Institucionales y con vocación de estabilidad: los vendedores que están castigando el precio de las criptos
El bitcoin baja de los 100.000 dólares lastrado por las ventas de los mismos inversores que impulsaron sus subidas de precio

En el primer aniversario de los comicios de Estados Unidos que devolvieron a Donald Trump a la Casa Blanca, el bitcoin ha caído. La criptomoneda perdió en la madrugada de este miércoles la barrera de los 100.000 dólares por primera vez desde el pasado junio, un nivel psicológico que el propio magnate, con sus políticas y su respaldo, ayudó a alcanzar. El token tocó los 98.967,75 dólares, retrocediendo un 20% desde sus máximos de principios de octubre. Estos descensos corresponden en gran parte a las salidas de inversores institucionales del mercado, que han sacado unos 45.000 millones de dólares en el último mes, según datos de 10x Research. Son, irónicamente, los mismos actores que habían impulsado los vertiginosos repuntes del último año. Al cierre de los mercado europeos este miércoles, el bitcoin buscaba recuperar el tono y cotizaba en los 103.000.
La configuración del mercado de activos digitales ha cambiado progresivamente desde la aprobación de los ETFs en enero de 2024 y con la vuelta del republicano al Despacho Oval. La naturaleza de bitcoin también se ha transformado. La acumulación de la criptomoneda en las reservas de las empresas y la oferta creciente de fondos cotizados que replican su valor han empujado al alza el activo y han contribuido a darle respaldo y cierta estabilidad: a diferencia de las demás altcoins, durante los vaivenes del mercado su precio ha oscilado mucho menos, ya que la concentración de activos en manos de grandes gestoras y compañías ha mitigado las fuertes fluctuaciones de precios al alza y a la baja. Y ante su aparente estabilidad, ha empezado a radicar la idea de que el activo se encamina a ser una reserva de valor, como el oro.
Pero los movimientos siguen siendo más acentuados y los activos digitales más sensibles a las variables macroeconómicas. La indecisión de la Reserva Federal sobre los tipos, y el fortalecimiento del dólar han pesado en su cotización y están transformando el panorama de liquidez que impulsó los alzas anteriores. “Aunque está en máximos históricos, este dinero no está fluyendo. Las criptomonedas son más sensibles a los cambios de liquidez porque todavía no existen canales tan amplios y desarrollados como en los mercados tradicionales para que el dinero fluya hacia los activos digitales”, detalla Javier Pastor, director de Formación de Bit2Me. Los principales fondos cotizados replican solo el comportamiento de bitcoin, no todos los bancos permiten movimientos directos de dinero hacia el ecosistema cripto y el mercado todavía no está integrado en los sistemas de pago y financiación tradicionales. “Pese a los avances —como los ETF o la entrada de algunas tesorerías corporativas—, sigue siendo un mercado menos integrado. En un entorno de desconfianza, los inversores prefieren refugiarse en activos más seguros”.
En este sentido, las decisiones de política monetaria son clave para este ciclo y para prever el comportamiento de estos activos. “Los inversores institucionales ya no persiguen el riesgo; esperan una señal monetaria clara, que quizás no llegue este año. No se trata de conceptos hipotéticos de liquidez ni de perseguir las promesas a las que suelen aferrarse los inversores minoristas; se trata de comprender cómo evolucionará la política monetaria. Solo importan los datos, el posicionamiento y los flujos. Eso es lo que impulsa a los institucionales que ahora dominan los flujos de bitcoin, ya que sus decisiones se basan en las directrices de los bancos centrales en lugar de en narrativas especulativas”, detalla un informe de 10x Research.
A esto se suma el nerviosismo generalizado en los mercados tradicionales. Compañías como Palantir y Nvidia —que habían liderado las subidas de los índices de Wall Street en los últimos años— están retrocediendo ante las dudas sobre sus elevadas valoraciones que alimentan los fantasmas de una nueva burbuja. Las criptomonedas, tradicionalmente correlacionadas con las tecnológicas y otros activos de riesgo, se han visto arrastradas por esa tendencia. “Es normal que los inversores institucionales quieran trasladar parte de sus activos a otras inversiones refugio, más en un año especialmente positivo para las Bolsas, que puede acelerar cambios en la composición de sus carteras a final de año”, afirma Manuel Pinto, analista de mercados.
Lo cierto es que desde principios de octubre, un mes históricamente positivo para bitcoin, los inversores en criptomonedas no levantan cabeza. Los ahorradores a largo plazo han vendido unos 400.000 bitcoin, generando una presión vendedora constante y alterando el patrón habitual del mercado. “Este movimiento refleja un cambio de sentimiento que podría marcar un punto de inflexión”, avisa Pinto. Los expertos se preguntan si el mercado se recuperará o si las pérdidas seguirán acumulándose hasta que la incertidumbre no se disipe. Javier Pineda, gestor del fondo Renta 4 Cripto FIL, destaca que no se han producido fugas masivas de reservas de exchanges: “Eso refleja una rotación táctica, más que una salida estructural”.
Por su parte, Markus Thielen, jefe de investigación de 10x Research, detalla a Bloomberg que las ballenas (grandes tenedores, que poseen entre 1.000 y 10.000 bitcoin), comenzaron a vender grandes volúmenes incluso cuando los inversores institucionales intentaban absorber la oferta. Pero desde el desplome del 10 de octubre, cuando se evaporaron 19.000 millones de dólares en cuestión de horas, la demanda se ha desvanecido. “En el mercado bajista de 2021–2022, más de un millón de bitcoin fueron vendidos por grandes tenedores en casi un año. Si seguimos un ritmo similar podríamos ver esta situación prolongarse otros seis meses", concluye.

