Mark Cohen: “El negocio del Derecho ya no es exclusivo de los abogados”
“El acceso de los ciudadanos a los servicios de un abogado es clave para la democracia” "Los clientes no quieren pagar más por tareas que no requieren las habilidades de un abogado”
La abogacía está inmersa en un profundo proceso de transformación. Los cambios en el modo de prestar los servicios jurídicos y la democratización en el acceso a los mismos por parte de los clientes están suponiendo todo un reto para el negocio legal. El abogado y consultor especializado en el sector jurídico Mark Cohen, consejero delegado de Legal Mosaic y miembro de la Northwestern University School of Law, considera que actualmente nos encontramos en “la Edad de Oro del emprendedor legal”. En una entrevista concedida con motivo de su visita a Madrid para participar en el Legal Management Forum, organizado por Wolters Kluwer e Inkietos, Cohen explica las que, en su opinión, son las actuales tendencias del sector.
- R. ¿Cómo ve el momento actual del mercado legal?
- R. Me parece un momento apasionante. Durante muchos años el sector de la abogacía ha sido muy conservador, una profesión basada en precedentes más que en innovación, muy homogénea, muy jerárquica y muy centrada en el “pedigrí” de los profesionales. Pero la cultura de los despachos está cambiando poco a poco y no porque quieran los abogados, sino porque quieren los clientes.
- R. ¿Cuáles son las principales tendencias en estos momentos?
- R. Hay tres tendencias. La primera está relacionada con la tecnología, que ha sido disruptiva en muchas otras industrias y en otras profesiones, como la de los médicos. La profesión médica y la gestión del negocio de la medicina están separadas. Esto es lo que, en mi opinión, está empezando a pasar con el Derecho por la irrupción tecnológica. El segundo factor es la globalización, que va también de la mano de la tecnología. Los abogados, especialmente los de corporate, tienen clientes con negocios por todo el mundo que llevan años usando tecnología y procesos para mejorar la eficiencia de su negocio. Sin embargo, ellos continúan ejerciendo como en los años 80 y eso tiene que cambiar. Y el tercer factor es la crisis económica mundial de 2007 que hizo que cambiaran las expectativas de los clientes y creó una dinámica diferente de compra-venta. Los clientes empezaron a pedir más por menos y que sea mejor, más rápido y más barato.
- R. ¿Por qué cree que ésta es una buena época para el emprendedor legal?
- R. La cultura legal está cambiando porque los clientes están exigiendo nuevas vías de acceso a los servicios legales. A muchos les gustaría contar con una defensa jurídica, pero no pueden permitírselo debido a que el modelo se basa mucho en las horas de trabajo y, por tanto, es muy caro. Por eso, creo que estamos en la Edad de Oro del emprendedor legal: los clientes son más receptivos a nuevos modelos de servicios jurídicos que recurran a la tecnología o al trabajo en procesos. Lo importante es entender cómo y en qué circunstancias hay que acudir realmente a un abogado. Las firmas legales suelen hacer todo el trabajo relacionado con el encargo de su cliente, de principio a fin, pero empiezan a apreciarse ya cadenas de suministro legal donde abogados y firmas hacen algunas cosas, y los paralegales y otros profesionales hacen otras. También muchos servicios jurídicos son ahora productos legales: hay máquinas que pueden hacer búsquedas, que pueden informar sobre las modificaciones legislativas, etc., tareas que resulta muy caro que hagan jóvenes abogados. Por eso los emprendedores, los tecnólogos y también los abogados tienen una oportunidad para transformar el modo en que los servicios legales son comprados y vendidos. El negocio del Derecho ya no es exclusivo de los abogados, cada vez se basa más en una combinación del conocimiento del Derecho, del negocio y de la tecnología.
- R. ¿Cuál es la diferencia entre servicio jurídico y negocio jurídico?
- R. La práctica de la abogacía se basa en el conocimiento o pericia legal, la capacidad de asesoramiento y las habilidades específicas en el ejercicio del Derecho. Los clientes están dispuestos a pagar un precio elevado por una práctica excelente, pero no por todas esas otras tareas que no requieren las habilidades de un abogado. Eso se puede hacer fuera de la firma por menos dinero y en algunos casos por máquinas. El negocio jurídico se basa en cómo se estructura la firma de una manera más eficiente en cuanto a los ingresos y los costes. Se trata de gestionar cuestiones como el tiempo de respuesta. Hace un par de años, el director de la asesoría jurídica de una gran empresa recibió quejas de sus equipos de ventas diciendo que preparaba unos contratos muy largos y muy complicados, que requerían mucho tiempo de estudio por los clientes. Analizó el caso y llegó a la conclusión de que, salvo contadas excepciones, todos los contratos pueden ser de dos páginas. Como resultado de esto, las ventas crecieron y los costes legales se redujeron.
