Boeing mete en el cajón sus previsiones económicas hasta superar las crisis del 737 MAX
El fabricante cierra 2023 con una pérdida neta de 2.242 millones de dólares
El escándalo ocasionado el pasado 5 de enero con el desprendimiento de una pieza del fuselaje de un avión 737 MAX 9 de Boeing, de la flota de Alaska Airlines, tiene ya impacto en la política financiera del fabricante estadounidense. Su consejero delegado, Dave Calhoun, ha admitido en el marco de la presentación de resultados de cierre de 2023 que aplaza las estimaciones económicas a la vista de que la compañía “tiene mucho que demostrar” para recuperar la confianza de los reguladores y de las propias aerolíneas.
“Si bien hoy informamos sobre nuestros resultados financieros, nos concentramos plenamente en tomar medidas integrales para fortalecer la calidad en Boeing, incluido escuchar las opiniones de nuestros empleados”, ha afirmado Calhoun. El área de aviación comercial está tomando ya medidas, en cooperación con la autoridad estadounidense de Aviación Civil (FAA por sus siglas en inglés), para fortalecer la calidad del programa 737, lo que incluye inspecciones adicionales en fábrica y entre proveedores clave. Boeing también cuenta con un experto independiente para poner a prueba el sistema de gestión de calidad de la división.
El primer ejecutivo no ha ofrecido guía alguna a inversores y analistas, ni en el terreno financiero ni sobre entregas de aviones, ordenando a la organización que se centre en la vigilancia y refuerzo de los protocolos de calidad del producto. “Nos tomaremos nuestro tiempo para hacer lo correcto”, ha señalado Calhoun en una carta enviada a la plantilla, a la que ha tenido acceso Reuters. El consejero delegado también ha expresado su confianza en que el fabricante saldrá de esta nueva crisis.
En el sector se da por descontado que las líneas de producción podrían ser ralentizadas, lo que llevaría a una pérdida de fuelle frente a la europea Airbus, donde también se reconocen tensiones en la cadena de suministros. En todo caso la estadounidense sigue produciendo su modelo estrella, el 737, al ritmo de 38 unidades al y no ha señalado previsión alguna de bajar de esa cadencia.
Boeing ya atravesó una severa crisis entre 2018 y 2019, cuando dos aviones 737 MAX sufrieron sendos accidentes dejando víctimas mortales. Desde entonces, Calhoun afirma que se han dado pasos significativos para dar mayor robustez a los procesos de seguridad y calidad.
El fabricante ha cerrado el cuarto trimestre con una pérdida ajustada de 47 centavos por acción, lo que compara con los 1,75 dólares por acción del periodo comparable de 2022. Sus ventas han mejorado un 10%, hasta los 22.000 millones de dólares. Y el flujo de caja libre del trimestre baja de 3.130 millones a 2.950 millones de dólares.
En el ejercicio 2023 completo, las pérdidas netas han alcanzado los 2.242 millones de dólares, mejorando desde los 5.053 millones en rojo declarados un año atrás. Los ingresos han crecido un 17%, hasta los 77.794 millones de dólares. Y el flujo de caja en los 12 meses ha sido de 4.443 millones de dólares (2.290 millones en 2022).
Ante la falta de nuevas estimaciones, Boeing trasladó al mercado en noviembre su objetivo de alcanzar un flujo de caja de 10.000 millones de dólares en los años 2025 y 2026. Entonces señaló que pretendía subir el ritmo de producción del avión 737 a medio centenar al mes.
Durante el cuarto trimestre, el área Commercial Airplanes registró 611 pedidos netos, incluidos 411aviones del modelo 737, 98 unidade del 777X y otras 83 del 787. La empresa ha iniciado las pruebas de vuelo de certificación en el 737-10 y ha reanudado la producción en el programa 777X. Las entregas han ascendido a 157 aviones en el trimestre.
La entregas a lo largo de todo el año han sido de 528 aviones, al tiempo que se recibieron 1.576 pedidos netos. La cartera de pedidos supera las 5.600 aeronaves comerciales, valoradas en 441.000 millones de dólares, sobre una cartera total de 520.000 millones.
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