El Senado americano no le dio un 'like' a Facebook
El autor desgrana la comparacencia de Zuckerberg ante la Cámara
Digamos que el Senado de Estados Unidos no le dio precisamente un "like" a Mark Zuckerberg la semana pasada, más bien puso en su status: "la situación es complicada".
En dos maratonianas jornadas de intensos interrogatorios, el fundador y CEO de Facebook expuso y defendió con cierta solvencia la postura y situación de su empresa ante el escándalo de Cambridge Analytica. Una intervención intensa y minuciosamente preparada por Zuckerberg y su equipo -y bien preparado por profesionales de la comunicación- que no resta mérito a la inteligencia del propio Mark. Un joven de 33 años con un poder de influencia económica y social de dimensiones globales.
Sin embargo, la realidad es la que es, y el negocio de Facebook es el que es, el mercadeo de datos. Y, en general, la comparecencia de Zuckerberg ante el Senado nos deja más reflexiones que respuestas. Y ello a pesar de las numerosas ocasiones que Zuckerberg reconoció que se habían cometido errores, que no habían sido suficientemente diligentes o que simplemente no eran conscientes de la poderosa e influyente plataforma en que se había convertido Facebook.
Dardos para provocar el debate
Pero más allá del escándalo de Cambridge Analytica, los senadores lanzaron dardos muy variados y abstractos con la intención de provocar un debate que inevitablemente llegará algún día; ¿Se ha convertido Facebook en una empresa demasiado grande? ¿Es Facebook una empresa tecnológica o una empresa de contenidos? ¿Es necesario un cambio legislativo para abordar el fenómeno de Facebook y las redes sociales? Mark no se escondió, y reconoció que el debate era necesario (y quizá nuevas leyes, no lo negó), para regular mejor la actividad de las redes sociales y su impacto en la privacidad, la seguridad e incluso en el funcionamiento de nuestras democracias. Reconoció abiertamente que a través de su plataforma se propagaba el virus de las fake news, se intentaba influir indebida o ilegalmente en procesos electorales y hasta se incitaba al odio (hate speech).
Seamos honestos, Facebook ha revolucionado las redes sociales y el mundo en el que vivimos. Zuckerberg repite con convicción y cierto buenismo que Facebook es una empresa idealista y optimista, cuya misión es la de ayudar a las personas a conectar, compartir y debatir contenidos, información y hasta sentimientos. Nunca en nuestra historia la humanidad había estado tan comunicada y conectada como hoy, y Facebook y su filial Whastapp son los principales responsables de ello.
Ahora bien, y más allá de la intención original de sus fundadores, Facebook es también una empresa que genera negocio y necesita ingresos para mantener su actividad. Nada que reprochar al respecto, faltaría más. Pero, ¿cómo gana dinero Facebook? Pues básicamente a través de sus anuncios, tal y como respondió un extrañado Zuckerberg a la pregunta de un ingenuo senador. Facebook factura unos 40.000 millones de dólares al año, y obtiene unos beneficios netos de 15.000 millones. Es, lo que se dice, una auténtica máquina de hacer dinero.
Información sobre sus usuarios
Para engrasar y mantener esa máquina, Facebook "vende" información sobre sus usuarios a desarrolladores de aplicaciones y a anunciantes (o sus agencias), siendo el camino de los datos y el dinero de doble dirección; por un lado, facilita información y acceso a datos y, por otro, esos desarrolladores y anunciantes diseñan productos, anuncios y campañas teledirigidas con gran exactitud a los usuarios de Facebook titulares de los datos.
En principio, y según Zuckerberg y la cláusula de Privacidad, esos datos están "anonimizados", esto es, no incluyen datos personales de identificación de los usuarios, únicamente información de tipo estadística (por ejemplo: varón, residente en Burgos, estudiante, 22 años, le gusta el rock y el cine de acción, le gustan partidos políticos o grupos de X ideología, etc.). Con esta información, los desarrolladores y anunciantes preparan y le muestran a ese usuario, contenidos y anuncios concretos de acuerdo con su perfil.
Gracias a Facebook, los anunciantes se benefician de una precisión milimétrica en cuanto al público objetivo destinatario de sus mensajes. Y, por otro lado, gracias a esa precisión, las campañas políticas tienen la capacidad de divulgar mensajes concretos a usuarios específicos, la eficiencia es máxima. Pero también el daño que mensajes falsos o ilícitos pueden provocar una vez se diseminan por la red social.
El universo Facebook había crecido tanto, en influencia, uso y negocio, que la explosión de algún escándalo era casi inevitable. Y como reconoció el propio Zuckerberg; no fueron suficientemente diligentes ni conscientes de la magnitud de todo lo que sucedía a través de su plataforma. O, quizá sí, pero Facebook tampoco quería incordiar mucho a sus clientes.
Como fuere, más allá de las multas que le impongan a Facebook en USA o en Europa por incumplimiento de la normativa de privacidad y protección de datos, otra multa a pagar por Zuckerberg será la de incrementar sustancialmente el gasto en privacidad; más personal y más tecnología para verificar que los flujos de datos, el uso que se haga de ellos, por quién y para qué, cumpla con la normativa vigente y la que inevitablemente se vaya desarrollando.
Todo lo anterior no es incompatible con la definición que dio una periodista sobre la comparecencia ante el Senado; "al final, nos guste o no, Zuckerberg nos ha recordado que hemos dado nuestro consentimiento a todo eso".
En cuanto a Europa, el famoso Reglamento General de Protección de Datos va a obligar a Facebook a mejorar la forma en que recaba el consentimiento de los usuarios, informando mejor a quién y para qué va a ceder sus datos, recabando únicamente los datos adecuados para prestar su servicio, a ser más transparente y a implementar mayores medidas de control de las que hasta hace poco implementaba. Por cierto, Zuckerberg hizo incluso un guiño en relación a la mayor conciencia que existe en Europa a la protección de datos. Y en cuanto a Estados Unidos, poco ha tardado el Congreso en proponer nueva legislación (el "Consent Act") con la finalidad de ir equiparando la protección de datos a los niveles europeos. Lo dicho, Facebook va a tener que sacar la chequera y/o traspasar el coste a los anunciantes. O, tal y como un Senador propuso, permitir a los usuarios pagar por Facebook a cambio de que no haya cesión de datos y, claro, tampoco anuncios.
Carlos Rivadulla es abogado y head of IP/IT de Toda & Nel-lo Abogados.
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