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El proteccionismo de EE UU reabre viejas heridas en la UE

Von der Leyen pretende crear un fondo para los países pequeños, pero los miembros no querrán darle más poder

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea (derecha), y Margrethe Vestager, vicepresidenta y responsable de Competencia.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea (derecha), y Margrethe Vestager, vicepresidenta y responsable de Competencia.FREDERICK FLORIN (AFP)

El plan de Washington de subvenciones a la energía verde por valor de 430.000 millones de dólares ha subido la temperatura del debate que se mantiene a fuego lento en la Unión Europea sobre la elección de ganadores y perdedores industriales. Los políticos de toda la UE están furiosos con la Ley de Reducción de la Inflación de EE UU y sus numerosas disposiciones que favorecen a los proveedores nacionales. Ello ha dado a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, una audiencia privilegiada para su propuesta de fondo de soberanía, un vehículo de financiación para ayudar a los países pequeños a mantenerse al nivel de sus pares más grandes y ricos. La falta de concreción subraya la precariedad de su iniciativa, presentada por primera vez en septiembre. Aunque a los miembros de la UE les encantaría aflojar las riendas de la ayuda industrial, no se atreven a ceder más poder a Bruselas.

La Comisión Europea es el principal guardián de las ayudas estatales, que la UE limita para proteger la competencia leal en el mercado único. La pandemia de Covid-19 y la invasión a gran escala de Ucrania por Rusia llevaron a la Comisión a permitir que los Gobiernos ayudasen temporalmente a determinadas industrias. A principios de 2022, la UE también revisó sus directrices para ayudar a las inversiones ecológicas. Por tanto, tiene poder para decidir si los países pueden o no ayudar a los paladines locales. El plan de Von der Leyen podría permitirle decidir, en primer lugar, qué paladines lo merecen. Este choque entre dar y poner límites es el meollo del rompecabezas de la UE.

La experiencia alemana en la gestión de la crisis energética muestra los pros y los contras de enviar subvenciones al rescate. El Gobierno de Berlín destina 99.000 millones de euros a ayudar a los hogares y las pequeñas empresas a capear los peores efectos del aumento de los costes de la energía. El derroche ha suscitado temores de guerra de limosnas con otros países europeos, sobre todo teniendo en cuenta la reciente insistencia de la UE en la disciplina fiscal.

Von der Leyen quiere crear un fondo central de dinero para proporcionar fondos de recuperación a los países más pequeños. En la medida en que la Comisión asuma cualquier nuevo rol al frente del fondo de soberanía, se enfrentará a las críticas de los países deseosos de conservar su autonomía económica, especialmente si la UE quiere financiar el fondo mediante la venta de bonos. Además, los objetivos de la Comisión podrían no coincidir con los de sus electores: por ejemplo, Bruselas podría favorecer los proyectos transfronterizos en lugar de la ayuda regional que buscan algunos Gobiernos nacionales.

Relajar las normas de la UE sobre ayudas estatales no será fácil, y Europa necesitará una política industrial más clara, más allá del reparto de dinero en efectivo. Aunque el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha prometido modificar su plan de subvenciones para atender las preocupaciones de la UE, hay otros factores que podrían animar a las empresas multinacionales a expandirse en Norteamérica. Para igualar las condiciones de competencia, Europa tendrá que hacer frente a sus viejas deficiencias en los mercados de capitales y en el crecimiento económico.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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