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Tokenización de activos, la próxima revolución en la industria financiera

El sector financiero está sufriendo transformaciones nunca vistas anteriormente gracias a la tecnología y, sin duda, una de ellas, la conocida como blockchain o de cadena de bloques, va a modificar en profundidad algunos de los pilares sobre los que se sustenta la industria de las finanzas. Esta tecnología tiene múltiples aplicaciones distintas en la actividad financiera y una de las que con mayor probabilidad se desarrollará en los próximos años es la llamada tokenización de activos.

Para que una aplicación funcione en un ecosistema de blockchain es necesario un elemento fundamental como el token. El token es la representación digital de un activo o unidad de valor emitida en una cadena de bloques. Sin esta representación digital no podríamos intercambiar valor en una blockchain. Un token puede representar cualquier activo de la realidad que podamos imaginar, desde activos tangibles como materias primas, coleccionables o inmuebles, a activos más intangibles como los instrumentos financieros (acciones, bonos, créditos de carbono, etc.), patentes, reputación o derechos de voto, por poner solo algunos de los innumerables ejemplos que existen.

Los tokens no sustituyen totalmente la existencia del activo real que representan, obviamente, sino que el proceso de tokenización de ese activo real implica que los derechos de propiedad son representados por un token digital y almacenados en una blockchain. Por tanto, en este contexto los tokens son en realidad certificados digitales de propiedad. Así, para el caso de un token que represente un activo real como un lingote de oro, un inmueble o un diamante, el token será el equivalente a la escritura o certificado de propiedad, no al activo físico que evidentemente continúa existiendo como tal en el “mundo real” o fuera de la cadena de bloques.

Existen también tokens de activos digitales, que son aquellos que no representan a ningún activo real sino que son creados desde una blockchain misma, como pueden ser activos usados en juegos y metaversos, los derechos de voto y gobernanza de las llamadas DAO u organizaciones descentralizadas autónomas, o bien activos digitales que permiten la interoperabilidad entre distintas cadenas de bloques. Pero de este tipo de tokens sin origen en el mundo real no trataremos en este artículo sino solamente de los que representan a activos en el mundo real (conocidos también por las siglas en inglés RWA, real-world assets).

La tokenización de activos reales o RWA trae múltiples ventajas a la industria financiera. La primera de ellas es la automatización de todos los procesos y la inmutabilidad de las transacciones gracias a la estructura descentralizada de estos mercados. La tokenización sucede en una cadena de bloques y mediante código informático (los llamados smart contracts) se programan todos los posibles eventos a la hora de emitir, comerciar o dar rendimiento por parte de un activo financiero como puede ser una acción, un bono o un fondo de inversión. No es necesaria la intervención de ninguna autoridad central, bolsa u organismo que discrecionalmente tome decisiones sobre este mercado, sino que todo ocurre de forma descentralizada y autónoma.

Como ventaja derivada de esta ausencia de intermediarios y autoridades centrales está la mayor eficiencia y reducción de costes que los activos y mercados financieros conseguirán con la tokenización. Aunque todavía existen retos como la escalabilidad y el ancho de banda necesario para que mercados financieros de billones de euros funcionen en un entorno descentralizado, la tokenización introduce ventajas claras en cuanto a menores costes y en cuanto al acceso permanente a estos mercados, ya que su programabilidad y automatización permiten que funcionen las 24 horas del día, 365 días al año, frente a los mercados financieros tradicionales que solo funcionan determinadas horas y días.

Estas ventajas que tienen que ver con la eficiencia, inmediatez, fácil acceso, son sin duda importantes, pero a mi modo de ver el gran salto adelante que aporta la tokenización es la fraccionalidad, esto es, la capacidad de poder dividir un activo real, o más bien su propiedad, en múltiples tokens, de forma que pueda darse acceso a una mayor cantidad de personas a activos hasta ahora reservados a grandes fortunas. Un ejemplo lo podemos encontrar en el mercado del arte. Hasta ahora, un Picasso o un Van Gogh solo podían ser adquiridos por un reducido número de personas o instituciones por el alto valor unitario de cada una de sus obras. En cambio, la misma obra o, más bien, su propiedad, puede estar dividida en millones de tokens, cada uno con un precio apto para cualquier inversor, de modo que se da a estos inversores de menor patrimonio el acceso de forma inmediata a nuevas clases de activo, dándoles la posibilidad de una mayor diversificación en sus carteras. No podemos adquirir un cuadro por 100 millones de euros, pero sí podemos adquirir un token que represente una millonésima parte del cuadro por unos 100 euros.

La fraccionalidad junto al resto de ventajas de la tokenización, dará pie a nuevos mercados financieros hasta ahora inexistentes o muy restringidos en oferta y demanda. Pensemos en todo tipo de acciones, no solo las de empresas cotizadas sino sobre todo las de compañías no cotizadas; o bien en cualquier instrumento de deuda empresarial, en inmuebles, en fondos de inversión, en coches de lujo, en metales preciosos… Activos invertibles y con capacidad de ser líquidos al instante, mercados financieros gigantescos que se unen a los clásicos de acciones cotizadas, bonos corporativos y gubernamentales o divisas.

Según Boston Consulting Group, se estima en unos 16 billones de dólares (billones europeos) la oportunidad de negocio que comportará, en 2030, la tokenización de activos hasta ahora ilíquidos. Estos 16 billones de dólares es una cifra ciertamente notable ya que representan un 10% del Producto Interior Bruto mundial. Sin embargo, será una cifra todavía muy pequeña en relación con el tamaño de la industria financiera en el mundo. Por poner algunos ejemplos, solamente el mercado del oro suma 12 billones de dólares, mientras que el mercado de las acciones cotizadas totaliza unos 115 billones de dólares, por no mencionar los gigantescos mercados inmobiliario (330 billones de dólares), de bonos (300 billones de dólares) o la propia cantidad de dinero en circulación (unos 120 billones de dólares). Son cifras que ponen en perspectiva la relativa importancia a medio plazo de los activos tokenizados frente a la industria financiera, pero a la vez el enorme potencial de crecimiento que aguarda a la tokenización de activos en las próximas décadas.

Eloi Noya, Profesor de Fintech y Blockchain en Esade

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