Cómo es la directiva que Europa aplicará por primera vez para acoger a refugiados ucranianos
Implica la obligación de los Estados de garantizar su alojamiento y sustento y les da la posibilidad de trabajar por cuenta propia o ajena
Cuando la madrugada del 24 de febrero de 2022 el ejército ruso comenzó la invasión de Ucrania, los gobiernos, las embajadas, los parlamentos, las tertulias y las redes sociales se llenaron de incógnitas. ¿Cuánto durará este conflicto? ¿Hasta dónde llegará Putin? ¿Cuánto resistirá el gobierno de Zelenski? ¿Qué harán la Unión Europea, la OTAN, China? No obstante, una cuestión estuvo meridianamente clara desde el principio: el infierno desatado por los misiles forzaría a muchísimas personas a abandonar sus hogares, sus ciudades y, finalmente, su país.
Al momento de escribir estas líneas, Acnur calcula que más de 500.000 personas han huido ya de Ucrania. Como la experiencia ha demostrado una y otra vez, la mayor parte de los refugiados suelen acudir en primer lugar a los países más cercanos al suyo. De la misma forma que tantos sirios huyeron a Turquía, o los afganos a Irán y Pakistán, estos nuevos refugiados están llegando a Polonia, Eslovaquia o Rumanía, países que, a la par que ser vecinos de Ucrania, son miembros de la Unión Europea.
Más allá de los planes de contingencia que se han implantado para ofrecer una primera acogida a estas personas, es cuestión de tiempo que los sistemas de asilo de esos países se vean sobrepasados. Según las previsiones de Acnur, hasta cinco millones de personas podrían abandonar Ucrania para buscar protección en sus países vecinos.
Ante esta situación, que podría superar por mucho las capacidades de cualquier Estado miembro, se requiere de la Unión Europea una respuesta común. Soluciones europeas para problemas europeos. Si bien ya en las primeras horas de invasión algunos advertimos la necesidad de activar, por primera vez en la historia, la Directiva 2001/55/CE, creo no ser el único que lo decía con el convencimiento de que, una vez más, la veinteañera directiva de protección temporal sería ignorada.
Para sorpresa general, no ha sido así. El pasado 27 de febrero, los ministerios con competencias en interior de la Unión Europea apoyaron la idea de aplicar la directiva de protección temporal a los -ya entonces centenares de miles- refugiados de Ucrania. A mi juicio, dos razones explican este cambio de paradigma. De un lado, que los Estados más afectados se encuentran entre los que tradicionalmente se han opuesto a todo avance hacia una política de asilo verdaderamente común. Del otro, que los refugiados ucranianos son percibidos como culturalmente cercanos y amenazados por un enemigo común, contrastando así con la xenofobia y el racismo con el que los gobiernos de esos Estados se negaron a recibir a solicitantes de asilo procedentes de otras latitudes.
En cualquier caso, la aplicación de esta directiva será un avance muy bienvenido. Así, permite que, una vez el Consejo, a propuesta de la Comisión, constate una situación de afluencia en grandes números de personas desplazadas que no puedan volver a su país de origen, se ponga en marcha un mecanismo para otorgarles una protección automática de forma temporal. Esta protección les faculta a permanecer en el territorio de la Unión Europea, implica la obligación de los Estados miembros de garantizar su alojamiento y sustento y les da la posibilidad de trabajar por cuenta propia o ajena, ser tratadas en la sanidad o acceder a la educación. Todo ello durante, al menos, un año, prorrogable si la situación que les impide volver sigue activa, y sin perjuicio de poder solicitar el asilo por el cauce habitual.
Sin embargo, no basta con que los Estados de primera línea garanticen esa protección temporal. De acuerdo con el Capítulo IV de esta directiva, los Estados miembros deben cooperar entre sí, mencionando expresamente la posibilidad de trasladar a personas beneficiarias de protección temporal a otros Estados miembros. Es aquí donde deberán demostrar su solidaridad los países más alejados del frente, como España. Nuestro país puede y debe liderar una respuesta solidaria, que aprenda de los errores del pasado y sirva de modelo para las crisis humanitarias del futuro.
Muchas han sido las muestras de apoyo que ha recibido Ucrania de las democracias europeas. Proteger a su gente cuando huyen de la guerra es la mejor forma de demostrarles que nuestro apoyo es genuino.
Francisco Peña Díaz, doctor en Derecho y consultor en Derechos Humanos