Las dificultades de ser asesor financiero en tiempos de crisis
La persistencia de las caídas en los mercados durante 2022 ha sido un gran reto y un campo de prueba para testar la calidad del asesoramiento
Para alguien familiarizado con el funcionamiento de los mercados, hablar de crisis económicas es una obviedad. Todos sabemos que la economía encadena ciclos, y que cada cierto tiempo habrá un punto de inflexión que invierta la tendencia. A lo largo de este siglo podemos reconocer claramente varias: la crisis tecnológica del año 2000, con el estallido de la burbuja puntocom; la crisis financiera global de 2008, provocada por la caída de Lehman Brothers y las hipotecas subprime en Estados Unidos; la de 2012, derivada de la anterior y que en España supuso el pinchazo de la burbuja inmobiliaria; y la de 2020, provocada por la pandemia del Covid-19.
Y cuando parecía que la economía comenzaba a reponerse tras el parón global del coronavirus, el 24 de febrero de 2022 Rusia decide invadir Ucrania y, a partir de ahí, todos los indicios de recuperación comienzan a desmoronarse. Hemos vivido un año 2022 lleno de máximos históricos: el del precio del gas y la luz, llegando a los 544,98 euros el megavatio hora; el de la inflación, que en julio alcanzó el 10,8% y cerró el ejercicio con una media del 8,4%, la más alta en 35 años; el del euríbor, que ascendió a finales de año al 3,29%, y el precio del dinero un 2% más caro tras tres subidas de tipos del Banco Central Europeo, más otra este 2023, cifras no vistas desde enero de 2009. Todos estos acontecimientos han supuesto una caída continuada para las bolsas. En Estados Unidos, el balance del índice S&P 500 en 2022 ha sido del -19,2%, y el del índice europeo EuroStoxx 50, del -11%. En España, el Ibex 35 despedía 2022 con una caída anual del -5,5% y por debajo de los 8.300 puntos, después de haber cerrado 2021 por encima de los 8.700.
Hasta aquí los números. Hablemos ahora de sus repercusiones. La inmensa mayoría de los inversores han visto cómo el valor de sus carteras descendía progresivamente conforme pasaban los meses. Porque, si por algo se ha caracterizado esta crisis, es por la persistencia de las bajadas, que no han dado tregua; a diferencia de la de 2020, en la que se contrarrestaron con subidas rápidas y no fue tan trágica desde el punto de vista financiero.
De hecho, los años 2019, 2020 y 2021 habían sido bastante positivos para los mercados. Y aquellas personas que ya llevaban más tiempo invirtiendo, que saben cómo funciona esto y ya vivieron la crisis de 2008 y de 2012, han gestionado mejor las caídas, incluso aprovechando para comprar más barato y subir su nivel de riesgo. Pero para aquellos que durante la pandemia se lanzaron a invertir por primera vez y todavía no habían experimentado lo que era una crisis de este nivel, ha sido psicológicamente mucho más duro.
Ese perfil de inversor es más impaciente, y cuando como asesor, en la primera caída, le dices que tiene que aguantar, te lo compra. Pero según van pasando los meses y la cosa no mejora, sino todo lo contrario, convencerle de que trate de ignorar lo que está pasando a su alrededor y se centre en el largo plazo, no resulta sencillo. Sobre todo a los más jóvenes. De hecho, para mí esa labor del año pasado ha sido la más complicada en mis diez años como asesor.
Evidentemente, los asesores no somos de piedra, y aunque estamos curtidos en esto, cuando vemos que nuestros clientes lo pasan mal, y nos preguntan, y nos preguntan (hemos registrado un aumento del 20% en el número de consultas respecto al año anterior), nos preocupamos por ellos y nuestro deseo es que la tendencia empiece a cambiar lo antes posible para que su situación mejore.
Porque a medio plazo sabemos que esto va a suceder, que lo normal es que los buenos fondos recuperen la rentabilidad. Y la estructura de sus carteras está pensada para el medio y largo plazo, contando con épocas mejores y peores. Por eso, mientras dure la tormenta la clave está en mantener el perfil de riesgo adecuado, tener paciencia y esperar. Y si te ves con fuerza, incluso invertir más, aprovechando que los mercados están en rebajas.
Hay casos en los que algún pequeño inversor lo estaba pasando tan mal al ver sus pérdidas que, incluso sabiendo que no era lo más adecuado para su cartera y que iba a perder dinero, hemos llegado a recomendarle que vendiera, porque entendíamos que, por su salud mental, era lo mejor. Hay cosas que están por encima de los beneficios, y a veces las decisiones no solo tienen que ser económicas.
Sin duda, en épocas alcistas, el papel del asesor financiero es mucho más fácil, pero cuando de verdad aportas el mayor valor a tus clientes, y cuando de verdad se demuestra tu calidad es en los periodos de bajada. El apoyo que les das en esos momentos, para ayudarles a manejar la incertidumbre y tomar las mejores decisiones, proteger sus carteras y evitar caídas mayores, es fundamental para que, cuando las cosas empiecen a ir mejor, ellos se encuentren en una posición más ventajosa y puedan entrar antes en rentabilidad positiva. Ahí es donde se verá que el asesoramiento que les has proporcionado ha sido el adecuado.
Por todo esto, a pesar de las dificultades, en los momentos difíciles es cuando sabes lo importante que puedes ser para tus clientes, cuando más gratificante es tu trabajo y más realizado te sientes.
Borja Nieto es Asesor financiero y cofundador de Micappital
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