El sistema eléctrico camina con pies de plomo: la cuota del gas se duplica la semana del apagón y continúa por encima de las cifras previas
Quince días después, los ciclos combinados han pasado de ser prácticamente residuales a convertirse en la tercera fuente del sistema muchas jornadas


El gran apagón del 28 de abril fue un jarro de agua fría para quienes creían que las crisis de suministro eran cosa del pasado; un baño de realidad para una legión de ingenieros eléctricos que no imaginaba, ni remotamente, que se enfrentaría a una situación así: levantar el sistema desde la nada. Dos semanas después, la prudencia impera en el sistema eléctrico español. El operador, Red Eléctrica de España (REE), parece haber optado por la vía más directa: elevar la generación con gas natural. Aunque la tendencia fue particularmente acusada en la semana del corte, la subida, aun suavizada, se ha mantenido. Mientras se dirimen las causas del siniestro, sobre el que 15 días después siguen sin aportarse explicaciones concretas, esta tecnología —que, junto con la hidroeléctrica, ya fue fundamental en la recuperación inicial de tensión— está siendo la encargada de aportar firmeza y flexibilidad para evitar un nuevo susto.
Tras el shock, pies de plomo. El primer cero energético de la historia de España ha dado paso a un periodo de máxima prudencia. Los ciclos combinados, en los que se quema gas natural y que pueden encenderse o apagarse cuando es necesario, han pasado de ser prácticamente residuales en las semanas anteriores al apagón a convertirse en la tercera fuente del sistema muchas jornadas, muy por delante de lo que cabría esperar a estas alturas del año.
Pese a la caída en la generación total del sistema español —en gran medida, porque Portugal mantuvo bloqueada la importación de electricidad española hasta el jueves pasado, “por precaución y para ver cómo evolucionaba” la situación, tal y como afirma en EL PAÍS su ministra de Energía, Maria da Graça Carvalho—, estas centrales han pasado de promediar menos de 70 gigavatios hora (GWh) en los días inmediatamente anteriores al fundido a negro a casi 110 en la semana del apagón (excluido el propio día 28, cuya dinámica es, por definición, completamente diferente). Y a rozar los 80 GWh diarios la semana pasada.
“Se están incluyendo ciclos adicionales para reducir el impacto que cambios bruscos de producción podrían tener sobre las tensiones”, confirma a EL PAÍS un portavoz de REE. “Estamos siguiendo el efecto real sobre la variabilidad de las tensiones, ajustando en función de la realidad observada”.
Del 10% al 20%
En términos relativos, los ciclos combinados pasaron de tener una cuota de poco más del 10% sobre la generación total española en la semana anterior al apagón a rozar el 20% en la que se produjo el corte (de nuevo, excluido el día 28). La semana recién terminada promedió algo más del 12%, según los informes diarios de balance de REE compilados por este diario.
El día de más actividad de las centrales de gas fue el inmediatamente posterior al apagón, el 29 de abril, cuando inyectaron a la red 193 GWh, cifras más propias del invierno —cuando la demanda crece y la generación fotovoltaica es baja— que de la primavera. Esa jornada, los ciclos combinados aportaron más de la tercera parte de la generación total, el triple que en los días anteriores al apagón. “Red Eléctrica metió, de inmediato, alrededor de tres gigavatios más de generación con ciclos combinados para aumentar la generación síncrona del sistema”, concreta Óscar Barrero, socio responsable de Energía de la consultora PwC.
En lo que va de mayo, la demanda de gas natural para generación eléctrica —la contracara de la estadística— se dispara casi un 78%, según los últimos datos del operador del sistema gasista, Enagás.
Fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico admitían poco después del apagón que el sistema eléctrico trabajaría durante un tiempo bajo condiciones de “seguridad reforzada, con una mayor diversificación, más ubicaciones territoriales [de las centrales] y más entrada de los ciclos combinados”. El sistema, según reconoció el viernes pasado el secretario de Estado de Energía, Joan Groizard, en una entrevista en la Cadena Ser, opera con refuerzos: “Más atención, más ojos vigilando y más herramientas”.
‘Airbags’
“Red Eléctrica puso los airbags justo después del apagón, y en parte, los ha mantenido. Y creo que se va a quedar así durante meses, con un objetivo claro: minimizar el riesgo de un nuevo apagón”, subraya Barrero. “El cambio de estrategia de operación ha sido limitar las renovables y aumentar la generación síncrona funcionando, sobre todo los ciclos combinados”.
El sistema, según apunta el analista independiente Francisco Valverde, “está funcionando con criterios de estabilidad, y los ciclos permiten regular muy bien, porque son la tecnología más flexible: permiten subir o bajar la potencia según se necesite”. “Si van con pies de plomo, como están yendo, lo más lógico es que se tire más de gas. La hidroeléctrica también te da flexibilidad, pero ya se estaba generando mucho por el agua embalsada; y eso hace que se note en la estadística”, ilustra.
Generación más cara
La máxima es clara: que no se vuelva a repetir el caos de hace un par de lunes. Incluso si eso supone un “sobrecoste” para los consumidores —en palabras del propio Groizard— derivado del uso intensivo de las centrales de gas, mucho más caras que las renovables y, muy particularmente, que la fotovoltaica, por mucho la fuente más económica.
Si esa mayor entrada de los ciclos combinados no se está dejando sentir en el mercado diario de la luz es porque la mayoría de esas centrales están entrando por los llamados servicios de ajuste, un recodo del mercado en el que REE interviene para “resolver las restricciones técnicas del sistema, mediante la limitación y, en su caso, modificación de los programas de producción”. Ese sobrecoste, sin embargo, sí se acaba trasladando a la factura de aquellos consumidores finales que no tienen contratado un precio fijo. Entre ellos, los alrededor de ocho millones de hogares que tienen contratada la tarifa regulada, también conocida como PVPC.
La entrada masiva en operación de los ciclos combinados suele coincidir con la llegada del verano, cuando muchos de ellos, tras meses de hibernación, se activan cada año para cubrir el aumento de la demanda procedente del encendido masivo de aires acondicionados. Este año, en cambio, esa dinámica se ha adelantado varias semanas por razones completamente ajenas al mercado: la seguridad de suministro manda.
Vertidos solares
En paralelo al mayor uso de las centrales de gas, son varios los indicios que indican también a un aumento en los vertidos de energía solar (el excedente de energía que no se usa). En esa dirección apuntan los datos internos de algunas eléctricas y, también, la propia curva de generación fotovoltaica, que está siguiendo patrones “no habituales”, según una voz autorizada del sector. “Hay indicadores de que sí puede estar habiendo bastante vertido”, aquilata Valverde. “Pero mucho de este vertido es económico y no técnico, derivado de los precios [mayoristas] tan bajos de los últimos días”.
Barrero, de PwC, va un paso más allá: “Han subido los vertidos, sí. Y todos: tanto los económicos como los técnicos”, zanja por teléfono. Según las cifras de Red Eléctrica, la semana pasada la fotovoltaica promedió 130 GWh de generación diaria. La del apagón no llegó a 110. Antes del corte, la media era de unos 180. Una brecha enorme, imposible de explicar solo por la sequía de exportaciones a Portugal —que, sin duda, ha contribuido—, la meteorología o la menor demanda.
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