Criteria reordena sus carteras para volver a un perfil de inversor conservador
El ‘holding’ de la Fundación La Caixa, que tiene 8.000 millones de euros para invertir hasta 2030, priorizará la participación en compañías cotizadas y rentables
El mayor holding inversor de España, Criteria Caixa, ha pasado por varias crisis de personalidad en los últimos años. Hasta enero de 2024, bajo la batuta del entonces consejero delegado, Marcelino Armenter, Criteria era un gigante que se movía muy despacio y prudentemente: tenía una alta capacidad de inversión gracias a los generosos dividendos de sus participadas, pero sus decisiones eran conservadoras y muy quirúrgicas. Entre enero de 2024 y finales de abril de este año, la compañía le dio la vuelta a la situación como si fuese un calcetín: el nuevo consejero delegado, Ángel Simón, emprendió una carrera de adquisiciones que situaba al holding en las principales empresas de cada sector, y ampliaba su capacidad de influencia, muchas veces compartiendo intereses con el Gobierno, como por ejemplo con el incremento de la participación en Telefónica. En un año, Criteria invirtió casi 4.000 millones de euros, un desembolso atípico en una empresa acostumbrada a meditar largamente sus actuaciones. En el tiempo en el que Simón estuvo al cargo, parecía que Criteria iba a ejercer un papel que se echa en falta en España: el de un socio inversor industrial disponible para empresas en apuros, con necesidad de expansión o que sean estratégicas para el país. Ya no, o ya no tanto. Esta semana el holding ha presentado una revisión de su plan estratégico para dejar claro que su única prioridad es el retorno a su accionista, la Fundación Bancaria La Caixa, y esta vuelta al redil ha quedado plasmada en una reorganización de sus carteras de inversión, donde prima el perfil conservador y el dividendo seguro.
Fue Simón quien presentó, en junio del año pasado, el plan estratégico para la etapa 2025-2030, pero tras su cese a finales de abril la entidad fue aminorando la marcha, hasta el punto que tenía que redibujar la hoja de ruta. Criteria tiene una única razón de ser: el holding participa en empresas para obtener de ellas dividendos con los que luego nutre a su único accionista, la Fundación Bancaria La Caixa, para que esta lleve a cabo sus programas sociales. El presidente de la fundación, Isidre Fainé, también es presidente de Criteria, y aunque en un primer momento avaló la estrategia de Simón de ser más activo y asumir más riesgos, con el tiempo fue perdiendo la confianza en su consejero delegado. Simón fue relevado por Francisco Reynés, un peso importante en el ecosistema La Caixa, que es a la vez presidente y consejero delegado de Naturgy, una de las principales empresas participadas por Criteria. Reynés asumió el cargo de vicepresidente ejecutivo de Criteria y José María Méndez el de director general. Ambos han trazado desde entonces la nueva estrategia, con la que pretenden devolver al holding a ese espíritu La Caixa, que se basa en inversiones inteligentes pero sin mucho riesgo, y en mantener la influencia en empresas solventes, rentables y estratégicas.
Este nuevo giro se puso negro sobre blanco en dos pasos: primero con el nuevo plan estratégico de la fundación —llegar a un presupuesto anual de 800 millones de euros e invertir 4.000 millones de euros hasta 2030 en programas sociales—, y luego con la revisión del plan estratégico de Criteria para adaptarlo a la fundación. En este se deja claro que el holding, cuyos activos tienen un valor bruto de 37.252 millones de euros, tendrá que alimentar a la fundación con los 4.000 millones de euros hasta 2030 que necesita. Y que, si bien tiene 8.000 millones de euros disponibles para invertir, estos deben ir destinados a “proyectos de rendimientos recurrentes, sostenibles y responsables”.
