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Del Protocolo de Irlanda al Pacto de Windsor, ¿en qué cambia la relación comercial entre la UE y Reino Unido con el nuevo marco?

Bruselas y Londres cierran una hoja de ruta para simplificar las trabas entre los mercados de Gran Bretaña y de Irlanda del Norte

El primer ministro británico, Rishi Sunak, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, este lunes en el palacio de Windsor.
El primer ministro británico, Rishi Sunak, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, este lunes en el palacio de Windsor.POOL (REUTERS)
Pepe García

La historia del Brexit comenzó en junio de 2016 y, a priori, concluyó el 1 de febrero de 2020, con la ratificación del Acuerdo de Salida. Sin embargo, seguían existiendo agujeros que hacían que la trama estuviera lejos de encontrar una conclusión. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el primer ministro británico, Rishi Sunak, se reunieron este lunes para tratar de cerrarla y aclarar la situación de una de las naciones que componen el Reino Unido, Irlanda del Norte, lo que aspira a poner punto y aparte a unas relaciones que eran tirantes desde hacía años.

¿Por qué seguían negociando ambas partes?

Pese a que, materialmente, el Reino Unido dejó de pertenecer a la Unión Europea en 2020, todavía quedaban flecos que hilar en la nueva relación entre bloques. Uno de los más relevantes es la situación de los territorios británicos fuera de Gran Bretaña (Inglaterra, Gales y Escocia), fronterizos con la UE. Es el caso de Gibraltar, zonas de soberanía británica en Chipre y la nación de Irlanda del Norte.

¿Dónde se encontraban los principales puntos de tensión con la UE?

La frontera de Irlanda ha sido, históricamente, una de las fronteras más calientes de Europa desde la independencia de la República en 1937. Los acuerdos del Viernes Santo, firmados en 1998 para poner fin a décadas de violencia, establecieron un nuevo marco de relaciones entre católicos y protestantes, el cual se basaba en la erradicación de la frontera física entre los territorios de la República de Irlanda y el Ulster –la provincia histórica del norte de la isla, bajo soberanía británica-. El Brexit puso en riesgo estos acuerdos, en la medida en que la pertenencia de ambos países a la UE garantizaba la libertad de movimientos de capitales y personas. Con controles aduaneros o de inmigración, volverían los puestos fronterizos a la isla.

Para evitar el resurgir de conflictos entre la población a ambos lados de la frontera, la línea que separa la Unión Europea y Reino Unido se encuentra en los puertos de Irlanda del Norte, y no en la línea terrestre que lo separa de la República de Irlanda. Este limbo legal implica que el Reino Unido tiene su mercado interior dividido en dos: en uno prima la regulación de Gran Bretaña y en el de Irlanda del Norte prima las regulaciones de los productos y los estándares fitosanitarios de la Unión Europea. Así, de hecho, Irlanda del Norte estaba en el Mercado Común, y seguirá estándolo con el nuevo Pacto.

¿Cómo se articulaba el comercio entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte antes del nuevo acuerdo?

Aunque son un mismo país, al ser dos mercados diferentes, los intercambios comerciales entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte se regían basándonos en el Protocolo de Irlanda del Norte, lo que se traduce en que antes de movilizar productos de una orilla a otra, es necesario acatar una serie de requisitos burocráticos europeos. El Gobierno británico incluso tiene una página web en la que aclara los criterios para comerciar con la región.

¿Cuál ha sido el coste del Protocolo de Irlanda del Norte?

Según un estudio de la Universidad de Liverpool, recogido por Bloomberg, el peso del mercado británico en Irlanda del Norte es sustancialmente superior al de la UE. Las compras de Belfast al Reino Unido equivalen al 81,2% de todas las importaciones de bienes en Irlanda del Norte procedentes de las Islas Británicas, afirman los académicos.

Desde Reino Unido denuncian que tanto los costes, como las esperas y los retrasos, se han multiplicado desde la aplicación del Protocolo. Los costes adicionales comienzan con el trabajo administrativo adicional antes incluso de que las mercancías destinadas a Irlanda del Norte hayan salido de los almacenes británicos. Según recogió la BBC, las empresas de transporte calcularon que un palé de mercancías, cuyo envío antes costaba unos 113 euros, pasó a costar entre 56 y 397 euros más por toda la nueva burocracia.

¿En qué cambia el nuevo acuerdo las relaciones entre ambas orillas?

“En esencia no ha cambiado nada y en términos prácticos muchas cosas”, resume Enrique Feás, investigador principal del Real Instituto Elcano. “No se ha quitado la aduana, no es un cambio en el Protocolo, pero simplifica mucho el comercio entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte”, indica el investigador. Las modificaciones más reseñables son las siguientes:

Comercio

El Financial Times destacó algunos de los principales problemas burocráticos que acarreaba este mercado partido. Por ejemplo, los productos que entren en Irlanda del Norte a través de Gran Bretaña deben cumplir con todas las estrictas regulaciones del mercado único europeo.

