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En colaboración conLa Ley

Bufetes con dos jefazos: estas son las bicefalias del sector legal

Baker & McKenzie, Allen & Overy, Andersen, RCD o Pinsent Masons son firmas que han optado por la diarquía, un modelo cada vez más presente

Inmaculada Castelló y Fernando Gutiérrez son los socios co-directores de Pinsent Masons en Madrid, nombrados en septiembre de 2022
Inmaculada Castelló y Fernando Gutiérrez son los socios co-directores de Pinsent Masons en Madrid, nombrados en septiembre de 2022

Un bufete, dos jefes. Aunque aún son rara avis, en los últimos años varios despachos de abogados se han atrevido a partir el bastón de mando en dos en España y han optado por el liderazgo compartido, alejándose de la imagen de un único socio director que dirige la orquesta en solitario, tan ligada a la abogacía. Baker & McKenzie, Andersen, RCD o Pinsent Masons son ejemplos de firmas que recientemente han dado las riendas de sus oficinas a dos socios directores; mientras que otras, como Allen & Overy, este verano, o Montero Aramburu, en 2021, han revalidado sus coliderazgos.

Se trata de una tendencia cada vez más notable en el sector, vitaminada por el influjo de las firmas anglosajonas, aunque no es nueva. En España, fue un despacho británico, Allen & Overy, el primero del top 20 que optó por la bicefalia en 2015. La firma tomó entonces una decisión poco común: descansar la jefatura del negocio en dos espaldas, las de Antonio Vázquez-Guillén e Ignacio Ruiz-Cámara. Este verano, su virreinato ha sido renovado por otros cuatro años avalado por los buenos números del bufete del magic circle. En los últimos cuatro años, la firma dobló sus ingresos en territorio español de 29,7 millones de euros a 61 millones.

En 2020, la estadounidense Andersen también apostó por una doble jefatura para sus negocios en España para dar relevo a la dirección en solitario de Jaime Olleros. Dos años y medio después, el bufete asegura que la decisión de optar por una capitanía compartida fue acertada. La clave para que las cosas funcionen, comparten José Vicente Morote e Íñigo Rodríguez-Sastre, actuales socios directores, está en “la confianza recíproca y la sintonía total” y “contar con el apoyo de los socios”. Del mismo modo, poder asumir distintos roles es un plus. Así, mientras Morote se encarga del proceso de expansión del negocio, de las tareas de gestión y dirección global, Rodríguez-Sastre, por su parte, concentra sus esfuerzos en la práctica de arbitraje.

Compartir deberes

La flexibilidad es, coinciden los bufetes y los expertos consultados, el gran punto a favor de la jefatura a cuatro manos. La capitanía compartida permite que los directores de los bufetes no se vean ahogados por las tareas de gestión y eviten el peligro de abandonar sus áreas de especialización, consumidos por los deberes inherentes al liderazgo.

Así lo corroboran los nuevos socios directores de Pinsent Masons, firma que hace menos de un año confió su dirección en España a una de las pocas socias directoras del sector y responsable de área de mercantil, Inmaculada Castelló, y al director de la práctica procesal y de arbitraje de la firma en la capital, Fernando Gutiérrez. Tras varios meses de matrimonio profesional su balance es positivo y confirman que el peso de la dirección no les ha alejado del barro y de la vorágine del día a día con sus equipos: “Los dos somos socios activos en nuestras áreas de práctica y no queremos dejar de serlo. La bicefalia nos permite distribuir el trabajo de gestión y poder dedicar tiempo a nuestro trabajo como procesalista (Fernando) y al M&A (Inma)”.

Por su parte, para Ignasi Costas y Adolf Rousaud, codirectores de RCD desde finales de 2019, el gran punto a destacar de esta fórmula es la posibilidad de mantener un trato más cercano con los clientes, al brindar un doble enlace de contacto con la alta dirección de la firma. “En nuestro caso, la codirección de la firma nos ha permitido seguir manteniendo una relación muy estrecha con nuestros clientes ayudándoles a cumplir con sus objetivos, trabajando y dando una atención personalizada a la vez que asumimos la responsabilidad de dirigir el despacho”.

Resultados

No es solo una cuestión de testimonios: el buen funcionamiento de las codirecciones del sector legal y los números avalan este sistema. Todas las firmas mencionadas en este reportaje arrojaron resultados financieros notables en términos de crecimiento de ingresos. Al detalle, la que más creció en el último año fue Pinsent Masons (35,2%), seguida de Baker & McKenzie (22%), Andersen (18%), Montero Aramburu (14,1%), Allen & Overy (7,4%) y RCD (3,87%), signo de que el coliderazgo no está reñido con conseguir resultados sólidos. Más bien lo contrario. 

Tendencia en boga

Influencia. En los próximos años, los analistas pronostican mayor presencia de codirectores en grandes bufetes. Una tendencia vitaminada por las firmas internacionales que ya han dado el paso en este sentido. “Los despachos nacionales toman muchas ideas de los anglosajones y cada vez veremos más firmas que optan por la codirección”, augura Sancho Peña, headhunter con 17 años de experiencia en el ámbito legal y socio de la compañía de reclutamiento de ejecutivos Page Executive España. También porque esta forma de gestión, valora, es idónea para que los directores no abandonen su faceta de abogado en ejercicio. La otra gran ventaja, agrega Peña, es la división de roles, "por ejemplo, que un director pueda concentrarse en finanzas y recursos humanos y el otro en desarrollo de negocio”.

Problemas. En el reverso negativo, la cogobernanza mal gestionada puede abrir las puertas al conflicto interno, advierte Sara Santos, consultora especialista en marketing y comunicación en el sector legal y fundadora de Venize Comunicación. “La clave”, señala la experta, “está en conseguir que los dos compartan realmente la función de codirección”. De lo contrario pueden darse “enfrentamientos de egos y luchas de poder”. Para evitarlos, Santos aconseja a los bufetes contar con “un protocolo o normas básicas que faciliten la toma de decisiones”, donde queden claros los roles de cada jefe, siendo vital no dejar espacio a los equívocos en cuanto a cuál es el papel de cada codirector.

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