La cadena de valor, el siguiente reto de la transición energética
El cambio hacia la sostenibilidad en Europa se está produciendo a un ritmo inferior al deseado. La digitalización es el soporte para seguir avanzando y llegar a los objetivos
La transición energética lleva en marcha en el mundo desde hace años. Los objetivos a corto y medio plazo están plasmados en la agenda de 2030 de Naciones Unidas y en 2050, cuando Europa se ha comprometido a alcanzar la neutralidad cero en carbono. Los avances son notorios y ya es una realidad en la economía y en la sociedad. Pero el ritmo al que se están ejecutando es más lento de lo que sería aconsejable. Aún queda mucho por hacer, y acontecimientos como la guerra de Ucrania han puesto sobre la mesa, además, la necesidad de alcanzar la independencia energética.
Los gobiernos, los agentes económicos, las instituciones, las empresas y la sociedad deben trabajar conjuntamente para lograr los fines. Y para ello, se debe combinar la concienciación con la regulación, las inversiones, la tecnología y la digitalización.
Cinco Días, en colaboración con Accenture, organizó un desayuno bajo el tema La transición energética: los retos y oportunidades del corto y largo plazo, donde expertos de diferentes sectores y entidades financieras expusieron la realidad del momento, así como los desafíos que aún se deben afrontar.
Nicolás Gavela, responsable de transición energética de Accenture, inició el debate comentando la situación presente y su percepción a futuro. “Tras la guerra de Ucrania las empresas siguen trabajando en la eficiencia energética para reducir consumos y costes, y serán motivos también para empujarlas hacia el auto consumo. En paralelo se va a producir la revolución tecnológica de aquellas tecnologías llamadas a ser protagonistas en el periodo 2030/2050, que tienen que evolucionar para ser competitivas a escala industrial. Se precisará de una fuerte inversión anual, de un máximo aprovechamiento en las cadenas de valor y el desarrollo de esquemas de circularidad. Se requerirán nuevos marcos regulatorios que den estabilidad a las inversiones e incentivos a las empresas para que emprendan este camino sin ver amenazada su competitividad”.
Las empresas afrontan un escenario heterogéneo entre países
Los asistentes al encuentro coincidieron en el peso que tendrá la digitalización en todo el proceso. “Va a ser clave y se calcula que entre el 15% y el 30% de las emisiones se van a reducir gracias a la misma. Como compañía digital, vamos a jugar un rol muy importante en acompañar a nuestros clientes en el proceso de descarbonización, y también de hacerlo en nuestra actividad”, dijo Maya Ormazabal, directora de medioambiente y derechos humanos en Telefónica.
Sectores de gran impacto
Clara Rey, directora de sostenibilidad de Repsol, dio a conocer la experiencia de uno de los sectores más afectados por el cambio. “Desde el punto de vista de una empresa energética, claramente supone un reto porque tenemos que hacer una transformación profunda de nuestra actividad”, dijo.
La actividad de la automoción es otra área protagonista. Ernesto Barceló, director corporativo de ESG de Gestamp, contó que “esta dicotomía entre el corto, el medio y el largo plazo nos ha permitido volver a centrarnos y no perder de vista lo básico, que es la eficiencia energética: primero, controlar los consumos, y después, empezar a descarbonizarnos. Tenemos una necesidad de transparencia como nunca. La cantidad de información que tenemos que gestionar va a ser imposible sin poner en marcha iniciativas de digitalización, que ya está a todos los niveles de nuestra actividad”.
Para Barceló el siguiente paso es la circularidad. “Hay que asegurar que al final del uso de la energía no ha habido emisiones residuales. También nos encontramos con el concepto de cadena de valor, que requiere diferentes modelos de gestión en nuestras empresas”, expuso.
El alcance tres mide las emisiones indirectas a través de la cadena de valor
Alexandra Borisova, responsable global de negocio verde para banca de particulares y empresas de Banco Santander, comentó la necesidad de acelerar el apoyo. “Estamos convencidos de que tenemos que ir a velocidad de sprint porque no nos da tiempo de llegar a los objetivos, y el papel de las instituciones financieras es fundamental. Estimamos que solamente en esta década la economía europea va a requerir 17 billones de inversión en capex. Santander hace todo lo posible para adaptar la propuesta de valor a los clientes, dando soluciones de financiación y ayudando también con recomendaciones e información”.
