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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El enfriamiento de la construcción como alerta de desaceleración

CINCO DÍAS

El debate sobre el peligro de reaparición de una burbuja en el mercado inmobiliario puede quedar zanjado por el momento, o al menos aparcado, por el creciente mordisco de la inflación, que ha encarecido de forma exponencial buena parte de los materiales de construcción y elevado los costes en el sector. Pese a los datos de subida constante del precio de las viviendas y del número de operaciones de compraventa durante los últimos meses, que han ido creciendo hasta acercarse a los niveles máximos previos al estallido de la burbuja, las previsiones de nuevas subidas de los tipos de interés, el encarecimiento de las hipotecas, el aumento de los costes de construcción y la incertidumbre general frente a un horizonte económico adverso apuntan a un enfriamiento del mercado.

Así, la subida de los precios en los materiales ha provocado ya que en España se estén terminando más viviendas de las que comienzan a construirse. Según los últimos datos del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma), el número de certificaciones de fin de obra se situó en 8.308 el pasado mayo, último mes con datos disponibles, mientras los visados de obra nueva ascendieron a 7.647, con una diferencia de 661 notificaciones. Un fenómeno que no se producía, según la serie histórica, desde diciembre de 2020, año de la pandemia, cuando el saldo negativo fue de 92 certificaciones. Desde el sector se apunta a que el parón se explica, principalmente, por el temor y la incertidumbre que lastra especialmente la actividad de los pequeños y medianos promotores, los cuales controlan la mayoría del mercado en el país, cerca de un 80% frente al 20% de los grandes, y tienen menos capacidad de resistencia ante la posibilidad de reveses y dificultades financieras.

En cualquier caso, el enfriamiento de las solicitudes de visados de obra nueva constituye la consecuencia lógica, prudente y racional de un mercado golpeado por la inflación y la incertidumbre, una conjunción de factores adversos que se refleja tanto en la oferta como en la demanda de viviendas. Es también un indicador, importante y destacado, de una economía en crisis, no solo en España ni únicamente en la construcción, sino en el conjunto de Europa y en buena parte de los principales sectores económicos, donde la inflación sigue subiendo y supera el 9% (9,1%). No solo las promotoras y empresas de construcción, sino la mayor parte del tejido empresarial, los ciudadanos, y a la cabeza de todos ellos el Gobierno y los poderes públicos, deben asumir la necesidad de hacer un esfuerzo conjunto, que sin duda conllevará sacrificios, para luchar contra una inflación que se ha convertido en la principal amenaza para la economía.

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