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La logística del frío exige ser considerada electrointensiva para evitar su colapso

6.000 millones de facturación y 20.000 empleos, en juego; su clasificación como servicios le deja fuera de numerosas ayudas

Beatriz Valencia, presidenta de Aldefe.
Beatriz Valencia, presidenta de Aldefe.

Las empresas dedicadas al almacenamiento, logística y distribución frigorífica se sienten uno de los sectores más olvidados y peor tratados en el actual entorno de ayudas a la eficiencia energética y en el respaldo que están recibiendo las compañías más perjudicadas por el elevado precio de la energía. Y todo porque en la Clasificación Nacional de Actividades Económicas (CNAE) oficial que utiliza la Administración su actividad aparece como servicios y no como industria electrointensiva, pese a que la energía supone ya el 50% de sus costes.

Aldefe, la Asociación de Explotaciones Frigoríficas, Logística y Distribución de España, es la patronal que engloba a la mayoría del sector y su recientemente elegida presidenta, Beatriz Valencia, se ha propuesto poder cambiar esa catalogación para evitar el colapso energético del sector. “Como asociación integrada en Cepyme y CEOE, ya les hemos pedido ayuda para que intercedan ante el Gobierno y cambien nuestra clasificación, pero no dudaremos en ir más allá si no obtenemos pronto resultados”, explica.

La patronal representa a más de 100 empresas con una capacidad de almacenamiento de siete millones de metros cúbicos, que nutren como proveedores a áreas de negocio tan dispares como supermercados o la industria farmacéutica. El sector factura anualmente 6.000 millones de euros y mantiene 20.000 empleos directos. Integra a los túneles de congelación, que alcanzan una capacidad de 1.200 toneladas cada 24 horas. Asimismo, la producción de hielo, tanto tradicional como en cubitos o escamas, se cifra en torno a 1.500 toneladas al día.

“Nuestra actividad es estratégica. Hace posible la conservación de los alimentos, que los productos se puedan almacenar, se puedan transportar y que lleguen a los consumidores en las condiciones más óptimas para su consumo, con todas las garantías”, asegura Valencia a CincoDías. En esta línea, recuerda que el almacenamiento frigorífico no se limita a la alimentación. “Las bajas temperaturas son clave para el transporte y conservación de muchos bienes sensibles como medicamentos o cosméticos”, añade. “El frío es fundamental para nuestro bienestar, hasta la fibra de carbono que utiliza la aviación necesita una temperatura controlada”, indica.

Modernización

Para mantener esas bajas temperaturas controladas en todo momento, las instalaciones de estas empresas han ido evolucionando y cada vez son más inteligentes, están más robotizadas e incluso apuestan por el blockchain; y todo con la exigencia de cumplir con parámetros de eficiencia y respeto al medio ambiente.

Aldefe recalca la bajada temporal del impuesto especial sobre la electricidad, del 5,1% al 0,5%. “Aspiramos a que esa rebaja se mantenga en el tiempo”, recalca Valencia. Para moderar más el coste de la energía, reclama ajustar otros impuestos energéticos, como el que grava la producción, las tasas municipales o el impuesto de actividades económicas, así como los costes regulados (ATR).

Un negocio que ‘tienta’ a los fondos

Pese a la crisis energética, el sector prevé mantenerse en crecimiento a medio plazo, ya que hay una demanda creciente de naves a temperatura controlada. “Esto abre la puerta a nuevos operadores e inversores con capacidad para realizar proyectos a medida, vinculados con los grandes del sector”, explica Valencia. De hecho, ya ha habido fondos que se han interesado por entrar en algunas compañías. Se trata de inversores dispuestos a asumir las elevadas inversiones que requiere la modernización de las instalaciones. Ejemplo es la compra de la valenciana APR por el fondo suizo Ufenau. Y del operador logístico ESP Solutions por Avior y Blantyre Capital. Esto puede poner en jaque la viabilidad de negocios tradicionales, avisa Aldefe.

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