Clara Rey puso en relieve alguno de los problemas que han ido surgiendo. “Europa se ha focalizado solo en descarbonizar la energía, en evitar el uso de combustible fósiles, y ha descuidado la seguridad de suministro y el precio”, algo que se ha puesto de relieve con la guerra de Ucrania, que ha tensionado las materias primas y la inflación. “Creo que Europa está preparada y se encuentra en las mejores condiciones para abordar el reto de la transición, pero tiene que hacerlo de una forma más inteligente y pensando que hay una necesidad de energía en su población que hay que satisfacer a corto plazo; más del 10% del combustible que ahora repostamos en la gasolinera ya es renovable”, destacó.
Evitar errores
Alexandra Borisova coincidió en que se “debería buscar apoyo a la transición energética de una forma sana e inteligente; es importante avanzar sin hacer daño a las capacidades de consumo y a las economías”.
Por su parte, Ernesto Barceló, destacó que “nos estamos centramos únicamente en la E [de las siglas ESG, del inglés environmental, social y governance], en lo importante y urgente que es el tema de la descarbonización, pero si no ponemos algún contrapeso... En el impacto social es donde podemos resumir todas estas consecuencias no deseadas; quizás la de ir demasiado rápido en una dirección. Hay que intentar equilibrar los tres elementos”.
La banca pide flexibilidad para dar mayor apoyo a todo el proceso de cambio
En el transcurso del debate, los expertos señalaron el alcance tres, las emisiones indirectas de la cadena de valor, como el siguiente escalón a abordar para completar la transición energética.
Desde la actividad de Telefónica, Maya Ormazabal explicó cómo se han reducido mucho las emisiones directas en la compañía, pero igualmente cómo influyen a través la cadena de suministro. “Tenemos que hacer economía circular y ayudar a que la cadena de suministros tenga los compromisos similares a los nuestros. El problema es que no la tenemos solamente en España, es global”.
Para Repsol, el “alcance tres es lo más relevante”, aseguró Rey. “El 80% de todas las decisiones se deben al mismo; es decir, al CO2 que nuestros clientes emiten al llevar esa energía en sus instalaciones”, añadió.
Mirando más al largo plazo, Nicolás Gavela habló de la “probabilidad de que vaya aumentando el valor de mercado de las variables de sostenibilidad, lo cual a su vez pasa por la necesidad de trazarlas. Valor del mercado, o valor regulatorio, que exista una trazabilidad de todas estas variables que hay que seguir a lo largo de las cadenas de valor”. En su opinión, “aquí hay un reto, que en buena medida es tecnológico y de colaboración entre empresas”, y apeló nuevamente a la importancia que tendrá la digitalización.
La guerra de Ucrania demuestra la necesidad de independencia energética
Alexandra Borisova coincidió en la “falta de homogeneidad en los criterios; hay aspectos bastante genéricos, por ejemplo, cuando tenemos que medir huella de carbono en nuestros clientes no existe una metodología única. Homogeneizar entre países e industrias es un reto mayor. Para esto es muy importante el apoyo de reguladores y gobiernos, para que todos puedan actuar con las mismas normas de juego”.
Respaldos necesarios
Borisova considera, por otra parte, que “el apoyo regulatorio y estatal tienen que llegar hasta el final”. “Necesitamos flexibilidad para dar soporte a todo lo que ayuda a la transición, que no sea solo a, b y c, y para hacerlo de manera acelerada”.
Sobre la capacidad de poder alcanzar los objetivos marcados, los asistentes al encuentro mostraron confianza en que se lograrán, a pesar de los desafíos pendientes. “El mensaje es el de la cooperación. Tenemos la capacidad de tener un mundo mejor, el riesgo es utilizarlo como una competición y gestionar mal las expectativas pensando que las cosas son muy fáciles o imposibles”, expresó Barceló.
Maya Ormazabal añadió que “la transición energética no va a tener lugar sin una transición digital más profunda, y que debe pasar por todos los sectores. Con una cadena de valor bien medida y articulada podemos hacer que nuevos modelos de negocio crezcan”.
Europa como ‘driver’ del cambio
Impulsores. Para Clara Rey “Europa tiene una oportunidad única”. “Tenemos recursos naturales, la capacidad tecnológica y el tejido industrial. Es la ocasión para hacer de palanca, para desarrollar y empujar mucho más este proceso, pero hay que hacerlo bien”.
Aceleración. La velocidad en la que se está haciendo la transformación “no es la adecuada para llegar a los objetivos”, según Alexandra Borisova. “Tenemos que acelerar mucho más. Europa lidera el proceso, pero hace falta integridad, prudencia, alineamiento, apoyo e incentivos”, señaló.
Futuro. “La transición energética requiere procesos como el reciclado y la reutilización de cualquier cosa que hagamos para dar más circularidad y más responsabilidad en el uso de los materiales. Y todo esto, se va a prolongar más allá de 2050, porque estas necesidades van a continuar siendo parte de nuestro día a día”, contó Ernesto Barceló.
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