- R. A medida que la tecnología libera a los abogados de tareas repetitivas, ¿volverán los letrados al origen de su profesión, centrándose en el asesoramiento?
- R. Sí. La gente iba a un abogado por lo mismo por lo que iba a un médico: porque tenían un problema y no estaban seguros de cuál era la solución al problema. No necesariamente tenían un problema legal, pero sí un problema con connotaciones legales, confiaban en el abogado. Hoy, los clientes no quieren opiniones legales, quieren soluciones a problemas o situaciones de negocio que implican algún aspecto legal.
- R. ¿Cuál es el papel de las facultades de Derecho en la preparación de los abogados ante estos desafíos?
- R. Las universidades juegan un papel esencial y debe mejorar en este sentido. En Europa y en Norteamérica, tradicionalmente, la educación está enfocada en los despachos de abogados y, mientras las firmas prosperan, las escuelas de Derecho también lo hacen. Pero ahora las firmas se están encontrando con que los clientes no quieren ser atendidos por los abogados más jóvenes. Mark Smolik, abogado interno de DHL en Estados Unidos, declaró recientemente que los profesionales recién salidos de la universidad carecen de competencias prácticas, no saben preparar un contrato, ni hablar con los clientes, ni actuar ante un tribunal. Y, además, no entienden el negocio ni la tecnología. Esto subraya la crisis entre lo que las escuelas de Derecho enseñan tradicionalmente y lo que el mercado dice que los jóvenes abogados deben saber. En todo caso, es importante destacar que estos problemas que presenta el sector son comunes en todos los países, pues las diferencias en los obstáculos que se plantean para la profesión son muy pocas. Por eso necesitamos una aproximación más global a estos grandes retos que afronta la comunidad legal.
- R. ¿Por qué cree que los abogados juegan un papel clave en la protec ción y defensa de la democracia y el Estado de Derecho?
- R. Se trata de un tema extremadamente importante en la actualidad. Si nos fijamos en lo que ha pasado en las últimas elecciones presidenciales de EEUU, o en Reino Unido con el Brexit, o en el crecimiento de la extrema derecha, se puede apreciar el impacto de las redes sociales en la creación de la opinión pública. El tribunal de la opinión pública ha existido siempre, pero en la era de las redes sociales puede provocar que los ciudadanos pierdan la confianza en el sistema judicial. Por eso, los abogados son, en última instancia, los defensores del Estado de Derecho y de la democracia y creo que es muy importante que sean conscientes siempre de que tienen dos clientes: uno es el individuo o la compañía que les contrata y el otro la sociedad. Creo que deben aceptar el hecho de que mucha gente no puede asumir el coste de los servicios legales y eso no sólo es un estigma para la profesión, sino que supone, además, una amenaza para el Estado de Derecho: si la amplia mayoría de la gente cree que la ley solo es accesible para las elites, tendrá poca confianza en ese Estado y en la democracia. Creo que es un problema global y el tema más importante que afronta la profesión en la actualidad. Con la tecnología tenemos herramientas para empezar a enfrentarnos a ello.
- R. ¿De qué manera puede contribuir la tecnología a mejorar el acceso a la justicia?
- R. Puedo mencionar varios ejemplos. Hay una empresa en EEUU que se llama Legal Zoom que ya ha atendido a millones de clientes, incluidos un millón de empresas, usando la tecnología y recurriendo al asesoramiento legal experto sólo cuando es necesario. El precio es asumible para gente que de otra manera no tendría defensa jurídica. En Francia hay una empresa llamada Legal Start que hace lo mismo. Y tenemos otro ejemplo de que el Derecho ya no es sólo para abogados: un joven de 20 años estudiante de informática en Stanford, llamado Joshua Browder, ha lanzado una empresa tecnológica llamada Do not pay, que ayuda a la gente a recurrir multas de aparcamiento de manera rápida, con éxito y gratis. Para ello diseñó un chatbot que ya ha ayudado a medio millón de personas. Y ahora quiere hacer algo más importante: con este chatbot, ayudar a la gente a recurrir ante la Administración, lo que ya le ha permitido la defensa jurídica de un millón de personas a coste cero. Este es un ejemplo de cómo la tecnología que ha sido creada por alguien que ni siquiera es un estudiante de Derecho está impactando positivamente en el acceso a la justicia, y esa es la razón por la que creo que es la edad de oro para el emprendedor legal.