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Las nuevas sociedades en beneficio e interés (SBIC): ¿empresas con propósito en una nueva economía?

El tiempo dirá si la sociedad y el legislador dotan de recorrido a esta figura o se queda en una mera intención

Getty Images

Hace un mes entró en vigor la Ley 18/2022, de creación y crecimiento de empresas, llamada “ley crea y crece”, que introduce reformas de gran calado en nuestra legislación mercantil, y que tiene por objeto responder a las recomendaciones realizadas por los diferentes organismos internacionales, mejorar el clima de negocios y aumentar del tamaño y la productividad de las empresas en España.

Una de las novedades que están pasando inadvertidas la encontramos en el reconocimiento de la figura de las sociedades de beneficio e interés común (SBIC). Se trata de entidades con ánimo de lucro que, más allá de cumplir con los criterios de responsabilidad social, medioambiental y de buen gobierno (ESG), utilizan recursos privados para alcanzar un triple objetivo o impacto positivo en la sociedad: económico, social y/o ambiental.

Aunque su plena efectividad y concreta regulación quedan diferidas a un momento posterior, ya que será por vía reglamentaria cómo se establecerán los criterios y la metodología de validación, su mera introducción en nuestro ordenamiento jurídico supone un gran logro por parte de las empresas y organizaciones que, además de obtener un beneficio económico, buscan generar impacto positivo en la sociedad.

Según el primer Barómetro del Propósito Empresarial en España, realizado en 2021 por la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) y Transcendent, tres de cada cuatro directivos perciben el propósito como un elemento que impacta en la operativa de la empresa y que contribuye a mejorar la rentabilidad de la compañía. Además, el 43% reconoce que la responsabilidad de integrar el propósito a la actividad de la compañía es del CEO y del equipo directivo.

A la espera de su confirmación en el posterior desarrollo reglamentario, siguiendo las líneas básicas de las SBIC, podemos avanzar que son sociedades mercantiles (S.A. o S.L.) sometidas a la aplicación de la Ley de Sociedades de Capital, sin que quepan otras figuras jurídicas. Además, se someten a este régimen de manera voluntaria, debiendo recoger en sus estatutos y, en concreto en su objeto social, su compromiso con la generación explícita de impacto positivo a nivel social y/o medioambiental a través de su actividad.

Asimismo, deben incorporar controles que garanticen el equilibrio entre el beneficio económico y los objetivos sociales y/o ambientales; contar con herramientas que midan y evalúen el impacto generado con indicadores objetivos; y ser transparentes, exigiéndose una certificación externa independiente y pública, para lo que será necesaria la homogeneización y la aplicación de criterios de proporcionalidad de acuerdo con el tamaño y sector de la empresa.

Por último, debe existir una responsabilidad concreta de la entidad y/o sus administradores, que deberán responder ante los accionistas del incumplimiento de los objetivos marcados, tanto de carácter económico, como social y/o medioambiental en forma de impacto.

En los próximos años el propósito y la sostenibilidad no serán un asunto secundario para el éxito financiero de las empresas. Esta iniciativa legislativa ha sido auspiciada por el movimiento BCorp, donde ya hay más de 5.500 empresas en 77 países. El 70% de las compañías que forman parte del movimiento en España son pequeñas empresas, pero también hay grandes que han realizado ese proceso de transformación.

Muchos de estos empresarios comprometidos desarrollaban hasta ahora sus propósitos de transformación jugando con una doble figura: tener una sociedad mercantil y simultáneamente constituir una organización de carácter altruista (fundación o asociación) donde canalizar las aspiraciones sociales. Ello da lugar a múltiples ineficiencias, dificultad en la gestión o duplicidades,  que es posible que esta figura venga a solventar. El tiempo dirá si la sociedad y el legislador dotan de recorrido a esta figura o se queda en una mera intención.

Carmen Flores, socia directora del Departamento Mercantil de Ejaso ETL Global 

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