Un plan energético capaz de proteger la competitividad de la industria española
La reunión que se celebrará hoy entre el Gobierno y una amplia representación de la industria, el comercio y el turismo pretende abordar el diseño de un plan de contingencia frente a la insostenible escalada de los precios del gas y la electricidad. El objetivo del encuentro es buscar una fórmula que permita reducir el consumo energético, la cual será remitida a Bruselas para que la CE lance una respuesta comunitaria que defienda los intereses económicos de los 27 países miembros. La reunión debería servir para que las empresas puedan exponer con firmeza ante el Ejecutivo las dificultades que están viviendo, y la urgencia de contar con medidas que protejan su actividad frente a una tormenta de costes que amenaza los centros de producción.
La dependencia europea del gas natural ruso, a la que Bruselas trata de buscar una solución que inevitablemente llega tarde, el imparable rally de la electricidad, el mordisco de la inflación y las tensiones sobre las materias primas se están dejando sentir en numerosos sectores, en algunos de forma determinante, como es el caso de la industria electrointensiva o el transporte. Desde el sector siderúrgico se advierte ya de que las acerías se acercan a un escenario de paradas en la producción para evitar pérdidas ante unos costes desmesurados. ArcelorMittal, por ejemplo, ha decidido que parará a finales de este mes su Horno Alto A, uno de los dos que tiene en Asturias. También la industria del automóvil ha tenido que echar mano de los paros, acuciada por la conjunción del alto precio del acero y el desabastecimiento de semiconductores.
La respuesta del Gobierno hasta el momento se ha limitado al decreto de ahorro energético, que se tramitará como proyecto de ley para la inclusión de algunas modificaciones y que incluye también una batería de ayudas. La anunciada rebaja del IVA del gas, que se aplicará desde el próximo 1 de octubre, no aliviará la presión de la industria y otros sectores empresariales, sino la de los consumidores en el ámbito doméstico. Junto a las medidas de emergencia anunciadas por Bruselas para moderar el precio de la energía y la proyectada reforma del mercado eléctrico, por la que todavía habrá que esperar, el Gobierno debe escuchar hoy atentamente a las empresas con el fin de adoptar un plan de medidas capaz de protegerlas de una espiral de costes que puede saldarse con una enorme factura económica para el país. Está en juego la destrucción de unos niveles de competitividad industrial que ha exigido mucho esfuerzo alcanzar y que constituyen el un capital fundamental para el futuro económico de España.