¿Están preparadas las empresas para encajar un precio del dinero mucho más caro?
Refinanciar deuda será más costoso por primera vez desde la pasada crisis Los gestores refuerzan su interés por compañías con escasa deuda y un sólido balance
Grifols se ha convertido este año en el ejemplo manifiesto de cómo una compañía líder en un negocio sólido y de potencial indiscutible dilapida su valor en Bolsa por culpa de su deuda. Los años de vacas gordas en el coste de financiación impulsaron una intensa estrategia de compras por parte de la empresa que el zarpazo del Covid no interrumpió. El líder mundial en la venta de hemoderivados sufre ahora un calvario bursátil –con una caída en el año del 46% y de más del 25% solo en el último mes– ante la pesada losa que supone su endeudamiento en un contexto de alzas aceleradas de los tipos de interés. Un apalancamiento que supera en nueve veces su ebitda le ha costado ya una rebaja de rating por parte de S&P a B+, instalando aún más a la deuda de compañía en el convulso y arriesgado terreno del bono basura.
Los inversores están castigando sin piedad el exceso de endeudamiento de las empresas, incluso de las que tienen un negocio atractivo que en otros tiempos habría sido argumento indiscutible para comprar. Y mientras desechan las empresas con un balance frágil, aprecian cada vez más aquellas con un volumen de deuda manejable. La máxima calidad del balance puede ser una de las pocas tablas de salvación ante la oleada vendedora que ha desatado el miedo a la recesión. Con la perspectiva de nuevas y rotundas alzas de tipos en los próximos meses, empresas con un bajo nivel de apalancamiento, un calendario holgado de vencimientos, una deuda preferiblemente a tipo fijo y con un plazo de amortización largo dan cierta garantía de tranquilidad. En un mercado bajista como el actual, también caerán en Bolsa, aunque tienen puntos fuertes a favor para depreciarse menos.
El desafío que plantea el alza de tipos a las empresas que no se hayan preparado para ello es mayúsculo. La crisis de la pandemia consolidó un coste de financiación en mínimos sin precedentes que neutralizó los temores sobre la capacidad de pago de las empresas. Gobiernos y bancos centrales se conjuraron para evitar las quiebras, mínimas pese a la gravedad de la contracción económica. Pero esa placidez ahora está hecha añicos y, por primera vez en más de una década, las compañías se enfrentan a un coste de financiación creciente. Es más, por primera vez en muchos años, el coste de las nuevas emisiones es superior al coste medio de la deuda en circulación de las compañías y está alcanzando récords.
En este mes de septiembre, el coste de emitir nueva deuda para las empresas europeas frente al coste de la que ya tienen en circulación se ha disparado a 250 puntos básicos, la brecha más alta desde que Bloomberg comenzó a elaborar este indicador, en 1998. En definitiva, una empresa deberá pagar 2,5 millones de euros adicionales por cada 100 millones que emita. En el inicio del año, la emisión de nueva deuda era alrededor de 90 puntos básicos más barata que la deuda en circulación, una situación que se ha dado la vuelta por completo.
S&P prevé que la tasa de impago suba en Europa al 3% desde los mínimos del 1%
“Cuando las compañías refinancien su deuda, van a encontrarse con tipos más elevados por primera vez desde la Gran Recesión. Al menos por lo general han ido extendiendo la duración de los plazos de amortización”, reconocen desde Goldman Sachs.
Las empresas europeas a las que califica con su rating Standard & Poor’s afrontan en 2023 vencimientos de deuda por 750 millones de euros. Los sectores de telecomunicaciones, medios de comunicación, ocio y productos de consumo son en los que se concentran los mayores vencimientos de deuda por debajo del grado de inversión en el próximo año, según explica la agencia de rating. La cuantía de los vencimientos no es significativa pero sí supone un primer reto para compañías de peor calidad crediticia que habían exprimido en los últimos años la ventaja de financiarse a tipos bajos de interés.
“Esperamos una mayor erosión de los balances de cara a 2023. La reciente resistencia vista en los ratings de las empresas no financieras parece haber llegado a un punto de inflexión. La señal clave está en la debilidad que ahora estamos apreciando en los márgenes de negocio de muchos sectores”, explica S&P. El impacto de la inflación se suma a una desaceleración de la economía y la agencia prevé que la tasa de impago de la deuda en las empresas europeas haya crecido a mediados del próximo año al 3%, desde niveles históricamente bajos del 1%. Un aumento que refuerza la búsqueda de valores sólidos ante el alza de tipos.