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En colaboración conLa Ley
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Se cumple medio siglo del salto a la internacionalización de Garrigues

La firma fue pionera: en 1973 abrió su primera oficina extranjera en la Gran Manzana

Hoy hace 50 años que comenzó la internacionalización de los despachos españoles, un camino en el que Garrigues fue pionero. Nueva York fue el primer destino, el comienzo de su carrera transfronteriza, en septiembre de 1973. El inicio de sus operaciones en la capital financiera de Estados Unidos fue un hito que el despacho conmemora.

En la década de los años setenta, el panorama era muy distinto. La razón detrás de este movimiento estratégico para la firma está vinculada al cambio social y a la transformación económica que vivía España, que en esa década mostró las primeras señales de apertura comercial.

No fueron pocas las empresas españolas que comenzaron a buscar oportunidades de negocio más allá de los límites fronterizos. Un reto en el resultaba indispensable contar con asesoramiento jurídico especializado al otro lado del charco. De ahí la importancia de estar en la Gran Manzana.

El salto internacional de Garrigues se explica, tal como señalan fuentes de la compañía, por la necesidad de estar junto a sus principales clientes, acompañándolos en sus operaciones en el extranjero y orientándoles desde el punto de vista jurídico sobre cómo iniciar sus operaciones en Estados Unidos con garantías. Todo ello, en un contexto marcado por una globalización incipiente.

Clientes internacionales

Si bien en un primer estadio de su actividad en el exterior Garrigues centró sus servicios en ofrecer asesoramiento a empresas españolas, estas operaciones se fueron ampliando con el paso del tiempo.

El flujo también empezó a darse en la dirección inversa: sumaron clientes corporativos potentes, compañías estadounidenses que vieron en el mercado español y europeo una oportunidad de crecimiento. De aquella época data la relación con empresas como Ford, IBM, Philip Morris, Hewlett-Packard y Avon.

Este movimiento estratégico reforzó el posicionamiento del bufete. La experiencia adquirida en aquellos primeros años consolidó su posicionamiento exterior y facilitó su expansión hacia otros países, donde han podido desarrollar una perspectiva más sofisticada de la abogacía de los negocios.

Tras doce años en Nueva York, se registró el siguiente paso: en 1985, el despacho abre su oficina en Bruselas, punto clave para sus relaciones en Europa. Justo un año antes del ingreso oficial de España en la entonces Comunidad Económica Europea, en 1986, la antesala de la actual Unión Europea.

Este hito hizo que, de forma natural, el bufete avanzara en la creación de una red internacional propia, con oficinas en distintos puntos del continente. Los siguientes destinos fueran plazas europeas: Reino Unido, Portugal y Polonia en el año 2000.

Asia y Latinoamérica

Después vino la oficina de Marruecos, vecino y socio principal de una parte importante de las empresas españolas. Y ese mismo año se dio otro salto intercontinental, hasta uno de los motores de la economía asiática que ya despuntaba: Garrigues abre su oficina en China.

A partir de la década de 2010, con Fernando Vives al frente, la expansión se centró en los mercados latinoamericanos, con la apertura de sus cuatro oficinas propias situadas en Perú, Colombia, México y Chile, con capacidad de operar tanto a nivel local como con el exterior.

Medio siglo después, el despacho ha consolidado su presencia internacional con un total de 30 oficinas propias en 12 países de cuatro continentes. En ellas, cuenta con un equipo formado por más de 2.100 profesionales. Después de este primer salto a Nueva York, ha habido muchos otros despachos que han optado por dar el salto a los mercados extranjeros.

“Garrigues no puede considerarse ya solo una firma de abogados española o ibérica, sino que su presencia en distintos países la convierte en una firma internacional. Esto nos permite ofrecer un asesoramiento de calidad a un cliente cada vez más global y exigente, captar negocio en nuevos mercados, estar en grandes operaciones internacionales en distintas jurisdicciones y atraer y retener a los mejores profesionales, lo que es fundamental para seguir creciendo. Creemos que, en un entorno cada vez más complejo y globalizado, para los clientes supone una clara ventaja tener una misma firma que le preste un asesoramiento de la misma calidad en distintos países", comenta Javier Ybáñez, senior partner y socio responsable de la práctica de Garrigues en Latinoamérica.

“Todas nuestras oficinas operan bajo una misma marca, un modelo de gestión integrado, una misma cultura empresarial, unos mismos objetivos y una misma visión de la profesión. Aunque somos conscientes de que esta apuesta requiere un mayor nivel de compromiso y más tiempo de maduración que otras fórmulas, creemos que es la mejor manera de ofrecer a nuestros clientes la misma calidad de servicio en todo el mundo. Y funciona: en cada país operamos como una firma local, con abogados locales y una fuerte actividad local, pero las oficinas están plenamente integradas en la organización internacional. Los socios lo son de la firma matriz y todos perseguimos el mismo objetivo: la máxima calidad para nuestros clientes y el mejor desarrollo profesional y personal posible para nuestros profesionales”, afirma Ybáñez.

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