Málaga vs. Barcelona: el nuevo El Dorado de la inversión ‘tech’ frente a las secuelas del ‘procés’

El alcalde de la capital de la Costa del Sol, Francisco de la Torre, y el número dos de Ada Colau, Jordi Martí, defienden sus modelos de ciudad

Evolución de los cambios de domicilio de empresas en las provincias de Madrid, Barcelona y Málaga.Belén Trincado Aznar

Reinaba la euforia entre las fuerzas vivas malagueñas. No era para menos. Corría el 30 de marzo y el alcalde Francisco de la Torre (Partido Popular) presentaba junto al presidente de la Fundación “la Caixa”, Isidro Fainé, lo que será todo un hito para la imagen local: la construcción de un nuevo CaixaForum allá por 2026. “El acuerdo culmina las antiguas aspiraciones de la ciudad”, se sinceraba emocionado el político. El edificio y lo que trae consigo, todo un polo cultural dentro de la obra social que realiza la Fundación, se unirá al Thyssen, al Museo Picasso, al Centro Pompidou o al Teatro Soho de Antonio Banderas, como referentes de una localidad “en la que hay que estar”, según asegura uno de los distintos empresarios consultados. Precisamente en el mundo económico se contrapone, en estos días previos a las elecciones, un modelo de éxito como el malagueño, encarnado por su alcalde, a la demonización generalizada del empresario que parece extender el Ayuntamiento Ada Colau.

Ese mismo 30 de marzo, en la otra punta del territorio nacional, el Ayuntamiento de Barcelona presentó su Mapa del Talento, con el que destacaba que el 59% de ese “talento” de la Ciudad Condal trabaja en lo que el equipo de gobierno de Barcelona en Común califica de “sectores estratégicos” como son la industria 4.0, la salud y la biotecnología, la industria cultural y creativa y la economía digital. Según subraya ahora el número dos de la lista electoral encabezada por Ada Colau para las elecciones de este domingo, Jordi Martí, en una entrevista a CincoDías, su objetivo es lograr “una economía que apuesta más por la calidad que por la cantidad”.

En ninguno de los dos actos de aquel 30 de marzo se habló públicamente de por qué la Fundación “la Caixa” y su brazo inversor Criteria siguen con su sede social instalada en Palma de Mallorca desde otoño de 2017. Todavía hoy se notan los efectos del referéndum del 1-O: desde aquel ejercicio, el saldo entre empresas que dejaron la provincia de Barcelona y se afincaron en ella es de 4.000 sociedades en negativo, con 2018 como el año negro destacado: 2.165 compañías abandonaron frente a sólo 391 que llegaron. Madrid y Málaga, en cambio, presentan saldos positivos, según datos de Informa D&B.

A unos pocos días de una nueva cita con las urnas, Málaga y Barcelona -que pese a todo sigue siendo la segunda gran capital económica- concurren con dos imágenes muy distintas, dos programas económicos antagónicos y dos trayectorias no del todo divergentes porque ambas presentan datos económicos por encima de la media. Una, la capital de la Costa del Sol, se erige desde hace años como foco prioritario de atracción del sector empresarial más allá del tradiciónal interés inmobiliario y turístico; la otra, la capital catalana, trata de reivindicar su modelo, que define como social y sostenible, y con el que pretende despojarse del estigma añadido que le infligió el procés y de las continuas quejas de empresarios incluso catalanes por una política municipal que tildan de hostil a la inversión.

Francisco de la Torre llegó a la Alcaldía malagueña en 2000 y este diciembre cumplirá 81 años. Sin embargo, él habla sobre todo de futuro. “Le estamos quitando gente a Silicon Valley”, proclama a CincoDias cuando habla de “la historia de éxito” que ha supuesto la opción del teletrabajo para su ciudad. “Se ha generado una necesidad de vivienda a la que hay que dar respuesta y de gente formada y de empleo”, añade mientras va desgranando varios de esos ejemplos de iniciativas punteras que han elegido la Costa del Sol: el Campus 42 de Telefónica, el hub tecnológico, de 5G e inteligencia artificial de Vodafone; el nuevo hub de Citigroup fuera de Londres o el Centro de Ciberseguridad de Google, que se ubicará junto a uno de los grandes proyectos urbanos de los últimos años: el Muelle Uno.

Jordi Martí, por su parte, es el hombre fuerte de Ada Colau, más allá de su número dos en la papeleta electoral. Antes, militó en el PSC durante 20 años pero en 2015 cambió a Barcelona en Comú. A la presunta mala imagen que proyecta la ciudad, responde exasperado mostrando las cifras económicas: el PIB de Barcelona ya es un 7% mejor al de antes de la pandemia (algo que no sucede en el conjunto nacional) y en 2022 se cerró con el número de parados más bajo desde que llegaron al Consistorio, en datos del propio Ayuntamiento. “Los datos están ahí y avalan nuestro modelo basado en una economía donde el peso de lo tecnológico, lo digital, la innovación o la rehabilitación de los edificios son fundamentales”, expone.

