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España quema un cuarto menos de gas para generar electricidad en lo que va de año

Las renovables expulsan a los ciclos combinados en las horas centrales del día, reduciendo su aportación a las horas punta y a las madrugadas

Ignacio Fariza
Una central de ciclo combinado en Palos de la Frontera (Huelva).
Una central de ciclo combinado en Palos de la Frontera (Huelva).

De combustible rey en el sistema eléctrico español, a mero complemento —aunque fundamental, eso sí— cuando las renovables y la nuclear no son capaces de cubrir la demanda por sí solas. Si la década pasada fue la de la puntilla al carbón, el patrón va camino de repetirse con otro protagonista: el gas natural. El consumo de esta energía fósil se contrajo un 26,6% en los cinco primeros meses del año, según las cifras publicadas este lunes por la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores).

La entrada en acción de los ciclos combinados se está viendo restringida, en la mayoría de jornadas, a la hora de la cena y las madrugadas. Y eso, porque en verano la aportación del viento cae con fuerza: en primavera y en invierno, la eólica también reduce notablemente la necesidad de gas. El resto del día, los paneles solares, la nuclear, la hidráulica y el viento se bastan y se sobran para atender una demanda que, aunque empieza a dar señales de reactivación, sigue aletargada desde la crisis energética.

Esta menor necesidad de echar mano de los ciclos combinados se traduce también en precios menores en muchas franjas horarias, en las que en años anteriores estas centrales marcaban la pauta al resto del mercado. Con un pero: en las horas en las que hacen acto de presencia, lo hacen a unos valores notablemente mayores porque concentran en ellas todos sus costes fijos de operación que antes fraccionaban a lo largo del día. Esta nueva realidad está estirando, y mucho, la diferencia entre las horas más baratas (antes, durante y después de comer, en las que la fotovoltaica disparar su aportación y lamina los precios) y las más caras (cuando el sol se pone).

Aunque atenuada por la llegada del calor, que aumenta la demanda y obliga a poner en marcha centrales que de otra forma estarían paradas, la tendencia a la baja del gas tiene muchos visos de continuar en los próximos meses. Tanto para julio como para agosto, el gestor del sistema gasista español (Enagás) proyecta un descenso interanual del 11% en la quema de este combustible para generar electricidad. Una caída notablemente menor a la registrada en mayo (de más del 38%), pero igualmente reseñable.

Agua y sol

Hay un factor coyuntural para entender esta fuerte caída en la demanda de gas para el sector eléctrico: el buen año hidrológico, que ha reducido notablemente la necesidad generación de electricidad en España está entrando en otra dimensión. Al margen de esto, sin embargo, las cifras apuntan a un cambio de era en la matriz eléctrica española, cada vez más dominada por las renovables —en especial, por la fotovoltaica, que no deja de crecer— y con una presencia del gas tendente a testimonial en los próximos años. Sobre todo, si —como se prevé— las centrales hidroeléctricas de bombeo y las baterías aceleran el paso en los próximos años y son capaces de actuar como respaldo único del sistema.

España cuenta hoy con uno de los mayores parques de ciclos combinados de Europa, herencia de unos años —los anteriores a la crisis financiera de 2008— en los que las previsiones de demanda iban por unos derroteros que la realidad acabó corrigiendo. Esta dotación, superior a las necesidades, hace que muchas de estas centrales —en particular las más antiguas y, por tanto, menos eficientes— estén inactivas durante gran parte del año. Naturgy, la mayor titular de estas instalaciones en España, ya ha librado varias batallas en los tribunales para cerrar las centrales con menos uso.

Menos calefacciones en invierno

El hundimiento en el consumo de gas para generar electricidad no es el único vector en el que este combustible pierde fuelle en España. En los cinco primeros meses del año, el consumo en hogares y pymes acumula un descenso de casi el 4% respecto al mismo periodo de 2023. El principal factor de esta caída ha sido la menor necesidad de uso de calefacciones el pasado invierno; un factor que se está empezando a convertir en recurrente: los picos de frío son cada vez menos intensos y duraderos. A futuro, el tránsito de calderas de gas a aerotermia (electricidad, en muchos casos proveniente de paneles solares en el tejado) también dará una dentellada al consumo de gas.

El descenso en el consumo de este combustible ya se está traduciendo en una mejora inmediata de la balanza comercial española. Entre enero y abril, hasta donde alcanzan los datos del último informe de comercio exterior del Ministerio de Economía, el gas natural ha sido la partida que más presión ha restado del lado de las importaciones, con una contribución negativa de 2,2 puntos porcentuales en comparativa anual. El carbón y la electricidad, entretanto, apenas restaron cuatro décimas.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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