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En colaboración conLa Ley

Cómo proteger la reputación del abogado en los juicios mediáticos

Aumenta la preocupación por los ataques al letrado defensor Es fundamental preparar las declaraciones en los medios

El miembro de La Manada Ángel Boza, acudiendo a firmar en los juzgados de Sevilla, como cada semana.
El miembro de La Manada Ángel Boza, acudiendo a firmar en los juzgados de Sevilla, como cada semana.EFE

La gestión de un juicio mediático supone todo un desafío para los despachos. La presión de la opinión pública y de los medios de comunicación, abonados a los juicios paralelos, ya no solo recae sobre el tribunal, sino también sobre los abogados, a quienes se llega a criticar duramente por defender a los mediáticamente considerados como culpables.

El riesgo de quedar manchados es lo que parece estar detrás de la reacción de algunos profesionales. Hace unos días, por ejemplo, la letrada Teresa Bueyes, coabogada de César Román, conocido como el rey del cachopo, declaró recientemente que si tiene la “mínima sospecha” de que su defendido es culpable, dejará su representación.

En este sentido, Lidia Zommer, socia de la agencia Mirada 360, recomienda poner especial cuidado en la comunicación. “Lo que genera clientes es la confianza, y esta proviene de la reputación”, apunta. Salvaguardarla resulta fundamental para la imagen exterior del bufete, un elemento cada vez más decisivo en la evolución del negocio. Por otro lado, una mala gestión del proceso comunicativo puede ocasionar daños graves al abogado o la firma. “El despacho se puede jugar todo su prestigio y su negocio”, subraya Hans A. Boeck, fundador y CEO de LawyerPress.

Para evitar complicaciones, una de las primeras medidas que un despacho debe tomar antes de afrontar un juicio mediático es diseñar una estrategia y un protocolo de actuación. Además, elaborar un mapeo de todos los riesgos posibles y cómo afrontarlos es decisivo para evitar o minimizar el posible daño.

No obstante, contar con una buena estrategia comunicativa previa no es suficiente. Saber transmitirla tanto a los medios como al público en general es otro factor relevante. Los juicios mediáticos generan mucha presión y el portavoz debe estar preparado y contar con formación en este campo. Zommer insiste en que hay que entrenar esa habilidad para no decir lo que se quiere callar, “aunque sea eso precisamente lo que el periodista quiere que digamos”.

Congruencia

En este sentido, es importante que el despacho cumpla con una coherencia entre lo que dice públicamente y lo que defiende ante los jueces. Es decir, debe alinear la estrategia de defensa con la de comunicación. “El abogado no puede decir fuera del juzgado algo diferente a lo que dice dentro de la sala porque, al final, los jueces y los fiscales también leen la prensa”, subraya Boeck.

El lenguaje es otro elemento decisivo. El sector judicial tiene una jerga muy específica y compleja que dificulta la comprensión de un caso. La comunicación, por tanto, ha de ser clara y concisa, o, como concreta Boeck, “ha de traducir las sentencias”. Además, “muchos de los periodistas que cubren estos juicios no tienen formación jurídica e incurren en errores al explicar el caso”.

No obstante, todas estas medidas pueden sucumbir en las redes sociales. “Es difícil manejar las relaciones con la prensa, pero al menos los periodistas tienen criterios profesionales”, destaca Boeck. En plataformas como Twitter, sin embargo, se favorece la difusión de fake news, que ofrecen información falsa o sesgada. Este universo es más complicado de controlar ya que, como apunta Zommer, “los que intervienen no son entes aislados que se pueden mantener en una burbuja”.

Discreción

Los departamentos de comunicación no son los únicos que deben atender estas cuestiones. Los abogados también juegan un papel estratégico. Así, alguno de los letrados de los juicios que han copado las pantallas durante los últimos meses han jugado un papel muy activo, con continuas apariciones televisivas.

Sin embargo, Iván Matamoros, abogado penalista en Ejaso, apuesta por la discreción y “evitar la exposición pública”. No obstante, la situación y la estrategia comunicativa que tome el abogado varía dependiendo en la posición en la que se encuentre. “No es lo mismo ser abogado de la acusación que llevar una defensa”, concluye.

Aun así, para tratar de encauzar (en la medida de lo posible) el juicio paralelo, el abogado debe dar la información “mínima e imprescindible”, e incluso “decir que está bajo secreto de sumario aunque no sea así”, ya que, al fin y al cabo, la prioridad principal son los intereses del cliente.

Abogados televisivos

 

 

Pau Molins. Este letrado fue uno de los encargados de la defensa de la infanta Cristina durante el caso Nóos. Fue el autor del alegato final y no renunció a desfilar por televisiones y radios para explicar su visión del caso, en la que ha sido especialmente duro con la acusación popular que representaba Manos Limpias.

 

 

 

Mario Pascual Vives. Este abogado es el representante legal de Iñaki Urdangarin. Durante todo el proceso del caso de corrupción en el que se vio inmerso el duque de Palma, el letrado no dudó en mantener la inocencia de su cliente.

Agustín Martínez Becerra. El abogado del caso conocido como La Manada tuvo un papel extremadamente activo en los medios. No solo hacía declaraciones tras las visitas al tribunal, sino que aparecía esporádicamente en programas televisivos como Espejo Público y El programa de Ana Rosa. Su posición, no siempre popular, le granjeó muchas críticas en redes sociales.

Caso Gabriel. En esta ocasión, los abogados a los que se les asignó defender a la presunta asesina se pronunciaron a raíz de la avalancha de insultos y amenazas que estaban recibiendo. “Parece que te tienes que disculpar por haber aceptado esta defensa”, contaban a El País en una entrevista, en la que resaltaron la importancia de la labor de los letrados de oficio.

 

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