El duro desembarco en Europa de las firmas estadounidenses que pretenden revolucionar la guerra
Tanto la polémica Palantir como la menos conocida Anduril sufren en un mercado europeo más fragmentado y con otras regulaciones distintas a las de Estados Unidos
El pasado 2 de diciembre, el CEO de Palantir, Alex Karp, dedicó unos minutos de su intervención en una convención sobre las fuerzas armadas de Estados Unidos a criticar a los Gobiernos europeos. Si bien las naciones de la Unión han acordado incrementar sus gastos militares ante la invasión de Ucrania por parte de Rusia, Karp se quejó de que la mayor parte de los contratos habían recalado en firmas locales, dejando así fuera de la foto a las empresas americanas como la suya.
“Están haciendo inversiones terribles en tecnología”, aseveró Karp en el evento organizado por la fundación Ronald Reagan en California. “He gritado a gente en Europa, pero la cosa no va a cambiar”.
Los comentarios de Karp no pillan por sorpresa a todo aquel que haya estado siguiendo de cerca a la compañía. Un mes antes, Karp cargó contra los franceses durante un encuentro con inversores, ya que recientemente, el país galo ha comenzado a trabajar en su propio Gotham, el nombre con el que se conoce a uno de los productos de Palantir. Aún peor. Los tribunales alemanes han restringido a Palantir por preocupaciones sobre la privacidad. “Es de locos”, dijo Karp a los inversores.
Palantir, cofundada por el polémico multimillonario Peter Thiel, está a la cabeza de una nueva ola de compañías que pretenden revolucionar la guerra a base de datos, inteligencia artificial, drones de última tecnología, software, sensores y armamento. De cerca le sigue Anduril Industries, una firma californiana menos conocida que Palantir pero que está en conversaciones con inversores para cerrar un acuerdo que la valoraría en 10.000 millones de dólares. Palantir creció a base de contratos multimillonarios con el Pentágono y otras agencias gubernamentales estadounidenses, entre ellas, la CIA. Con unos inversores europeos siguiendo los pasos que dan los estadounidenses en lo que a inversión tecnológica en guerra se refiere, el triunfo de Palantir y Anduril en su desembarco en el Viejo Continente se daba por hecho.
Pero en vez de un camino de rosas, se han encontrado con un auténtico viacrucis. La UE está compuesta por una serie de países distintos con presupuestos militares más pequeños, cada uno con su propia prioridad en lo que a seguridad se refiere y con una creciente preocupación general por aumentar la soberanía dentro del club de los Veintisiete.
En noviembre, Palantir advirtió a los inversores que el crecimiento en Europa Continental “seguía siendo un reto”, y Anduril recientemente ha reestructurado sus puestos directivos en la región. En declaraciones enviadas a Bloomberg, Anduril sostiene que está “comprometida” con el mercado europeo y Palantir declinó hacer comentarios más allá de lo que dijo Karp a sus inversores.
La perspectiva ucraniana
Cuando la guerra estalló en Ucrania, Palantir y Anduril se expandieron agresivamente por Europa, esperando que el interés de los países por modernizar sus ejércitos se tradujera en una lluvia de dinero con destino a las puntas de lanza de la innovación en la guerra. “Eso no ha pasado”, dice Ulrike Franke, alto cargo político del Consejo Europeo de Relaciones Internacionales.
Una de las causas está, según comentaba el cofundador de Anduril, Palmer Luckey, en una entrevista con Bloomberg TV la semana pasada, en que las naciones europeas prefieren obtener su tecnología de proveedores europeos, incluso si lo que estos ofrecen es más caro o “está años por detrás” de lo que venden las compañías estadounidenses. “Dejar ese sesgo atrás es un trago díficil de tomar para estos países”, afirmó.
Otra es que los procedimientos militares tienden a favorecer el trabajar con firmas con las que ya se haya trabajado antes. Dos startups alemanas que han firmado recientemente contratos con el ejército alemán (el proveedor de software Helsing AI y el fabricante de drones Quantum Systems) ya tenían lazos preexistentes con el ejército de Alemania.