Para ello, ha reorganizado sus carteras. Antes de la adaptación del plan estratégico, Criteria tenía cuatro carteras: la estratégica (el 72% del total, donde estaban Caixabank, Naturgy y Telefónica, entre otras), la de diversificación (el 18% del total, donde estaban algunas de las nuevas participaciones como ACS o Puig), la de capital privado (un 3%) y la de inmobiliario (un 7%). Durante la etapa de Simón uno de los objetivos era precisamente dinamizar y darle más protagonismo a la cartera de diversificación.
A partir de ahora, también habrá cuatro carteras, pero reorganizadas. La primera es la llamada Cartera de Participación Fundacional, y en ella está solo la participación del 31% que Criteria tiene en Caixabank, y que en ningún caso debería bajar del 30%. Esta cartera representa el 44% del valor bruto de los activos totales de Criteria, y darle una sola cartera implica un gesto hacia el origen. Criteria nació en 2005 y salió a Bolsa dos años después, pero realmente tomó peso cuando en 2014, y por la reestructuración bancaria a la que obligó la crisis financiera, el ecosistema La Caixa se reorganizó en una fundación, un banco, y un holding cuyo principal y primer activo es el banco. Lo que en la anterior etapa era una participación relevante más, ahora tiene una cartera propia.
La segunda nueva cartera es la de las Inversiones Relevantes, que aporta el 40% del total. Ahí entran todas aquellas empresas donde hay una participación importante —Naturgy un 23,96%, BEA un 19,29%, Interparking un 18%, Colonial un 17,32%, Aigües de Barcelona un 15%, Telefónica un 9,99%, ACS un 9,36%, Inbursa un 9,10%, y Veolia un 5%—. La mayoría de estas son cotizadas y, sobre todo, son empresas donde Criteria está en los órganos de Gobierno. Algunas de estas compañías, como ACS o Veolia, o el aumento de participación en Telefónica, vienen de decisiones de Simón. Telefónica, en la que La Caixa lleva casi 40 años, sufre ahora un bache en su cotización, mientras que ACS ha casi doblado su valor en un año, Más allá de los vaivenes del mercado, las empresas que están en esta cartera lo están porque Criteria tiene una visión de apoyo a largo plazo.
La tercera cartera es la de Liquidez, que aporta el 12% del total y el objetivo es que se quede en un 10%. En esta cartera están las empresas con participaciones menores, sin presencia en los órganos de gobierno y de las que se podría llegar a salir más fácilmente. En esta cartera está Puig, de la que Criteria adquirió el 3% de las acciones en su salida a Bolsa en mayo de 2024 —aunque las acciones que adquirió son de clase B y por lo tanto en derecho a voto la participación no llega al 1%—.
Por último, la cuarta cartera de la nueva Criteria es la de Inversiones Alternativas, que representa el 4% y podría subir hasta un 10%. En esta están InmoCaixa, que está virando desde el mercado residencial al de oficinas, y Caixa Capital Risc, que invierte en startups y sectores de tecnología y ciencia. En esta cartera también está una de las novedades del plan estratégico: ahí estarán los fondos de capital privado, que pueden ser gestoras de fondos que Criteria contrate o bien fondos de terceros en los que Criteria entre, por ejemplo el gran fondo que la Comisión Europea está impulsando, el Scaleup Europe Fund. A través de estos vehículos, Criteria seguirá participando en compañías no cotizadas de tamaño medio y con recorrido para crecer pero con perspectivas de más riesgo. Es lo que la compañía quiso hacer directamente con Europastry o Celsa, pero que finalmente rehusó porque eran operaciones más inciertas. La idea ahora es que se haga a través de fondos, minimizando el riesgo.
Con todo ello, se espera que en la nueva etapa Criteria tenga menos focos encima y mantenga una actitud más conservadora con el objetivo de financiar a la fundación. El plan estratégico lo deja claro: sin llegar a desinvertir sistemáticamente en las empresas en las que ya está, Criteria prevé tener un ritmo de inversiones más pausado y sostenido. La calma se ha vuelto a adueñar del gigante.