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Masorange cancelará las marcas Virgin Telco y Llamaya en su nueva estrategia comercial

La operadora prevé abonar 800 millones de intereses este año por su alta deuda financiera

El entonces consejero delegado de Euskaltel, José Miguel García, en la presentación de Virgin Telco, en 2020.
El entonces consejero delegado de Euskaltel, José Miguel García, en la presentación de Virgin Telco, en 2020.
Ramón Muñoz

Una de las principales consecuencias de la fusión entre Orange y MásMóvil para dar lugar a Masorange es la multiplicidad de marcas con las que opera, hasta 20 insignias comerciales diferentes. El mercado esperaba insistentemente una simplificación del catálogo. Y esta criba está a punto de hacerse realidad. La principal damnificada será Virgin Telco, que dejará de comercializarse con carácter inmediato, aunque se mantendrá aún durante un año para los clientes que ya la hayan contratado y, al término de ese plazo, se les ofrecerá cambiar a otra marca o dar por finalizado su contrato sin penalización alguna. Un proceso similar se llevará a cabo con Llamaya, adquirida por MásMóvil en 2017 y especializada en bonos de prepago y llamadas internacionales para migrantes, según fuentes conocedoras de la operación. Cuando se materializó la fusión el pasado mes de abril, los responsables de la nueva empresa anunciaron que, en principio, mantendrían todo el catálogo comercial, aunque sin descartar cambios en el futuro.

La marca Virgin Telco fue la gran baza que utilizó en 2020 José Miguel García, actual consejero delegado de Vodafone España, para conseguir que Euskaltel diera el salto al mercado nacional, cuando el operador de cable vasco le contrató para reflotar la compañía. Para ello, firmó un acuerdo de licencia con el grupo británico Virgin, propiedad del magnate Richard Branson, que le permitía utilizar en España la marca que se emplea en 35 países dentro de sectores como las telecomunicaciones, viajes, transporte, servicios financieros, ocio, entretenimiento y salud. Tras la compra de Euskaltel por parte de MásMóvil un año más tarde, la marca se incorporó al repertorio del grupo amarillo y de ahí pasó al de Masorange tras la fusión.

Ahora, los nuevos responsables comerciales de Masorange han decidido iniciar el proceso de descatalogación progresivo de Virgin Telco. Por el momento, ya no aparece en la página web corporativa del grupo ni se puede contratar online. Y si alguien la solicita por teléfono se le intenta convencer para que se pase a otra marca del grupo con mejores tarifas.

Pero la criba no se quedará ahí. Masorange estudia eliminar también algunas de sus marcas de prepago, en particular las especializadas en tarifas internacionales en el segmento denominado étnico para migrantes. Actualmente, mantiene tres marcas -Llamaya, Lycamobile y Lebara- pero Llamaya ha dejado prácticamente de comercializarse, y su desaparición completa se producirá en a medio plazo. También se estudia simplificar marcas residuales con muy poco clientes como Cable Móvil, Hits Mobile, Netllar, Guuk y Populoos. De hecho, Oceans ya se eliminó integrándola en Hits Mobile.

La estrategia pasa por centrarse en las marcas fuertes -Yoigo, Pepephone y la propia MásMóvil-y en las de las cableras del norte (la vasca Euskaltel, la gallega R y la asturiana Telecable), o la aragonesa Embou, con gran implantación en sus respectivos territorios y clientes de valor. Por la parte de Orange, que ya eliminó República Móvil y Amena antes de la integración, conservará sus tres insignias: Orange, Jazztel y Simyo. La empresa ha declinado hacer comentarios sobre estos planes comerciales.

Resultados de Masorange desde la fusión

Masorange no solo tiene entre sus tareas la simplificación de su catalogo comercial. El nuevo plan estratégico que presentará a finales del este mes, una vez que haya concluido el expediente de regulación de empleo que tiene en marcha para 650 empleados, trazará un ambicioso calendario para la reducción de la deuda, la principal preocupación de la compañía. A 30 de septiembre, el endeudamiento ascendía a 12.561 millones de euros, y a 14.085 millones incluyendo arrendamientos.

El alto coste financiero de esa deuda es la principal razón de que la operadora registrara unas pérdidas netas de 533,4 millones de euros en los seis primeros meses meses de su andadura como empresa independiente, desde principios de abril hasta el 30 de septiembre pasado, Solo los intereses de la deuda en esos seis meses ascendieron a 531 millones de euros, y se espera que en el conjunto del año se eleven a 800 millones, según desveló el consejero delegado, Meinrad Spenger, en su encuentro con analistas. El otro capítulo relevante que ha pesado en las pérdidas acumuladas desde el nacimiento de la joint venture han sido las depreciaciones y amortizaciones, que en total ascendieron a 1.093 millones de euros.

Estos datos no fueron incorporados por la compañía en el anuncio de sus resultados el pasado 24 de octubre. La comunicación recogía los nueves primeros meses de este 2024, incluyendo el primer trimestre en el que Orange y MásMóvil aún funcionaban como empresas separadas. Más significativos son los datos incorporados posteriormente por la compañía en el capítulo para inversores que recogen el balance desde comienzos de abril hasta finales de septiembre, es decir, el primer semestre desde el inicio de la fusión. Los ingresos en ese periodo ascendieron a 3.638 millones de euros, con un beneficio operativo negativo (Ebit) de 80,2 millones de euros.

El calendario del repago de la deuda, sin incluir intereses, deja todo el esfuerzo para los dos años finales de los siete de amortización, una vez que se dilucide si finalmente Orange se hace con la mayoría del capital de Masorange, para lo que tiene una opción no obligatoria a partir de abril de 2026. También podría decidir sacar a Bolsa la nueva sociedad aunque dadas las condiciones del mercado, que han penalizado desde hace más de una década a las operadoras de telecomunicaciones por considerar su negocio muy maduro, es bastante improbable que opte por esa opción. Así, Masorange deberá amortizar 220 millones en 2024; 548 millones en 2025, y 765 millones en 2026. En 2027, ya vencen 5.400 millones mientras que se reservan algo más de 1.000 millones para 2029 y 4.000 en 2031.

Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.
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