Los fondos ‘low cost’ llegan a la madurez batiendo a sus rivales en rentabilidad
Las carteras más agresivas han rentado un 43% en los últimos cinco años, 16 puntos más que los fondos convencionales
Al contratar un fondo de inversión, los folletos, los asesores y los cánones imponen una advertencia: se trata de un producto a largo plazo y el dinero debería mantenerse durante un periodo de al menos cinco años. Ese es el tiempo mínimo para que un vehículo de inversión, especialmente si es de Bolsa, alcance su plena madurez y demuestre que los buenos resultados no son flor de un día. La gestión indexada, basada en utilizar carteras de fondos de bajo coste, ya ha cumplido esos cinco años de vida en España y ...
Regístrate gratis para seguir leyendo en Cinco Días
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Al contratar un fondo de inversión, los folletos, los asesores y los cánones imponen una advertencia: se trata de un producto a largo plazo y el dinero debería mantenerse durante un periodo de al menos cinco años. Ese es el tiempo mínimo para que un vehículo de inversión, especialmente si es de Bolsa, alcance su plena madurez y demuestre que los buenos resultados no son flor de un día. La gestión indexada, basada en utilizar carteras de fondos de bajo coste, ya ha cumplido esos cinco años de vida en España y la rentabilidad obtenida ha conseguido batir a sus rivales.
El concepto de gestión automatizada se importó de EE UU. El primer jugador en España fue Indexa Capital, que empezó a operar en nuestro país en 2016. Después surgieron otras firmas: Finizens, InbestMe, Myinvestor (ligada a Andbank)... Al ver el empuje de estas firmas, los bancos tradicionales lanzaron sus propias carteras de fondos indexados, desde CaixaBank (con su propuesta Smart Money), hasta Openbank (Santander), pasando por Bankinter o ING.
La propuesta comercial se basa en los principios de la gestión pasiva. Esta propugna, con un fuerte respaldo de la literatura académica, que los fondos dedicados a replicar la evolución de índices bursátiles (el Nasdaq, el EuroStoxx 50, el S&P 500...) o de bonos, acaban teniendo una mejor rentabilidad que los gestores activos, que compran y venden acciones. ¿Por qué? Por una cuestión de costes y de reversión a la media. Los fondos indexados no tienen que pagar a profesionales que analizan el mercado, se reúnen con empresas y ejecutan operaciones... Les basta con ceñirse al índice. Y lo hacen por poco dinero. Además, la estadística demuestra que son muy pocos esos gestores activos que en el largo plazo y de forma sistemática logran batir a sus rivales. Lo normal es que al que le ha ido muy bien en un periodo, lo haga peor en los siguientes años.
Cada uno de los gestores de fondos low cost que han surgido en España tienen sus peculiaridades, pero todos comparten esa base de crear carteras compuestas por vehículos con bajas comisiones. La composición varía según el perfil de riesgo: las carteras más arriesgadas tienen casi un 100% de Bolsa, mientras que en las más conservadores solo hay bonos de la máxima calidad. El resultado final en rentabilidad va a depender de cómo se hayan configurado las carteras, qué dosis de renta variable o renta fija se añaden de acuerdo a un esquema de gestión pasiva.
Después de más de cinco años de dura competencia entre los nuevos jugadores y la vieja banca, las propuestas de gestión pasiva han demostrado que son capaces de batir sobradamente a la mayoría de fondos, especialmente en los de Bolsa. De acuerdo con los datos reportados por todas estas firmas a CincoDías, desde finales de noviembre de 2018 al finales noviembre de 2023, las carteras más agresivas han conseguido de media una rentabilidad acumulada del 43%. Esto equivale a un rendimiento medio anual del 7,5%, teniendo en cuenta la pandemia, las restricciones postCovid, las guerras y la inflación disparada... que han hecho de los cinco últimos ejercicios un periodo bastante convulso en los mercados financieros.
¿Y qué han hecho los fondos de gestión activa que se venden en España? En ese mismo periodo suman un retorno acumulado cercano al 36%, lo que supone 16 puntos porcentuales de diferencia.
