14.500 millones de euros perdidos cada año: la falta de talento digital pasa factura a España
La escasez de profesionales especializados en Inteligencia Artificial puede costarle al país hasta el 1,3% del PIB cada año. Las empresas resaltan el impacto sobre sus operaciones.
El gran freno al crecimiento de España. Así definen las grandes empresas locales a la falta de profesionales cualificados en el sector tecnológico, especialmente en inteligencia artificial y manejo de datos. La demanda inmediata de talento difícil de satisfacer limita las inversiones y las perspectivas de crecimiento del sector privado. El coste es alto: la falta de talento local podría costar hasta 14.500 millones de euros, lo que equivale al 1,3% del PIB, de acuerdo a un informe reciente de IndesIA, un consorcio de empresas lideradas por Repsol, Ferrovial y Telefónica, a las que se suman Airbus, Inditex, Gestamp, Navantia, Microsoft y Técnicas Reunidas.
Solo este año, más de 6.500 ofertas de empleo de Data e Inteligencia Artificial (IA) no podrán ser cubiertas por la falta de profesionales cualificados. La banca y las empresas de sanidad son los sectores que más enfrentan la falta de talento, ante un aumento significativo de su demanda. Los datos del estudio destacan en particular que, en el área de IA, más de tres de cada diez ofertas no podrán cubrirse por la carencia de profesionales. Y esta brecha parece aumentar año a año: en 2022, el gap de talento para profesionales de datos creció un 26,73% respecto a 2021.
“No se trata solo de no llegar las vacantes, sino que no tener este tipo de perfiles y no poder explotar las nuevas tecnologías limita la eficiencia de las empresas, la eficacia en sus operaciones y también restringe la competitividad y la capacidad de poder generar valor de la economía en general”, apunta Lucía Flecha, directora de Transformación Digital en Ferrovial y representante de la Mesa de formación de IndesIA
Claro que no es un problema solo local. El reporte destaca que el 79% de las compañías a nivel global están viendo como sus iniciativas tienen que “ponerse en pausa” debido a la falta de profesionales con las habilidades necesarias. Esto eleva la preocupación de la Comisión Europea, que destaca que el desarrollo de habilidades tecnológicas, como las vinculadas con la IA, son centrales para la transición verde. Ante la pregunta de CincoDías sobre los planes oficiales para hacer frente a este desafío, la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial evitó dar precisiones.
Un mercado laboral al alza
Los expertos coinciden en que el entusiasmo global con las aplicaciones de la inteligencia artificial y la fuerte inversión de las compañías tecnológicas en el área no hará más que aumentar las ofertas de empleo vinculados a la IA. El estudio encargado a la firma TalentHackers estima que solo en 2023 habrá más de 30.000 ofertas en el área de Datos e Inteligencia Artificial, lo que implica que las mismas se hayan triplicado desde 2018. En contraste, el número de profesionales solo se incrementó un 52% en igual periodo.
La abundancia de oportunidades contrasta con el bajo interés de los estudiantes. Solo el 10,2% de los adolescentes espera trabajar en profesiones del ámbito de la ciencia y la tecnología, según el informe PISA del año pasado. Esto genera que, mientras el año pasado las ofertas laborales aumentaron un 9%, el número de trabajadores lo haya hecho lo un 6%
Esto a pesar de los sueldos que se distinguen, por lejos, de la media española. Por ejemplo, un analista de datos con menos de dos años de experiencia, un junior, tiene un sueldo medio de 36.000 euros en Madrid. de acuerdo a la Guía del Mercado Laboral de la firma Hays. Esto es un 21% por encima de la media salarial en la misma comunidad, según datos del 2021 del Instituto Nacional de Estadísticas. Incluso, las retribuciones alcanzan los 90.000 euros para profesionales con solo cinco años en el mercado laboral.
Esto obliga al sector privado a buscar otras alternativas, más allá de solo la retribución económica. “La alta demanda de perfiles tecnológicos nos impulsa a ser creativos y buscar nuevas formas de atraer a estos profesionales”, explica Leticia Pacho Santamaría, directora de Recursos Humanos de Openbank, el banco online del Grupo Santander. Dentro de estas estrategias aparecen tácticas pocas veces vistas en el mercado español como una campaña de referidos, que ofrecía hasta 10.000 euros a cualquier persona que recomiende a profesionales tecnológicos que se incorporen a la entidad.
Las compañías prevén que contratar a profesionales tecnológicos seguirá “siendo cada vez más caro en los próximos años”, lo que afecta directamente al tejido de pequeñas y medianas empresas españolas. Además de contar con recursos muchas veces más limitados, apunta Nuria Ávalos, directora general de IndesIA, se suma que “no siempre saben exactamente qué pueden hacer los datos por su negocio y entender que no tiene por qué estar fuera de su alcance”.
Los expertos consultados coinciden en que no hay una ‘bala de plata’ única para destrabar la situación. La palabra clave, insisten, es el compromiso en el trabajo a largo plazo para la formación continua, ya sea en los centros educativos, las universidades o también dentro de las empresas.
Contratos de trabajo antes de finalizar la carrera
Contar con un empleo al terminar los estudios es un privilegio al que no todos los jóvenes pueden optar, especialmente en un país en el que la tasa de paro juvenil llega hasta el 27,9%. Sin embargo, en el caso de las profesiones digitales, esta parece ser la regla.
Un ejemplo de ello es Emilia Marqués, una ingeniera matemática de 22 años que finalizó la carrera el pasado junio y que pudo enlazar sus prácticas -remuneradas muy por encima del salario mínimo- con un contrato de trabajo de analista de datos sin pasar por el costoso proceso de tener que buscar un empleo. Emilia asegura también que recibe solicitudes y llamadas muy frecuentemente de reclutadores con propuestas laborales.
El caso de Francisco Gutiérrez, ingeniero de ciberseguridad, es aún más extraordinario. Aunque comenzó estudiando el grado de informática, tras conseguir un contrato de prácticas en Navantia y posteriormente un trabajo como analista de seguridad, Francisco decidió dejar la universidad. Desde su punto de vista, el plan de estudios estaba desactualizado y no se correspondía con lo que las empresas demandan. Ahora se dedica a la construcción de la infraestructura de seguridad de las grandes empresas, para que posteriormente los analistas puedan hacer frente a los ataques.
Ambos afirman que encuentran una gran brecha entre sus oficios y los de sus amigos, que están viendo mucho más difícil encontrar empleos que no están precarizados.
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