Los empleados de Anduril aterrizaron en Ucrania dos semanas después del inicio de la agresión rusa para ayudar al país defensor en el despliegue de los drones autónomos de esta compañía. Por su parte, Palantir ofreció gratuitamente a Ucrania software que analiza imágenes por satélite y movimiento de drones. También desplazó un considerable número de empleados a Ucrania. En abril, firmó un acuerdo con la fiscalía general de Ucrania para prestar servicios de procesamiento de datos con el fin de perseguir los crímenes de guerra rusos. También ha llegado a un pacto para ayudar a reconstruir el país una vez la guerra termine.
La industria armamentística estadounidense ha vivido un boom en los últimos años. El Gobierno de EE UU ha regado con dinero público a diferentes empresas privadas para modernizar su ejército. Los inversores del capital riesgo han seguido los pasos del Gobierno, vertiendo 135.000 millones de dólares en startups de armamento entre 2016 y 2022, según datos de PitchBook.
A medida que la guerra avanza, los proveedores de tecnología no han visto como sus esfuerzos iniciales para llegar a Ucrania se hayan traducido en contratos con otras naciones europeas o en fuentes de ingresos relevantes procedente de los países aliados de Estados Unidos. Hasta ahora, Palantir solo ha obtenido un millón de dólares procedentes del Departamento de Defensa de Estados Unidos a cambio de todos los servicios que ha prestado en Ucrania.
El problema de Palantir
La UE está cada vez más interesada en desarrollar campeones tecnológicos nacionales, y la OTAN creó este año un fondo de 1.000 millones de euros para apoyar a las empresas europeas de defensa. Gran parte del gasto militar que se ha aprobado desde la invasión de Ucrania viene con un énfasis en la “soberanía” - que se traduce en minimizar la dependencia de la tecnología estadounidense y alejarse de las prioridades del Pentágono.
La seguridad de los datos es una parte importante de esto. A principios de este año, el tribunal supremo de Alemania aplicó normas estrictas que restringen la aplicación de herramientas como Gotham, el producto de Palantir para la policía nacional, por motivos de privacidad. Recientemente, los servicios de inteligencia franceses empezaron a desarrollar su propia versión del software por 40 millones de euros, lo que provocó una reprimenda de Karp en el encuentro con los analistas tras presentar resultados en noviembre. “No, no se puede reconstruir ni por 1.000 millones de dólares”, dijo. “Nos necesitan a nosotros”.
La empresa estadounidense sí que tiene lazos más fuertes en el Reino Unido, donde ha trabajado con las Fuerzas Armadas británicas durante más de una década. Hasta ahora, sin embargo, los ingresos han sido modestos. Su mayor acuerdo con el Ministerio de Defensa británico ha sido un contrato de un año que ya ha finalizado y que era de 12,5 millones dólares. Cuando Palantir ganó un contrato en con el Servicio Nacional de Salud británico por 602 millones de dólares en total tras los siete años de duración del acuerdo, los defensores de la privacidad de los datos expresaron sus preocupaciones por la trayectoria pasada de Palantir. La empresa ha enfrentado reiteradas críticas por parte de asociaciones de defensa de derechos civiles por sus prácticas de minado de datos y relación con el escándalo de Cambridge Analítica.
Con el mercado europeo demostrando ser un hueso más duro de roer de lo que se pensaban, estas empresas de armamento puntero están poniendo la vista en lo que consideran como un futuro sitio de potencial y lucrativo conflicto: el mar del Sur de China.
Aunque las conversaciones sobre apoyo militar extranjero a Taiwán son una cuestión extremadamente sensible, hay indicios de que el sector está virando su foco hacia allí.
En el encuentro con los inversores en el que participó Karp de Palantir respondió “absolutamente” a la pregunta de si tenían pensado “ayudar a nuestros aliados en Asia”. En una entrevista con Bloomberg TV, Luckey de Anduril fue más directo. “Todo lo que estamos haciendo, lo que el Departamento de Defensa de EE UU está haciendo, es prepararnos para un conflicto en el Pacífico con una superpotencia como China”, dijo.
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