Los actuales controles suspenden las restricciones a los alimentos destinados a supermercados, tiendas y otros establecimientos, como comedores. The Guardian recoge que el nuevo acuerdo establece que no habrá declaraciones de aduana ni controles físicos para estos productos. Esto evitará, según resaltó el propio Sunak, que haya problemas de abastecimiento en la parte británica de Irlanda: “Si la comida está disponible en las estanterías del Reino Unido, también lo estará en las de Irlanda del Norte”.

Además, dentro del nuevo acuerdo, se establecen dos tipologías para ciertos productos, según tengan que superar más o menos restricciones aduaneras. Aquellos que pasarán por el llamado “carril verde”, es decir, productos que se exporten desde Gran Bretaña sin riesgo de que puedan cruzar la frontera de la República de Irlanda -y del Mercado Común-; y productos de “carril rojo”, con riesgo de traspasar las fronteras de la UE.

En la jurisdicción

Irlanda del Norte seguirá perteneciendo al mercado único europeo y, por tanto, seguirá rigiéndose por reglas de la Unión. Londres aplicará las normas en referencia a la fabricación y venta de mercancías, pero la supervisión del cumplimiento corre a cargo de la Comisión Europea, más en concreto del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE). En teoría, esto implica que la jurisdicción sobre las decisiones que tome Londres sobre el mercado de Irlanda del Norte, aunque impacten de manera mayoritaria al resto de naciones del Reino Unido, recae sobre la Unión Europea.

Este es uno de los puntos que más preocupaban en Londres, según aseguran los medios locales. Durante la rueda de prensa posterior a la presentación del pacto, Sunak explicó que la ley comunitaria “seguirá aplicando”, aunque “con el consentimiento del Acuerdo”.

Como contrapartida, afirmó el propio primer ministro, el Parlamento norirlandés, dispondrá de un “freno” con el que tendrá capacidad de “veto” a las decisiones que afecten al mercado de la región del Ulster y, por lo tanto, al Mercado Único. “Habrá fiscalización democrática”, afirmó el sucesor de Liz Truss. Pero el investigador de Elcano afirma que la nueva relación aboga por establecer “un arbitraje donde se abren canales de discusión”, pero no la capacidad de vetar decisiones. Entrar en el mercado europeo, explica, “implica rechazar la capacidad de legislar”, por lo que “el último intérprete seguirá siendo el propio TJUE”, concluye Feás. Von der Leyen reafirmó frente a Sunak que el TJUE es “el último árbitro de la legislación de la UE”.

En aspectos fiscales

Bajo el anterior Protocolo, Irlanda del Norte estaba bajo el régimen del IVA de la Unión Europea. Ello implicaba que, si desde Londres se decidiese una reducción del impuesto, los ciudadanos norirlandeses no podrían beneficiarse del mismo modo que lo harían sus compatriotas en la otra orilla del mar de Irlanda.

El nuevo acuerdo permitirá a Westminster, y no a Bruselas, fijar el IVA, las ayudas estatales y el impuesto sobre el alcohol. “Nuestras reformas para reducir el coste de una pinta en un pub se aplicarán ahora en Irlanda del Norte”, aseguró sonriente Sunak.

¿En qué productos se ha notado más las limitaciones del Protocolo?

Por ejemplo, en los medicamentos genéricos. El Think-Tank UK in a changing Europe afirma que el uso de medicinas genéricas permite ahorrar al sistema de salud británico unos 17.000 millones de euros.

Estos productos son esenciales para la salud pública, pero desde el observatorio aseguran que la diferencia entre mercados crea la necesidad de que los productos cumplan tanto las normas reguladoras del Reino Unido como las de Irlanda del Norte y la UE para estar disponibles en ambas regiones, lo que puede hacer que “los fabricantes no pueden permitirse suministrar a Irlanda del Norte un envase propio para cada medicamento, ya que muchos productos resultarían deficitarios”, explican.

¿Y cómo cambiará el nuevo Pacto la adquisición de medicinas?

Con el nuevo Pacto de Windsor, aquellos medicamentos aprobados por el regulador del Reino Unido podrán ser automáticamente utilizados en Irlanda del Norte. Para evitar distorsiones en el mercado único, Von der Leyen aseguró que las partes han “acordado una serie de marcos comunes, para garantizar la unidad del mercado único europeo”.

¿Y ahora qué?

Sunak ha pedido tiempo para “digerir” el Pacto alcanzado entre Bruselas y Londres. El Partido Unionista Democrático (DUP, por sus siglas en inglés) lleva meses bloqueando la formación del Gobierno de Irlanda del Norte y se postula como una de las principales facciones en contra de la cesión de soberanía a la Unión Europea. Además, el Parlamento británico también habrá de pronunciarse al respecto del acuerdo, según afirmó el propio primer ministro, aunque el Partido Laborista ya ha confirmado que votará a favor del acuerdo.


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Sobre la firma

Pepe García
Redactor de la sección de Economía de Cinco Días. Estudió Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y cursó el Máster de periodismo UAM - EL PAÍS.

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