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Tribuna

Innovación para transformar la energía

El sector energético vive una época retadora: tenemos que garantizar el suministro de energía, a un precio competitivo y con la menor huella de carbono posible

Antonio Brufau Niubó

El sector energético vive una época retadora: tenemos que garantizar el suministro de energía, a un precio competitivo y con la menor huella de carbono posible. En la búsqueda de soluciones, las empresas necesitan aumentar sus esfuerzos de inversión para investigar y desarrollar nuevas tecnologías, como la gasificación a partir de residuos, el almacenamiento de energía renovable para soslayar su intermitencia, el hidrógeno bajo en carbono o la captura y uso de CO2.

Estas tecnologías, aunque aún están lejos de alcanzar su madurez, definirán el futuro de la energía −junto con muchas de las actuales, entre ellas el gas y el petróleo−, por lo que resulta imprescindible invertir en ellas, aunque de momento no resulte rentable. En este punto, la colaboración del sector público y el privado juega un papel fundamental para acelerar la transición energética y asegurar el suministro, mediante el apoyo no solo financiero, sino también regulatorio, fomentando la neutralidad tecnológica y, por tanto, la innovación.

El modelo estadounidense es un ejemplo de esta apuesta por incentivar todas las tecnologías. La Inflation Reduction Act, aprobada recientemente por la Administración Biden, es un claro exponente de cómo los Gobiernos pueden hacer determinadas apuestas tecnológicas sin cerrar las puertas a otras opciones. En cambio, el enfoque europeo es más determinista, descartando alternativas tecnológicas que permiten alcanzar el mismo nivel de descarbonización o incluso superior. Por simplificar, el modelo estadounidense está basado en la incentivación y el europeo, más bien en la prohibición.

En nuestra apuesta por la innovación y la industria, Repsol plantea la descarbonización del transporte a partir de dos plataformas complementarias: la electricidad y los combustibles renovables cero emisiones netas. Esta segunda vía tiene la ventaja de poder usarse en vehículos convencionales y aprovechar las infraestructuras ya existentes, por ejemplo, las estaciones de servicio.

Los combustibles renovables son fruto de un esfuerzo de I+D para sustituir el uso de hidrocarburos por residuos como materia prima, impulsando la economía circular y reduciendo la dependencia del suministro exterior, convirtiéndose en un nuevo sector clave para la reindustrialización de España y para la creación de un ecosistema económico en las zonas rurales. Como ejemplo, Repsol tiene previsto poner en marcha en 2023 la primera planta de biocombustibles avanzados de España, que supone creación de empleo y riqueza.

En un momento crucial para el sector energético, en el que la inversión es fundamental para transformar la industria y dar respuesta a la necesidad de garantizar el suministro de energía sostenible y accesible, requerimos del apoyo de las Administraciones para fomentar la innovación y avanzar con la máxima eficiencia en la transición energética. Las decisiones que ponen en riesgo la estabilidad financiera de las empresas, desincentivan la inversión en tecnologías cero emisiones netas y desvían los flujos internacionales de capital a otros países suponen una barrera para alcanzar los ambiciosos retos en descarbonización de la economía que se ha fijado el sector y la UE.

Gracias a las inversiones acometidas en un momento de crisis en España, como fue el periodo 2008-2012, contamos ahora con el sistema de refino más eficiente de Europa y podemos afrontar el invierno con el suministro de productos y servicios esenciales garantizado. Mientras, en Francia, por ejemplo, se cerraban refinerías y ahora tienen un déficit de gasóleo.

Sorprende que estos días se hable con tanta profusión de supuestos beneficios empresariales extraordinarios, y que se mencionase tan poco el enorme esfuerzo, también extraordinario, realizado por muchos sectores, empezando por el energético, durante los peores meses de la pandemia. Por responsabilidad, Repsol mantuvo sus servicios operativos cuando se hundió la demanda por los confinamientos y asumió unas pérdidas superiores a 3.000 millones de euros únicamente en 2020.

Gravámenes adicionales desincentivan la inversión innovadora a riesgo del promotor privado, tan necesaria para transformar nuestros centros industriales de Puertollano, Tarragona, A Coruña, Cartagena y Bilbao en polos multienergía, liderando la transición energética, la reindustrialización de España y la consolidación y creación de empleo de calidad. Nuestro empeño es seguir poniendo todo nuestro talento y nuestra capacidad tecnológica al servicio de la sociedad. Solo necesitamos estabilidad y el marco adecuado para continuar cumpliendo con nuestra labor.

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