Los pioneros
François Derbaix, es uno de los pioneros de la gestión pasiva en España. Fundó Indexa Capital en 2015, una firma que ha empezado a cotizar en Bolsa este año y que ya gestiona casi 2.000 millones de euros. “Aquí no hay ninguna magia, tan solo comisiones bajas”, defiende. Los clientes de Indexa pagan cada año un 0,52% en concepto de gastos vinculados a los fondos, mientras que en los productos convencionales se paga más de un 1,5% anual.
Otro factor diferencial es que estas firmas promueven que los inversores no anden entrando y saliendo de los fondos, lo que acaba siendo un error, porque se tiende a comprar el fondo cuando está caro y a venderlo cuando ha habido fuertes caídas y están baratos.
La cartera más agresiva de Indexa se ha revalorizado en los últimos cinco años casi un 42%, la de ING un 45% y la de Myinvestor un 65% (aunque en su caso es un cálculo teórico, porque en 2018 aún no había arrancado su estrategia). La cartera Smart Money de CaixaBank sube un 43,5%.
Las diferencias entre las distintas propuestas son sutiles. En algunos, la Bolsa de Estados Unidos tiene más peso, otros incluyen en la cartera un fondo indexado que replica la evolución de las compañías de pequeña capitalización o incluso incorporan una parte de la cartera con inversiones en empresas inmobiliarias cotizadas.
Cartera conservadora
En el caso de las carteras más conservadoras, la evolución en los últimos cinco años ha sido más difícil. La subida de tipos de interés iniciada hace un año y medio provocó una brusca corrección del valor de los bonos en los que invierten. Por término medio, desde noviembre de 2018 la revalorización ha sido mínima, del 0,02%, y en algunos casos aún están en números rojos.
Aun así, estas gestoras low cost también pueden sacar pecho de haber logrado mejores datos que los fondos convencionales. Estos han perdido un 1,8% en el mismo periodo. Nuevamente, la clave son las menores comisiones y unas carteras mucho más estables, que no se dedican a comprar y vender activos, lo que genera unos costes adicionales para el fondo.
En las carteras conservadoras hay también grandes diferencias. Una de las mejores ha sido la de Finizens, que se ha revalorizado un 6,6% en los últimos cinco años. Un avance similar a la de Bankinter. En estos casos, su principal fortaleza ha sido tener una apuesta por fondos a muy corto plazo, que han sufrido menos con las subidas de tipos de interés.
En cambio, otras firmas que tenían inversiones en fondos indexados con plazos más largos (con duraciones de cinco a siete años) se vieron muy castigadas con la fuerte corrección de la renta fija del año pasado. Así, la Cartera Naranja 10/90 de ING ha perdido un 4,4% en el mismo periodo.
Este efecto se aprecia especialmente al analizar la evolución de las carteras conservadoras en los últimos tres años. De media, han perdido un 6,1% en ese periodo. En este caso, salen mejor parados los fondos convencionales, que solo se dejan un 2,9%. “La explicación es muy sencilla, la banca española ha priorizado los fondos a corto plazo, que sufrieron menos con las subidas de tipos. Ahora bien, nuestras carteras, en cuanto vuelva a bajar levemente el precio del dinero, se van a recuperar de una forma mucho más rápida”, apunta Derbaix.
Dentro de este nuevo ecosistema también hay alguna figura híbrida, que incorpora no solo fondos indexados en las carteras, sino también algún fondo de gestión activa. Es el caso de la gama Finanbest de Myinvestor. Por ejemplo, en el perfil de más riesgo incorpora un 6% del fondo Schroder Frontier Markets, al considerar que justo para ese tipo de activo no hay un fondo pasivo que lo pueda hacer mejor. Esta cartera suma un 47% de retorno desde que arrancó a comienzos de 2018.
Ignasi Viladesau, director de inversiones de Myinvestor subraya que “al final, la clave para explicar por qué podemos dar mejores rentabilidades que los fondos convencionales es porque tenemos un nivel de comisiones muy bajo”.
La madurez de estas propuestas de inversión también se nota en el patrimonio gestionado. Las carteras Smart Money de CaixaBank suman más de 3.500 millones, las de ING otros 1.500 millones e Indexa 1.600 millones. En conjunto, el sector de los fondos pasivos se
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, X y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días