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En colaboración conLa Ley

Juan Valderas: "Hay cansancio de las ‘big four’, es difícil ser el auditor y el ‘forensic”

"Hace 15 años las empresas lavaban sus trapos sucios en casa, ahora son conscientes que deben acudir al juez"

Pablo Monge

En contra de lo que pueda dar a entender su nombre, Alvarez & Marsal no es una empresa española, sino una consultora estadounidense dedicada a asesorar a compañías en crisis. Aterrizó en España hace una década, pero el año pasado, y fruto de un ambicioso plan de crecimiento en Europa, fichó como managing director del área de Disputas e Investigaciones en Madrid a Juan J. Valderas, auditor experto en investigaciones internas o forensic. ¿Su reto? Lograr que la consultora sea conocida y reconocida por empresas y abogados. El forensic es un sector en auge aunque, al menos de momento, sigue dominado por las poderosas big four.

R. No hay día que no veamos en los medios la palabra forensic. ¿Hay un auge de la actividad forense?
R. Realmente no, lo que pasa es que ahora es más visible por algunos casos relevantes. El cambio se produce en el año 2000, cuando se modifica la Ley de Enjuiciamiento Criminal para admitir la prueba pericial de parte. A partir de ahí se profesionaliza el papel de los peritos, que dejan de ser un instrumento en defensa de los intereses del cliente. En la actualidad, en vez de un personaje dudoso, los peritos somos profesionales creíbles y reconocidos.
R. ¿Influyó la reforma del Código Penal de 2015 que regula los programas de compliance?
R. Eso también fue importante, sin duda. Ahora los responsables de las empresas saben que tienen que cubrir unos mínimos en cuanto a procedimientos y prevención para que nadie pueda reprocharles más adelante que no hicieron su trabajo. Hace 15 años, la actitud mayoritaria era la de lavar los trapos sucios en casa. Hoy son más los gestores que entienden que una investigación interna se tendrá que traducir en algún tipo de acción judicial, ya sea penal, laboral o de otro tipo.
R. ¿En qué medida es fiable una investigación interna? Porque si "el que paga, manda"...
R. El que paga manda en el sentido de que él fija el alcance o el objetivo de la investigación. Ahí sí se cumple esa premisa. Ahora bien, una vez nos ponemos a trabajar, hacer un trabajo objetivo no es una elección, es una necesidad. De nosotros se espera que volquemos nuestras pesquisas en un informe y lo defendamos ante el juez, y la ley nos obliga a exponer tanto lo que favorezca como lo que perjudique a cualquiera de las partes. Si yo no soy creíble ante el juez, mi trabajo no tiene valor para mis clientes. En resumen, quien nos contrata fija el alcance del trabajo pero no nos dice lo que tenemos que poner en el informe. Si quitáramos o pusiéramos algo que cuestionara nuestra credibilidad, el daño sería mucho mayor que esa cosa que hemos añadido o eliminado. Y ese razonamiento lo entiende la mayoría de los clientes.
R. ¿Se producen fricciones con las empresas a las que investigan?
R. Si me ponen unos límites con los que yo no puedo trabajar, no acepto el encargo. Pero insisto: mi experiencia es que cuando las compañías ven el resultado que ofrece un profesional especializado, eso las convence.
R. ¿Y los jueces se creen los resultados de los forensic?
R. El 95% de las veces, sí. Y la razón es porque nuestro trabajo incorpora la reproducibilidad. Nunca le digo a un juez: "Señoría, créame", sino que le explico lo que yo he visto o encontrado. Lo reproduzco paso a paso y eso da una credibilidad brutal. Además, evito valoraciones subjetivas y trato de objetivarlo todo. Yo nunca digo "este señor es un mal gestor", sino que expongo los hechos que permiten extraer esa conclusión.
R. Más allá de las particularidades de cada caso, ¿qué fases comunes hay en toda investigación?
R. Son tres. Una primera en donde prima el elemento informático y, con nuestras herramientas, recuperamos archivos, detectamos anomalías o manipulaciones de datos, etc. Hay una segunda fase de auditoría en la que analizamos facturas, contratos o pedidos. En contra de lo que pudiera parecer, la contabilidad no nos sirve de mucha ayuda porque suele estar manipulada y no te cuenta la verdad. Lo que sí te la va a contar es la documentación y, sobre todo, el dinero. Y la tercera es la inteligencia corporativa: la información sobre personas y activos.
R. ¿Qué objetivos tiene Alvarez & Marsal en España?
R. Hace un par de años, la compañía decidió tener una presencia en la Europa continental coherente con la que tiene en Estados Unidos, en donde es muy fuerte, y el Reino Unido. Cuando yo me incor­poré, hace unos meses, en España éramos unas 20 per­sonas. Ahora estamos hablando de tener una oficina que nos permita alojar a unas 90 porque vamos a incorporar nuevas prácticas. Y esto que está pasando en Madrid sucede también en París, en Múnich, en Ginebra o en Zúrich.
R. Es decir, hay vida más allá de las big four...
R. Muchísima. Yo he trabajado 21 años en ellas y estoy muy agradecido, pero ser un especialista en una big four es un dolor de corazón permanente porque los conflictos de interés con continuos. Ahora bien, sabemos que tenemos que ser capaces de ofrecer algo diferente, porque nadie cuestionará a quien contrate a De­loitte, pero si nosotros hacemos un mal trabajo, sí dirán: "¿Cómo se te ocurre contratar a ese chiringuito?".
R. ¿Qué ofrecen que sea diferente?
R. La calidad que deriva de nuestra gran especialización. Y, además, un grado de libertad e independencia superior. Un auditor que recibe el encargo de una investigación, puede suceder que ya haya auditado a esa empresa o quiera volver a hacerlo si surge la oportunidad. Eso genera presiones e historias extrañas que puede condicionar su trabajo. En los últimos años se percibe cierto cansancio de las big four y eso ha abierto un poco la mentalidad de las empresas.
R. ¿Se refiere a los casos en los que se ha cuestionado su labor?
R. El cansancio tiene que ver, en primer lugar, con que si tu auditor es quien te hace una investigación, eso genera situaciones contraproducentes que a lo mejor no detectas el primer día, pero sí con el paso del tiempo. También con las dudas que se han planteado sobre la credibilidad de las big four en varios casos. Algunos de ellos, por cierto, con mucha base. Estoy convencido de que el 98% de sus trabajadores son profesionales, pero su contexto es complicado. Y sus problemas de credibilidad nos están abriendo las puertas a compañías como nosotros.

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