Adolfo Utor, el naviero que ha hecho de Dénia su Ítaca
Convertido en emprendedor a la fuerza, el presidente de Baleària logró llevar a la compañía al liderato pese a un inicio en precario
Adolfo Utor (Alhucemas,1961) preside una empresa grande, la naviera Baleària. No le quedó otro remedio. En 1998, la empresa en la que trabajaba desde que tenía 23 años, Flebasa, se vio arrastrada por la quiebra de su matriz Ignasa, lo que obligó a Utor a cavar la línea de defensa tradicional para trabajadores amenazados: sumar recursos, capitalizar el paro y constituir una sociedad anónima laboral. El objetivo: mantener el empleo. La empresa, ha recordado en alguna ocasión Utor, nació como un acto de supervivencia. Convertido en un emprendedor a la fuerza, Utor se erigió en líder de un grupo de capitanes, administrativos y directivos de Flebasa determinados a mantener la actividad de la compañía que había fundado Victoriano Sayalero, un empresario republicano y de izquierdas, que bautizaba a sus barcos con nombres como Miguel Hernández o Manuel Azaña.
El plan salió bien. Un milagro, porque la nueva naviera nació en precario. Con 16 socios, pocos empleados y sin apenas barcos. La empresa tenía cedido el uso del buque Bahía de Málaga para la línea Dénia-Eivissa y dos rápidos que unían Eivissa con Formentera. Lo justo para empezar desde una ciudad, Dénia (Alicante), alejada de los grandes centros financieros y excluida de las autopistas de la comunicación. Que la idea salió bien lo dicen los números. A lo largo de su historia, Baleària ha transportado 55 millones de pasajeros, 13 millones de vehículos y 80 millones de metros lineales de carga.
Como todo emprendedor –forzado o no–Utor tiene una historia detrás. El individuo y su circunstancia, que dijo el filósofo. El empleado de Flebasa a punto de perder su puesto –ya de dirección– había nacido 37 años atrás en Alhucemas, el antiguo protectorado español en Marruecos, donde había sido destinado su padre, maestro de profesión.
Una plaza lejana para el hijo de un farmacéutico republicano de Algeciras, fusilado por las tropas del bando nacional en la guerra civil. El maestro se casó con la hija de un empresario navarro afincado en la ciudad norteafricana y tuvo destinos en Granada y Castalla (Alicante). La familia acabó por asentarse en Dénia cuando Adolfo Utor contaba 10 años.
En la localidad alicantina, el joven Utor encontró su centro vital. Hoy, la empresa todavía mantiene su sede en la ciudad costera. En Dénia empezó a trabajar –camarero, albañil, venta de libros, gasolinero– y desde el barrio Baix la Mar se acercó al negocio de los barcos. En Dénia estudió el Bachillerato y pensó en la abogacía. Llegó a matricularse en Derecho en Valencia, pero no continuó. Enfermó de gravedad –un año de baja–, hizo la mili y a su término se incorporó a Flebasa. En la compañía hizo de todo. Fue vendedor de billetes, amarrador de barcos, responsable de taquilla, comercial y delegado administrativo en Ibiza.
Seis años después de su incorporación, en 1990, fue nombrado director general de la compañía. Desde ese puesto impulsó un proceso de expansión con la apertura de nuevas rutas. Todo viento en popa hasta que la quiebra de Isnasa arrastró a Flebasa. Lo más intenso estaba por llegar.
De rivales a socios
Porque había otra naviera que operaba entre Alicante y las Baleares. Se llamaba Pitra y era propiedad del empresario, millonario y político Abel Matutes Juan. El choque tuvo muchos planos, aunque acabó en alianza, con los rivales convertidos en socios. Pero primero fue la pelea: el emprendedor a la fuerza contra el propietario de la mayor naviera balear; el directivo con sensibilidad de izquierda –Utor fue concejal socialista de Dénia, candidato a la Alcaldía y secretario comarcal del PSPV–contra el exalcalde de Ibiza en época de Franco y futuro ministro de Exteriores de Aznar– y el joven ambicioso contra el negociante de vuelta de casi todo. Contra pronóstico, Utor no perdió la batalla. Encontró la llave adecuada en la tecnología.
Baleària importó de Italia la aplicación del ferry monocasco de alta velocidad (hasta entonces reservada a buques tipo catamarán). En 2001, botó el primero. Lo bautizó Federico García Lorca. Hubo más guiños. Y más barcos. Al García Lorca se sumó el Ramón Llull. Y hasta logró fletar el Manuel Azaña, que permanecía parado por el embargo a Flebasa. Utor ganó la batalla a su rival Matutes y Baleària absorbió a Pitra en 2003. Matutes recibió el 42,5% de las acciones. Comenzaba una asociación que duró 18 años. El nieto del farmacéutico republicano fusilado por los nacionales, unido en el registro mercantil a Matutes, nieto del banquero y naviero Abel Matutes Torres, fusilado por los republicanos en 1936. En 2021, Empresas Matutes vendió su participación en Baleària por 120 millones.
De los gustos y relaciones familiares de Utor se sabe lo poco que él mismo contó hace años. Mujer con carrera en humanidades, dos hijos, pocas vacaciones y la moto –Harley– y el senderismo como aficiones. “Con mi mujer” recogió Economía 3 en 2015 y “hemos hecho el camino de Santiago completo”. Sobre todo, no dejar las cosas a medias. Ni en la empresa, ni en la vida. Se trata de dejar huella.
“No es casual”, dice la comunicación oficial de la compañía “que [Utor] bautice a sus barcos con nombres de mujeres como Hypatia de Alejandría, Marie Curie o Eleanor Roosevelt, pioneras y activistas de los derechos civiles. Una declaración de principios de quien ha hecho de una naviera local una empresa con vocación internacional y de Dénia, una Ítaca a la que siempre puede volver.
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