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Iberdrola confía en cerrar sus centrales de gas en España antes de 2030

El peso de los ciclos combinados sobre la generación total en todo el sistema eléctrico español ha caído en picado en lo que va de año y ya está por debajo del 9%

La central de ciclo combinado de Iberdrola en Castellón, en una imagen de archivo.
La central de ciclo combinado de Iberdrola en Castellón, en una imagen de archivo.
Ignacio Fariza

Los días de oro de los ciclos combinados en España quedaron atrás hace tiempo. Las centrales de gas natural, aún necesarias para garantizar la cobertura de la demanda cuando no hace sol y no sopla el viento, han empezado a transitar una lenta pero inexorable senda hacia su final. Iberdrola confía en cerrar todas las que opera en España en los cinco próximos años. Será, según confirman fuentes de la eléctrica, antes de 2030, una fecha en la que la empresa aspira a alcanzar las cero emisiones propias.

La eléctrica cuenta con 5,7 gigavatios (GW) de ciclos combinados en España. Es la quinta parte de toda la capacidad instalada de estas centrales en España y supone, también, alrededor de un quinto de su capacidad total de generación. En marzo, las renovables ya suponían casi el 70% de la potencia instalada de Iberdrola en la península Ibérica.

Fuera de España, Iberdrola acaba de ejecutar la venta de sus ciclos combinados en México: algo más de 8,5 GW, por los que se ha embolsado casi 6.000 millones de dólares (5.600 millones de euros al cambio actual). Al margen del país norteamericano, la eléctrica cuenta con una potencia mínima de estas centrales en Brasil (0,5 GW) y Estados Unidos (0,2 GW). Y ni un solo megavatio en el Reino Unido, otro país clave en su cuenta de resultados.

En lo que va de año, los ciclos combinados apenas han generado el 8,8% de la electricidad generada en la España peninsular (tanto para consumo interno como para exportar), un 30% menos que en el mismo periodo del año anterior, según los datos de Red Eléctrica de España (REE). Esta cifra está, no obstante, muy condicionada por la reciente buena racha de generación eólica, fotovoltaica y, sobre todo, hidráulica, que ha hundido los precios en el mercado mayorista y expulsado a las fuentes más caras. Entre ellas, las citadas centrales de gas natural.

Aunque tuvieron un papel clave para garantizar la cobertura de la demanda durante la crisis energética —sobre todo en 2022, cuando fueron la primera fuente de electricidad—, la baja ratio de utilización de estas instalaciones ha llevado a varias grandes eléctricas a iniciar el camino para su desmontaje. En esa política se enmarca la pelea judicial de Naturgy —el mayor titular de ciclos combinados del país— para cerrar cinco centrales prácticamente en desuso y lejos de su umbral de rentabilidad.

El parque eléctrico español cuenta aún con algo más de 26,2 GW de ciclos combinados, 24,5 de ellos en la Península y el resto en los archipiélagos canario y balear (algo más 0,8 GW en cada uno). Al igual que en el caso de la nuclear, la titularidad de algunas de estas centrales es compartida entre varias eléctricas.

Almacenamiento

El almacenamiento es el elemento clave para hacer compatible el cierre masivo de estas centrales con la estabilidad del sistema y la seguridad de suministro. Las previsiones apuntan a un crecimiento exponencial de la eólica y, sobre todo, de la solar en los próximos años, pero para que encajen todas las piezas es fundamental un crecimiento paralelo de las centrales de bombeo hidráulico y las baterías. Ambas tecnologías están llamadas a cubrir el llamado hueco térmico: la diferencia entre la demanda y la oferta en aquellas horas y días en las que las renovables y la nuclear —que irá echando paulatinamente el cierre entre 2027 y 2035— no dan abasto.

La gran apuesta de Iberdrola sigue siendo el bombeo: aprovechar la orografía española y las centrales hidroeléctricas ya construidas para conectar sus vasos y poder utilizarlas como circuitos cerrados. Esta solución es particularmente útil para cubrir la demanda en los días de anticiclón, en los que los aerogeneradores apenas producen, o en aquellos muy fríos o muy calurosos, en los que la demanda se dispara. Sin embargo, las baterías —en plena fase de maduración tecnológica, con su coste cayendo en picado mes tras mes— están llamadas a jugar un papel clave para cubrir los picos horarios de consumo: a la hora del desayuno y a la de la cena.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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