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Regenerar la biodiversidad marina, un negocio millonario a favor del planeta

Empresas y startups desarrollan tecnología puntera para devolver a la vida ecosistemas degradados. La economía azul ya aporta el 5% del PIB mundial

Microorganismo marino recuperado en uno de los arrecifes artificiales de Ocean Ecostructure
Microorganismo marino recuperado en uno de los arrecifes artificiales de Ocean Ecostructures. IMAGEN CEDIDA POR LA EMPRESA

El planeta se asoma a una crisis climática sin precedentes. La biodiversidad de la Tierra está en peligro, advierten los científicos, fuera y dentro del mar. Un ejemplo. Desde 2009, el mundo ha perdido el 14% de los arrecifes de coral a causa del calentamiento de las aguas. Aunque estos ecosistemas apenas cubren el 0,2% del lecho oceánico, en ellos habita más de la cuarta parte de las especies marinas.

Para revertir la situación, en 2012 se impulsó un proyecto piloto en el golfo Pérsico. Allí se sumergió un inmenso trozo de hormigón impreso en 3D que imita la estructura exacta de uno de estos arrecifes. El objetivo de esta armadura artificial era atraer peces y otras formas de vida marina –como crustáceos, algas y moluscos–, incluidos pólipos de coral. El éxito fue absoluto, y desde entonces se han instalado en las costas de Australia, el Caribe y el Mediterráneo. No solo han frenado la degradación, sino que han favorecido la regeneración de la biodiversidad marina, que es una de las líneas estratégicas de la llamada economía azul.

El concepto engloba cualquier actividad relacionada con el agua, el mar y los océanos. Este modelo productivo aporta el 5% del PIB mundial y es clave para la Comisión Europea (CE). Para hacer frente a la crisis climática y de biodiversidad, sostiene Bruselas, se requieren unos mares sanos y un uso sostenible de sus recursos, lo que exige invertir en tecnologías innovadoras. La restauración de los ecosistemas marinos, afirma la CE, creará nuevos puestos de trabajo y empresas verdes dentro de la economía azul, que ya genera 4,5 millones de empleos directos en el continente europeo y más de 650.000 millones de euros en volumen de negocios.

El desafío requiere de un enfoque interdisciplinar en el que la tecnología juega un papel clave. “Puede contribuir al desarrollo de materiales y estructuras biorreceptivas que faciliten la colonización y crecimiento de organismos marinos; al despliegue de técnicas que ayuden a la restauración de hábitats a gran escala; a la utilización de sensores para monitorear la calidad del agua o al uso de drones submarinos para mapear hábitats”, enumera el investigador de IQS Tech Transfer, Marco Antonio Pérez.

Este centro lidera varios proyectos científicos enfocados a la protección y regeneración del mar Mediterráneo. En sus instalaciones se han diseñado estructuras biomiméticas (imitan vida) que facilitan la recuperación de entornos submarinos degradados. Asimismo, han puesto en marcha un sistema de replantación de posidonia oceánica –una planta esencial para el buen funcionamiento del ecosistema marino– que es rápido, económico y altamente escalable. “Tenemos cuatro pruebas piloto en la costa de Cataluña y Baleares, y los resultados son muy prometedores”, avanza Pérez.

Las herramientas computacionales también tienen un importante potencial en la regeneración de biodiversidad marina. Una buena muestra es el software que ha patentado la compañía Underwater Gardens, que permite analizar grandes paquetes de datos para posteriormente definir estrategias de regeneración de ecosistemas marinos a medida.

Este avance informático ha permitido a la startup el desarrollo de los denominados Smart Enhanced Reefs, unos arrecifes inteligentes creados a partir de 3D que reproducen las formas complejas y específicas de cada área oceanográfica. “Así podemos incrementar la biodiversidad de los bosques marinos y su biomasa asociada, potenciando su inmovilización del carbono azul”, explica el fundador y CEO, Marc García-Durán. Estos jardines submarinos también ofrecen beneficios económicos y sociales, como la mejora de las condiciones para la pesca responsable.

Inteligencia artificial y robótica

Contribuir al restablecimiento de la biodiversidad marina para compensar el impacto negativo de infraestructuras como puertos o parques eólicos ubicados en alta mar es la razón de ser de otra empresa española, Ocean Ecostructures. “Las tecnologías implantadas en los últimos años permiten no solo regenerar áreas degradadas, recuperando así el capital natural, sino también repoblar especies de singular valor ecológico como corales, gorgonias o posidonia”, confirma su fundador y CEO, Ignasi Ferrer.

Su solución Bio Boosting System, pionera en el mundo, combina la tecnología de regeneración más avanzada con inteligencia artificial y robótica para la monitorización de resultados. La compañía ya ha instalado 170 unidades de las denominadas Life Boosting Units de biorregeneración (LBU): estos microarrecifes biomiméticos replican el funcionamiento de uno natural y multiplican hasta por seis el número de especies existentes en las zonas donde se implantan.

Los datos demuestran que la idea funciona. Cuatro meses después de su instalación, se han recuperado más de 287 especies distintas, la mayoría de ellas autóctonas, han ayudado a fijar cerca de una tonelada de dióxido de carbono (CO2) y a acumular dos toneladas de biomasa en los puertos en los que están presentes.

Además, el uso de drones submarinos permite controlar la evolución de cada una de las unidades. De aquí a 2030, Ocean Ecostructures aspira a transformar 20.000 infraestructuras marinas en oasis azules. “Si pudiésemos recuperar la vida marina destruida, podríamos absorber cerca de un 40% del CO2, lo que aceleraría los avances en la lucha contra el cambio climático”, sostiene Ferrer. Una oportunidad única para combatir la principal amenaza que se cierne sobre el planeta.

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