La brasileña Oi, el antiguo gigante de la telefonía fija en el país, será liquidada tras dos intentos fallidos de reestructuración
La Justicia declara la quiebra definitiva de la operadora que ya vendió la mayor parte de sus activos a Telefónica y a otros rivales


El Tribunal de Justicia de Río de Janeiro ha declarado la quiebra definitiva del grupo Oi, que fue una de las mayores operadoras de telecomunicaciones de Brasil, pero actualmente solo ofrece algunos servicios limitados, tras el fracaso de los dos procesos de reestructuración de deuda con los que intentó salvarse, agravados por fusiones pasadas con Brasil Telecom y Portugal Telecom. Las acciones de Oi cayeron un 35% en la sesión del lunes en la Bolsa de Brasil tras conocerse la sentencia.
La quiebra fue determinada por el Tribunal Mercantil número 7 de Río tras constatar la insolvencia técnica y patrimonial de la empresa de telecomunicaciones tras más de diez años de infructuosos procesos de resstructuración de su deuda (reorganización judicial como se conoce en Brasil).
Según el auto, Oi acumula deudas por unos 1.700 millones de reales (unos 277 millones de euros), pero sus ingresos brutos mensuales no llegan a 200 millones de reales (unos 32,6 millones de euros) y su patrimonio es negativo y está comprometido con el pago de antiguas obligaciones. La empresa está “técnicamente arruinada” y sin viabilidad económica para cumplir sus obligaciones financieras, dice la sentencia.
El fallo declara la quiebra después de que la propia empresa solicitara el viernes la suspensión de su plan de reestructuración ante la imposibilidad de pagar las deudas. En su sentencia, la jueza determinó la venta ordenada de los activos restantes de la compañía para intentar garantizar parte de los valores que serán destinados al pago de los acreedores. Las actividades esenciales continuaran provisionalmente bajo la gestión del administrador judicial, asegurando la conectividad en áreas críticas.
Las deudas identificadas por el tribunal no incluyen las que Oi renegoció en los procesos de reestructuración de su deuda que acordó con sus acreedores en las dos oportunidades en que se acogió a la ley de quiebras en Brasil.
Venta a Telefónica
En la primera oportunidad, en 2016, admitió tener deudas por 65.000 millones de reales (unos 10.600 millones de euros). En 2023 volvió a solicitar la intermediación de la Justicia para renegociar deudas que entonces sumaban 44.000 millones de reales (unos 7.175 millones de euros). Pese a declarar su quiebra, la jueza ordenó que Oi continuase operando normalmente hasta que transfiriera sus operaciones y obligaciones a otras compañías.
Oi vendió sus activos de telefonía móvil a un consorcio formado por Telefónica (Vivo), TIM Brasil y Claro en diciembre de 2020. Esta operación fue aprobada por las autoridades brasileñas en febrero de 2022 y su cierre se completó en abril de 2022, lo que significó que Telefónica se convirtió en una de las principales compradoras de la red móvil de Oi, por cuya participación pagó 5.373 millones de reales brasileños (875 millones de euros).
Antes de que entrara en crisis financiera, Oi era la mayor operadora de telefonía fija de Brasil, la tercera de telefonía móvil y tenía una participación importante en el suministro de internet por banda ancha. Tras los procesos de reestructuración con los que tuvo que vender gran parte de sus activos, incluyendo el negocio de telefonía móvil y el de fibra óptica, la empresa ofrece actualmente el servicio de telefonía fija en unas 7.000 localidades y es responsable por los servicios de emergencia de instituciones como la Policía y los Bomberos. También tiene contratos para prestar servicios de telecomunicación a diferentes órganos públicos, incluyendo las del Centro Integrado de Defensa y Control de la Fuerza Aérea y las comunicaciones del banco público Caixa Económica Federal con todas sus sucursales.
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