Unicaja y la penúltima guerra empresarial por controlar el poder de un banco
La entidad pone fin a un pulso entre dos bandos que se ha prolongado durante dos años en el seno del consejo
Unicaja ha protagonizado el penúltimo episodio de una guerra entre directivos para controlar el poder de decisión de un banco. En los dos últimos años, la entidad ha pasado de la euforia de completar una fusión bancaria a sufrir una profunda crisis de gobernanza por la batalla abierta entre sus máximos dirigentes, que se ha saldado con el cese del consejero delegado, Manuel Menéndez, y que en el proceso ha hecho saltar las alarmas del Banco de España y del banco Central Europeo. De fondo, una batalla política entre los grandes accionistas que han ido moviendo sus fichas para hacerse con el control del quinto mayor banco español.
Las guerras entre directivos para hacerse con el poder son habituales en las altas esferas de las empresas. En Unicaja ese pulso se ha librado desde que la entidad malagueña acordó fusionarse con Liberbank, en julio de 2021. En ese momento, las dos entidades, fuertemente ligadas a dos comunidades autónomas (Andalucía y Asturias), pasaban a ser una sola. Pero los intereses de las distintas partes discurrían por lados opuestos.
El principal accionista de Liberbank era la Fundación Cajastur y, el de Unicaja, la Fundación Unicaja. Se trata de entidades que gestionan la obra social de los bancos y en las que el poder político autonómico tiene una fuerte influencia. Las fundaciones mantienen una alta participación en el accionariado de los bancos, por lo que cuentan con varios representantes en los consejos de administración, que son los órganos en los que se toman las decisiones estratégicas.
De hecho, la fusión entre Unicaja y Liberbank estuvo promovida por el consejero delegado de la entidad asturiana, Manuel Menéndez, viejo conocido del socialismo asturiano y manchego, y Braulio Medel, en ese momento presidente de la Fundación Unicaja y uno de los hombres fuertes del socialismo andaluz.
En el momento de integración se alcanzó una solución salomónica sobre quién mandaría en el nuevo banco: Manuel Azuaga (procedente de la antigua Unicaja) sería el presidente ejecutivo y el propio Menéndez (procedente de Liberbank), el consejero delegado. En la práctica, el consejo de Unicaja nació escindido en dos bandos. Por un lado, el frente asturiano, formado por los consejeros afines a Menéndez y a Medel. Por el otro, el frente malagueño, más cercano a Azuaga, y a las grandes familias empresarias andaluzas, accionistas del banco.
Desde esas posiciones iniciales y como si de un tablero de ajedrez se tratara, cada una de las partes ha ido moviendo sus fichas en una partida que se ha prolongado durante dos años. El objetivo en el horizonte, ir sumando apoyos para contar con mayoría en el consejo antes del 31 de julio de 2023. Se trata de una fecha que estaba marcada en rojo en el calendario de Unicaja. El acuerdo de fusión recogía que en ese momento el presidente del banco traspasará los poderes ejecutivos al consejero delegado, de forma que el CEO asumirá la toma de decisiones. Igualmente, se pactó que en julio de este año se revaluaría al consejero delegado para decidir su continuidad (o no) en el cargo.
Lucha de poder
En el arranque de la nueva Unicaja, el frente malagueño no aceptaba que las decisiones ejecutivas recayeran sobre Menéndez, que procedía de la entidad absorbida, y la que menor peso debería tener en el organigrama, mientras Azuaga asumía un papel de presidente no ejecutivo. Pero se daba la circunstancia de que el banquero asturiano contaba con el favor de la mayor parte del consejo, respaldado por los cuatro representantes de la Fundación Unicaja.
No obstante, la red de apoyos en la cúpula del banco dio un vuelco en junio del año pasado. En ese momento, Medel abandonó la presidencia de la Fundación Unicaja cuestionado por su gestión y acusado de delitos de estafa, apropiación indebida y administración fraudulenta y contra la Hacienda Pública. La cuestión llegó hasta el Gobierno. El Protectorado de Fundaciones Bancarias, que depende del Ministerio de Asuntos Económicos, inició una investigación y llegó a reconocer “serias dudas” de que concurriese en Medel “la necesaria idoneidad y honorabilidad comercial y profesional para el desempeño de sus funciones” como presidente de la Fundación Unicaja.
Antes de su salida, el exbanquero andaluz ató la renovación de los cuatro consejeros dominicales de la Fundación en Unicaja. Pero tras el nombramiento de José Manuel Domínguez como presidente, un perfil alejado de la herencia de Medel y del socialismo andaluz, la propia Fundación buscaba contar con unos representantes en el consejo más alineados con el nuevo equipo gestor.
Poco a poco, el principal accionista del banco provocó la dimisión de sus cuatro consejeros para escoger unos nuevos. Por el camino también se produjo una cascada de dimisiones de varios consejeros independientes, reduciendo aún más los apoyos de Menéndez en el consejo y haciendo saltar las alarmas del BCE. El supervisor europeo, preocupado por la crisis de gobernanza en la entidad, urgió a acelerar los planes sobre el traspaso de poderes y la evaluación del consejero delegado que pusieran fin a esa lucha de poder.
Ya con mayoría en el consejo, el frente malagueño impulsó la semana pasada el cese de Menéndez como primer ejecutivo. Una decisión aprobada por unanimidad en el consejo y que zanjaba la penúltima guerra por el control del poder de decisión en un banco en España.
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