado de crecer en los últimos años, la ingente cantidad de paquetes que llegan a España hace que sea imposible pararlos todos. Según explican desde Aduanas a CincoDías, además de que se frenaría el comercio internacional, por una razón de falta de personal. Así, si la información solicitada para el cumplimiento de las formalidades administrativas es correcta y no existen sospechas, este tipo de envíos suele despacharse automáticamente.

Para revertir esta situación, las marcas piden que se destinen más esfuerzos a la trazabilidad de los paquetes “para que tanto remitente como destinatario estén identificados”. “El problema es que se trata de emisores pantalla, es decir, ponen una dirección o un número de teléfono que, al cabo de poco tiempo, cambian”, explica Gerard Guiu, director general de la Asociación para la Defensa de la Marca (Andema). Como consecuencia, se enfrentan a dificultades para perseguir a estos grupos criminales, responsables de que en España se pierdan al año 5.753 millones de euros y 44.697 puestos de trabajo directos, según la EUIPO. “Cuando nos piden los datos del remitente, damos los que vienen en la documentación. Que sean exactos o no, no lo sabemos. Nos centramos en el destinatario”, dicen desde Aduanas.

No en vano, desde 2014 aplican un reglamento europeo que prevé la destrucción exprés de pequeños envíos, aquellos que contienen tres o menos unidades o pesan menos de dos kilos. De esta forma, los particulares que compran artículos falsos por Internet se arriesgan a perder el dinero pagado y la mercancía. “No hace falta denuncia previa del titular del derecho concernido, sino que basta la mera sospecha de que el paquete importado pueda ser una copia falsa”, explica José Carlos Erdozain, of counsel de Pons IP.

Desde el punto de vista del delito, la responsabilidad se centra en los fabricantes, aunque también alcanza a los transportistas. Los primeros pueden incurrir en un “delito contra la propiedad industrial” e “infringir derechos de marca”, señala Juan José Caselles, jefe de Antifalsificaciones de Elzaburu. Los segundos, “si conocen las falsificaciones, pueden ser cooperadores necesarios, cómplices o directamente autores del delito”.

En este sentido, destaca una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que en 2012 avaló la condena que un tribunal alemán le había impuesto al gerente de una empresa de transportes, el señor Donner. Y ello por complicidad en la distribución de copias de muebles de estilo Bauhaus, precedentes de Italia, pero que en Alemania estaban protegidos.

Iniciativas

Para hacer frente a este entramado, algunos marketplace, como Amazon, han implantado servicios para verificar la identidad de los vendedores. Por ejemplo, los colaboradores que quieren empezar a vender “tienen que proporcionar un documento oficial de identidad con foto, así como información fiscal o de cuentas bancarias”. “En 2022, detuvimos más de 800.000 intentos de crear cuentas fraudulentas”, señalan.

Otra tendencia se centra en las etiquetas y el empaquetado. Como explica Àlex Brossa, manager de Packaging Cluster, una entidad que agrupa a más de 130 miembros del sector del envase y embalaje, los códigos QR son una alternativa “económica” para almacenar información sobre la trazabilidad del producto. “Las marcas podrían jugar con esto”. Como señala Guiu, la lucha contra las falsificaciones exige respuestas a los nuevos desafíos.

Getty
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Trocear y etiquetar después

Embalaje. Los falsificadores están troceando los productos, de forma que envían por un lado el embalaje y las etiquetas y por otro los artículos. Así, tratan de que, en caso de que las autoridades paren el etiquetado en la frontera, el resto del cargamento siga su curso. Esta es una de las tendencias que se desprende del último informe de la Euipo sobre la observancia de los derechos de propiedad intelectual en la Unión Europea. El análisis incide en “la primacía de China, seguida de Turquía y Hong Kong”, como los principales países de procedencia de las falsificaciones. Entre las mercancías detenidas de origen chino, predomina “el material de embalaje”; en el caso de Turquía, “las prendas de vestir, mientras que los artículos más detenidos procedentes de Hong Kong y China son las etiquetas y pegatinas”.

Delito. Esta práctica, sin embargo, puede ser perseguida legalmente. Como explica Juan José Caselles, jefe de Antifalsificaciones de Elzaburu, “el responsable desde la perspectiva administrativa sería el importador de las etiquetas y materiales. Si se demostrara que el importador se dedica a la fabricación de productos con marcas falsificadas, podrían responder penalmente todos los implicados”. Desde la Asociación para la Defensa de la Marca (Andema), Gerard Guiu, su director general, pide la colaboración de las embajadas de los principales Estados de origen de las falsificaciones. “Tenemos que coordinarnos para afrontar este problema”, subraya.

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