Roberto Centeno, el yerno de Juan Roig y admirador de Milei que no entiende las VPO, los hospitales y los institutos en la playa de la Malvarrosa
El emprendedor aspira con su fondo Atitlan a entrar como primer accionista en OHLA
Roberto Centeno es un emprendedor inconformista, inquieto y con experiencia que compite con éxito en entornos complejos y negocios diversos. Como autodefinición está bien. Así figura en la información pública de su gran creación, el fondo inversor Atitlan, con el que Centeno -licenciado en Economía y Políticas en la Brown University- ha movido con buenos réditos más de 1.500 millones de inversión desde 2005. El empresario es, además, yerno de Juan Roig, presidente de Mercadona. Está casado con una de las mellizas Roig -Carolina-, una pieza clave en la división de Análisis de Mercado de la cadena de supermercados.
Centeno entrenó con provecho durante décadas con los maestros de las artes marciales empresariales, Goldman Sachs y Merrill Lynch. Aprendió bien tanto la teoría como la práctica; Centeno cree en el movimiento perpetuo del dinero. No se puede desaprovechar ninguna oportunidad de negocio. Por eso ha calificado de “barbaridad” que una ciudad como Valencia, marítima, mediterránea, turística, tenga tanta playa desperdiciada. “Es una barbaridad que una ciudad como València tenga en su primera línea de playa solo un hotel de lujo como es Las Arenas y el resto sea un hospital, un instituto y viviendas VPO”, dijo sobre su idea de lo que debería ser el frontal marítimo Norte de la ciudad.
Al socio fundador de Atitlan -”entre aguas” en lengua náhuatl- no se le puede negar la determinación. Tiene las ideas claras. Libertad. Carajo. Centeno es uno de los que siguió con atención el discurso anarcocapitalista de Javier Milei en Davos en enero. En la intervención, el presidente argentino cargó contra los peligros de un capitalismo excesivamente regulado. Centeno escuchó y rogó a los penates de los negocios: “Ojalá pueda [Milei ] aplicar estas ideas y sacar a Argentina (uno de los países más ricos en recursos) de su estado de pobreza actual”, escribió en sus redes sociales.
El discurso del empresario es coherente. En Atitlan, con oficinas en Valencia, Madrid y Oporto no hay sector que no interese ni potencial beneficio sin explorar. Accesorios de baño, distribución de cítricos, piscicultura, renovables, logística. Todo vale; desde las hamburguesas a la construcción de pistas de pádel. El fondo constituido por Centeno, en sociedad con Aritza Rodero, presume de ser a día de hoy una red de compañías variada con intereses en el sector agroalimentario (Elaia, Guillem Export, Sea Eight), energía (Helios), inmobiliario (Ares), industrial y servicios (Padel Galis, Imex Products y The Bridge) y una cartera de inversiones financieras de más de 125 millones, entre las que destaca la participación en el fondo de deuda alternativa Terram Capital.
Centeno hace tiempo que dejó de ser un enfant terrible de los negocios. Medio siglo de vida y 20 años manejando capitales curten el carácter, dan lustre a la cartera y enseñan a cribar los compañeros de viaje. El yerno de Roig no desprecia las oportunidades. En Valencia ha rastrillado con ahínco el potencial de negocios. Centeno se adjudicó terrenos que ocupó en su momento el circuito urbano de Fórmula 1 de Valencia; entró en el accionariado de Nuevas Actividades Urbanas (Nau), comprando a Bankia acciones de Bancaja; participó en la empresa de materiales de construcción Tejas Borja y diversificó intereses con inversiones en locales -con clientes como Mercadona y Bankia- y hoteles, como el Rey Don Jaime de Valencia. Nada queda atrás.
La penúltima batalla de Centeno se libra en la empresa OHLA. La compañía, propietaria del complejo comercial Canalejas en Madrid, atraviesa por una situación apurada que tiene cautiva de los bancos parte de la caja y que dificulta, entre otras cosas, la obtención de avales para competir en el mercado. OHLA necesita dinero y en el mercado se apunta a Atitlan -en alianza con otro fondo, Stoneshield Capital- como posible salvador con una inyección, en dos fases, de 150 millones. La operación colocaría a Atitlan como primer accionista de OHLA por delante de los hermanos mexicanos Amodio. Una operación de salvamento -por supuesto interesada- con intervención de apellidos ilustres. En Stoneshield Capital participa Felipe Morenés, hijo de Ana Patricia Botín. Para el empresario Centeno es el día a día. Para eso trabaja. Lanza salvavidas y cobra el salvamento. Lo hizo en su momento con el empresario Enrique Sarasola y su cadena de establecimientos hoteleros Room Mate. Atitlan le concedió un crédito de 15 millones que evitó el derrumbe de la cadena.
Roberto Centeno habla claro. Quizá es cosa de familia. El empresario es hijo de Roberto Centeno González, un economista e ingeniero de minas que lo fue todo en el sector de hidrocarburos entre los años 70 y 90 -director de Butano SA, consejero delegado de Enagás, consejero delegado de Campsa-. Centeno padre, colaborador habitual de medios de comunicación, fue de los primeros que habló públicamente de supuestas comisiones cobradas por el entorno del Rey Emérico Juan Carlos I por las importaciones de petróleo de Oriente Medio. Los Centeno saben adaptarse. Centeno padre, próximo a las tesis de Vox, ha explicado -y presumido- de que llegó al mundo de la enseñanza de la mano de Ramón Tamames, que fue miembro del Comité Ejecutivo del PCE en los 70 y candidato de Vox en la moción de censura contra Pedro Sánchez en 2023. “Gracias a su inestimable ayuda”, ha escrito Centeno, “obtuve la Cátedra de Economía de Escuela de Minas”. Adaptación. Al fin y al cabo, el centeno es, según los expertos, uno de los cereales más resistentes.
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