Daikin convierte Gante en el epicentro europeo de la calefacción sin emisiones
La multinacional japonesa centraliza en Bélgica la innovación en bombas de calor. Inaugurado en 2024, la inversión del centro alcanzó los 140 millones
En el interior de una cámara gigante y a una temperatura de 14,28 grados bajo cero está encerrado el módulo exterior del Altherma 4, una bomba de calor de Daikin, multinacional japonesa especializada en climatización. La escena tiene lugar en el nuevo Centro Europeo de Investigación y Desarrollo (EDC, por sus siglas en inglés) de la compañía, un complejo de 30.600 metros cuadrados situado en Gante, al norte de Bélgica.
Desde allí se empezará a coordinar la estrategia tecnológica de la empresa. La inauguración de este edificio llega en un momento decisivo para una Europa que busca cumplir sus metas climáticas y energéticas sin desbordar a una sociedad que avanza a otro ritmo.
Inaugurado en 2024 tras una inversión de 140 millones de euros, el EDC cuenta con 11.000 metros cuadrados (un 36% del total) dedicados exclusivamente a laboratorios de investigación y cámaras de prueba para sus productos. Trabajan más de 400 personas entre ingenieros, técnicos y especialistas en climatización en las instalaciones.
El crecimiento dependerá del fin o no de las ayudas, la fragmentación del mercado único y el giro político hacia la resilienciaPatrick Crombez, presidente de la Asociación Europea de Bombas de Calor
“El principal objetivo es ampliar nuestra capacidad de desarrollo, especialmente en los ensayos de rendimiento, que hasta ahora debíamos subcontratar en laboratorios externos”, explica Patrick Crombez, presidente de la Asociación Europea de Bombas de Calor (EHPA) y director adjunto del Centro de Investigación Medioambiental de Daikin en Europa, en un viaje de prensa organizado por la compañía. “Ahora tenemos todos los recursos integrados, podemos trabajar más rápido y tenerlo todo bajo control”, añade.
Campo de pruebas
Las instalaciones del EDC incluyen 23 cámaras capaces de simular condiciones extremas, con temperaturas de entre -30 y 60 grados y hasta un 99% de humedad. En una de ellas se prueba la unidad exterior del Altherma 4, expuesta a temperaturas inferiores a los -14 ºC para verificar su rendimiento en climas fríos.
El centro cuenta además con un laboratorio de compatibilidad electromagnética (EMC), donde se comprueba que los equipos no interfieran con otros dispositivos, y un laboratorio acústico, completamente insonorizado, que mide con precisión el nivel de ruido de cada unidad. Estos ensayos permiten ajustar el funcionamiento de las bombas de calor a distintos entornos climáticos y tipos de edificio.
Una bomba de calor aire-agua como la Altherma 4 es un sistema de climatización que extrae la energía térmica contenida en el aire exterior y la transfiere al circuito de agua de calefacción de una vivienda o edificio. A diferencia de una caldera tradicional, que genera calor quemando un combustible fósil, este dispositivo no produce calor directamente, sino que lo desplaza desde el exterior hacia el interior mediante un ciclo termodinámico.
El resultado es un sistema con un rendimiento muy superior: por cada kilovatio hora de electricidad que consume, puede entregar entre tres y cinco kilovatios de calor útil. Eso reduce drásticamente el consumo energético. Su funcionamiento es totalmente eléctrico, lo que facilita su integración en estrategias de electrificación de la demanda y uso de energías renovables.
Batalla climática
Todavía representa una parte menor del parque de calefacción europeo, pero la bomba de calor se está posicionando como la alternativa tecnológica más viable a las calderas de gas, especialmente en edificios nuevos o en rehabilitación. Organismos como la Comisión Europea, la Agencia Internacional de la Energía o la EHPA consideran que este tipo de sistemas serán esenciales para cumplir con los objetivos del plan Fit for 55, la eliminación progresiva de las calderas fósiles y el nuevo régimen de derechos de emisión para edificios que entrará en vigor en 2027. A partir de ese año, la calefacción de edificios estará sujeta al régimen de comercio de derechos de emisión (ETS2) que encarecerá el uso de tecnologías contaminantes y acelerará el cambio hacia sistemas eléctricos y renovables.
Esta transición está lejos de ser automática en ciudades densas con viviendas antiguas, escasa información al consumidor y barreras económicas. “El problema más difícil no es técnico, sino mental”, advierte Filip Watteeuw, concejal de Clima y Energía de Gante. “Hay una lentitud en la adaptación tanto en la ciudadanía como en la clase política”, apostilla. Aurélie Beauvais, directora de Euroheat & Power, apunta que “muchas personas no saben qué alternativas existen o no pueden asumir el coste inicial”. El profesor Michel De Paepe, de la Universidad de Gante, insiste en que aplicar esta tecnología “requiere entender también las dimensiones sociales y económicas del cambio”.
Pese al retroceso del 40% en 2024 por la retirada parcial de ayudas y la inflación, el mercado europeo empieza a recuperarse. Daikin prevé un crecimiento del 15% al 20% este año y estima que, para 2030, la demanda podría multiplicarse por 2,5.
“Hay muchos elementos en juego: la retirada de subvenciones [en Alemania, Francia e Italia se han reducido], la fragmentación del mercado único y el giro político hacia una narrativa más centrada en la resiliencia energética”, alerta Crombez. El despliegue, termina, dependerá de la “estabilidad normativa, la formación de los profesionales del sector y el acceso a nuevos refrigerantes”.