“La ciudad no es sólo un pozo de petróleo al que sacarle rentabilidad, es un modo de vida y hay que pensar en un sistema económico que responda a las necesidades de los ciudadanos”, abunda con su propia lista de éxitos en el terreno d e juego tech: el distrito 22@, uno de los focos empresariales y de oficinas más activos de España; Dfactory y la política industrial de Zona Franca; la sede permanente del Mobile World Congress... Todos ellos “son de sectores más sólidos y menos especulativos”, son empresas “que nos interesan”, puntualiza, sin olvidar que otra de las grandes acusaciones, la de ser antiturística, es también parcial: “Estamos en contra del turismo que no aporta y masificado”. En total, Barcelona recauda ahora 150 millones de euros más que en 2015 a las grandes empresas, tanto por mejora de actividad como por “una vigilancia especial para que se pague”.

La ciudad andaluza, por su parte, también puede presumir de cifras. Según el Colegio de Economistas de Málaga, el PIB provincial crece un 30% más respecto a la media andaluza y un 50% más respecto a la nacional desde la pandemia y, en cifras del Ayuntamiento, casi cuatro de cada diez euros de la inversión extranjera recalan en su territorio. Francisco de la Torre considera que “hay cuestiones naturales de la ciudad que valen para el tema turístico y que valen para la captación de inversiones. Pero todo eso hay que reforzarlo con una ciudad que sea atractiva para los malagueños, que a veces nos olvidamos de ello”.

El modelo de vivienda

De la Torre se refiere a lo que seguramente sea el mayor asterisco que viene aparejado con la prosperidad empresarial: el sector inmobiliario. El pasado mes de febrero, Málaga se convirtió en la segunda ciudad española (tras Palma de Mallorca) donde los precios de venta y alquiler de vivienda superan los del pico de la anterior burbuja inmobiliaria. Fotocasa estima esta diferencia en un 5% más en la compraventa y del 57% en el alquiler.

Su respuesta pasa por la colaboración público-privada. En el último Salón Inmobiliario del Mediterráneo, el sector al completo señaló a Málaga como ejemplo de esta vía. El alcalde todavía insiste en perfeccionar el modelo: “Es esencial, en cualquier proyecto territorial, la colaboración institucional entre administraciones y sector privado. Hay que facilitar la gestión para que pueda ir con más rapidez y simplificar los trámites, sobre todo en lo urbanístico, donde todavía tenemos mucho que hacer. Se trata de contar con una capacidad de respuesta rápida a la demanda creciente que ha habido de venta y alquiler y luego, también hay que regular para evitar efectos negativos”.

Barcelona, pese a llevar ocho años de enfrentamiento directo con el sector inmobiliario, también bate récord en coste de la vivienda. Sigue siendo la localidad con el precio medio del alquiler más alto de España, a 18,6 euros el metro cuadrado en abril de 2023 y a partir de datos de Idealista. En 2015, se pagaba en abril a 12,1 euros, lo que arroja más de un 50% de incremento acumulado. En Madrid, en ese mismo periodo, ha pasado de 11,6 a 16,4 euros el metro cuadrado; y en Málaga, casi se ha duplicado, de 7,5 a 13,3.

“Nosotros hemos batallado contra unos fondos buitre que lo único que quieren es hacer rentabilidades rápidas aprovechando el tirón de la ciudad. Estos no son bienvenidos. Vamos a hacer todo lo posible para pararlos”, contesta Martí y recuerda que toda ciudad global sufre esta tensión de oferta.

La batalla por la vivienda pública

El número dos de Barcelona en Común, Jordi Martí, incide en que, cuando Ada Colau fue nombrada alcaldesa, la ciudad contaba con unas 7.500 viviendas sociales, la gran mayoría construídas en los 80. Para finales del año que viene, la Ciudad Condal espera llegar a las 15.000. El número no llega al 2% de las 600.000 totales del municipio, admite, y está lejos de ese 60% que suma Viena, “pero se trata de nuestra apuesta”. “Por eso es importante la justicia fiscal. Tenemos unos Presupuestos de 3.500 millones frente a los de 2.500 de 2015. Si somos la primera empresa de la ciudad, cambiaremos el modelo”. 
Málaga también presume de vivienda promovida por el Ayuntamiento: hasta 7.500 unidades en 20 años por apenas 50 de la Junta en el mismo periodo. 

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