Picasso y Chanel visten el Thyssen con una muestra reivindicativa
Ensalza el feminismo de la diseñadora y desactiva la masculinidad tóxica del pintor El Estado y Telefónica aportan 6 millones en el 50º aniversario de la muerte del malagueño


Eran amigos. Se conocieron en la primavera de 1917: se cree que los presentó Jean Cocteau, con el que Pablo Ruiz Picasso y Gabrielle Chanel colaboraron en dos ocasiones –las dos únicas veces que el pintor y la diseñadora trabajaron juntos–, en Antígona (1922) y en el ballet de Serguéi Diághilev El tren azul (1924). Ella formaba parte del círculo próximo al artista malagueño y de su primera esposa, la bailarina rusa Olga Khokhlova. De hecho, la diseñadora ponía a disposición de él una habitación de su piso parisino de Faubourg St-Honoré, donde se alojaba mientras su familia veraneaba en Fontainebleau. Chanel, que había comenzado su carrera como sombrerera, reconoció en sus memorias la atracción que sentía por el pintor, como hombre y como artista. Se sentían poderosos. Esa relación ayudó a la diseñadora a entroncar con el ambiente artístico e intelectual del París de los años veinte, hasta llegar a afirmar que “son los artistas los que me han enseñado el rigor”.
Chanel era a la moda lo que Picasso es a la pintura, equilibró Cocteau. Este es el contexto de la exposición Picasso/Chanel, que hasta el 15 de enero se exhibe en el Museo Nacional Thyssen Bornemisza, y que está comisariada por la conservadora y responsable del área de exposiciones de la pinacoteca, Paula Luengo, que vuelve a reunir bajo un mismo techo moda y arte, y detalla que detrás de la muestra hay cuatro de años de trabajo, de recopilación de cuadros, vestidos y otras piezas –62 de Picasso y 52 de ella–, procedentes de museos y de colecciones americanos y europeos. Entre ellos destacan Patrimoine de Chanel, el Museo Nacional Picasso de París, y Almine y Bernard Ruiz Picasso –el nieto del pintor estuvo este lunes en la presentación de la muestra, de la que destacó el valor artístico del siglo XX, a través de estas dos figuras relevantes–.

La muestra, por otro lado, reivindica el lado femenino y feminista de la diseñadora, que liberó a la mujer de ataduras y de corsés y le dio libertad para empezar a moverse en un mundo profesional, a través de la vestimenta. “Explora nuevas pistas de creación, establece una red de relaciones entre las formas, el color único, acorta las mangas y los bajos de las prendas y hace entrar el cuerpo en la modernidad”, recordó Hélène Fulgence, directora de Patrimoine de Chanel. Y, por otro lado, explicó el director artístico del Thyssen, Guillermo Solana, es el mejor contexto para desactivar acusaciones sobre la “masculinidad tóxica” del artista, fallecido en abril de 1973, en Mougins (Francia). Para conmemorar el medio siglo de su fallecimiento, se han programado, conjuntamente por los gobiernos de España y de Francia, un programa que contará con 42 proyectos expositivos, de los cuales 15 se desarrollarán en España, dos congresos académicos y eventos que se celebrarán principalmente en Europa y Norteamérica.
Para ello, el Estado español aportará tres millones de euros, que se complementan con los otros tres de Telefónica, que junto a Acción Cultural Española participan en la muestra del Thyssen, en colaboración con la Comunidad de Madrid y de Chanel. El recorrido por las salas, casi en penumbra con la iluminación puesta en las piezas, se organiza en cuatro secciones que se suceden en orden cronológico y que abarcan la década que media entre 1915 y 1925. El cubismo y el estilo Chanel presenta la influencia de este movimiento en las creaciones de la diseñadora, ya desde sus primeras creaciones: el lenguaje formal geometrizado, la reducción cromática o la poética cubista del collage se traducen en trajes de líneas rectas y angulosas, en su predilección por los colores blanco, negro y beige, y por los tejidos humildes y texturas austeras.

Olga Picasso, el segundo capítulo, está dedicado a los bellos retratos que Picasso realizó de su primera mujer, devota clienta de Chanel. En Antígona, adaptación de la obra de Sófocles realizada por Cocteau, estrenada en París en 1922, con decorados y máscaras de Picasso y vestuario de la diseñadora que vuelven a reunirse en este capítulo para mostrar su común inspiración en la Grecia clásica. El tren azul es el título del cuarto apartado y del ballet producido por Diághilev en 1924, con libreto de Cocteau, inspirado en el deporte y la moda de baño, y acoge Dos mujeres corriendo por la playa (La carrera), o los trajes que Chanel, gran deportista, creó para los bailarines inspirados en modelos deportivos diseñados para ella misma y para sus clientes.
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